Güemes en Buenos Aires
Por Mario Casalla* El Justina estaba allí varado -roto su palo mayor por un cañonazo- como una presa a pedir de boca. Martín Güemes, le dijo a su ayudante: “Usted que anda bien montado, galope por la orilla que ha de encontrar a Pueyrredón y dele orden de avanzar la caballería por la playa”