El tractor Pampa

 Por Alberto N. Manfredi (h)


El 8 de septiembre de 1948, Perón se trasladó a la localidad santafesina de Esperanza para inaugurar el monumento al agricultor, erigido en la plaza ubicada sobre la calle Alberdi, en su intersección con la Ruta 70, en memoria de los colonos fundadores que dieron origen a la ciudad. En la oportunidad, rodeado por autoridades provinciales y municipales, el primer mandatario anunció a la multitud que se había congregado frente al palco para presenciar la ceremonia, que en breve comenzaría la producción de maquinaria nacional destinada a las labores del campo, La misma iba a cubrir un vacío muy marcado ya que para entonces, la tecnología utilizada, sumamente vetusta y escasa, era importada de los Estados Unidos. Funcionarios del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación pusieron en marcha un vasto plan enviando a través de la Ruta Nacional Nº 9, entre Buenos Aires y la provincia de Córdoba, a un equipo de inspección que debía ingresar en cada uno de los establecimientos rurales que se extendían a lo largo del recorrido, para interiorizarse sobre las necesidades de sus propietarios, indagando especialmente sobre el tipo de tractor que se necesitaba y cuál era el que más rendía. Aquellos hombres tomaron nota rigurosa de cada una de las palabras de los productores y a su regreso se sentaron a evaluar las respuestas para labrar un informe.

El tractor más mencionado fue el Lanz Bulldog D9506 alemán, que se fabricaba en Manheim3, que poseía un motor extremadamente sencillo y rendidor, de un solo cilindro, que funcionaba por autoencendido, y solo requería una lámpara a bomba a kerosene para su calentamiento, previo a la puesta en marcha.

El tractor ofrecía una ventaja única al funcionar con una mezcla de kerosén con aceite usado, e incluso aceite o grasa animal con el que se podía reemplazar tranquilamente al gasoil con el que se movía. Además, su potencia permitía suplir a las viejas calderas de vapor que se usaban para mover las trilladoras estacionarias de trigo lino y era considerablemente maniobrable.Cuando los técnicos del Ministerio elevaron su informe, las autoridades decidieron traer desde Uruguay dos de aquellos aparatos, para someterlos a un exhaustivo examen y estudiar su rendimiento.

Conducidos a las instalaciones del IAME, en la provincia de Córdoba, los técnicos procedieron a desarmar íntegramente a uno de ellos para someter sus piezas a un análisis riguroso. Inmediatamente después, invitaron a industriales nacionales para que evaluasen la posibilidad de fabricar aquellas partes, prometiéndoles los materiales, herramientas y maquinarias necesarias para ello.

Al segundo tractor se le refaccionó la trompa, se le reemplazó el logotipo de su marca original por el del IAME, se lo pintó de naranja y se lo condujo a Buenos Aires para exhibirlo en marcha durante varios días junto al obelisco.

El 17 de octubre de 1952, fue colocado en un vagón de ferrocarril en la estación Ferreyra y enviado a la Capital Federal donde, una vez montada la muestra, se lo puso en marcha y permaneció varios días bajo una bandera argentina, para demostrar su capacidad y resistencia.El ruido de su motor pistoneando se escuchaba desde varias cuadras a la redonda y eso atrajo a miles de personas que entre asombradas y orgullosas, comentaban la novedad y se referían a los logros del régimen. La Argentina era una nación agrícola y estaba produciendo su propia maquinaria.

Menos de cuatro años después, Perón firmó el Decreto Nº 4075 fechado el 11 de agosto de 1952, por medio del cual autorizaba la creación de la Fábrica de Tractores del IAME “…, con la misión de producir por si y en cooperación con la industria privada, tractores íntegramente nacionales”.

Ese decreto y el Nº 8187, rubricado el 7 de octubre del mismo año, establecían convenios y acuerdos de cooperación con la poderosa empresa Fiat para la asistencia técnica que el IAME iba a necesitar inicialmente para poner en marcha el programa.

Nacía el tractor “Pampa”, producido íntegramente en el país, font-size: 12.0pt que venía a incorporarse a las 300 unidades Fiat 55 construidas bajo licencia.

Así fue como se levantó una imponente planta industrial contigua a la estación Ferreyra del Ferrocarril General Bartolomé Mitre y se puso manos a la obra de manera inmediata.

Lo primero que salió de planta fue un prototipo y el 31 de diciembre de 1952 se lanzó una preserie de 15 unidades equipadas con motores nacionales IAME de dos tiempos y 55 hp, las que recorrieron diferentes rutas del país, para demostrar las excelencias de su mecánica, arrastrando detrás arados de cuatro rejas con los que se efectuaron exitosas demostraciones.

La Argentina se transformaba en el primer país latinoamericano y en el segundo del continente, en producir sus propios tractores.

En 1953 se inició la producción en serie que llegó a totalizar, en el período 1952/1963, unas 3760 unidades a un precio inicial de $85.000, muy inferior a los costos del mercado.

Las primeras 12 unidades salieron de fábrica el 28 de junio de 1954 y casi enseguida se pusieron a la venta.

Por supuesto que fue necesario corregir algunos defectos, uno de ellos el de la inversión de la marcha, que llegó a provocar varios accidentes, algunos de ellos fatales, especialmente cuando en plena aceleración las vueltas caían y el pistón no llegaba a completar la compresión, motivando que el tractor saliese disparado hacia atrás. Los primeros Pampa provocaron derrumbes de galpones y hasta algunos incendios en el campo al despedir combustible encendido, problema que después de nuevos peritajes, acabaron por ser subsanados.

Agradezco a Jorge Oviedo de cuyo Face copie este trabajo