Cuando Mirtha Legrand era "peronista"

Mirtha Legrand, la desmemoriada
Por Luis E. Gotte

UNA DE LAS COSAS QUE YA NO SE DICE, QUE PASÓ AL OLVIDO DE TODOS, ES QUE Mirtha Legrand es “comadre” de Raúl Alejandro Apold, amigo de Daniel Tinayre y PADRINO DE SU HIJA MARCELA. SÍ, ASÍ COMO SE LEE!. Apold fue secretario de Prensa y Difusión del segundo gobierno del Gral. Perón (1951-54), durante el cual el matrimonio Tinayre usufructuó créditos del Banco Industrial para hacer varias de sus películas.
Mirtha Legrand está justo detrás del Gral. Juan Perón. Esta foto es sacada cuando se estaba realizando la colecta para las víctimas del terremoto de San Juan.
Otro dato es que, la señora Legrand de Tinayre vive despotricando contra Fanny Navarro, la actriz íntima amiga de Eva Perón y novia de Juan Duarte. La señora de Tinayre acusó, décadas después, a aquella de que “había prohibido” a su marido Tinayre, y de que los había hecho “exiliarse” en España, de 1952 a 1954. En 1952, curiosamente también, se estrenó "Deshonra", film dirigido por Tinayre y protagonizado por Navarro, que logró la máxima recaudación que haya logrado una película argentina en toda su historia (tuvo 4 millones de espectadores), gracias a la presencia de la Navarro, Tita Merello y Mecha Ortiz al frente de su reparto. La señora Tinayre acusó a Fanny Navarro de que “no le habían gustado ciertos cortes que Daniel habría hecho en algunas de sus escenas” y que por todo ello debieron exiliarse en Madrid hasta que, por intermedio de Ana María Lynch, habrían podido regresar al país en 1954, cuando aquel dirigió "La bestia Humana", protagonizada y producida por la Lynch (ex mujer de Hugo del Carril). Sin emargo, la señora Tinayre eludió decir que, en realidad, fue a España a filmar y regresaron apenas ella terminó de ealizar "Doña Francisquita" (1952) en Madrid, y la rapidez tenía que ver con que su marido debía participar como “quintacolumna” de Apold (junto a Amadori) en la fundación de la productora independiente Cinematográfica Cinco, en la que también participaron Del Carril, Soffici y Demare, tres de los mejores realizadores de la época (Apold era uno de los socios mayoritarios de Argentina Sono Film y no le convenía mucho la existencia de grandes productoras independientes). La primera película de la productora Cinco, que se filmó en Buenos Aires y Chile durante 1953 fue "Tren Internacional", curiosamente dirigida por… Tinayre y protagonizada por… Legrand, durante lo que ella denominó, años después, como su “doloroso exilio español”. Esa mentira, además, influyó decididamente para que Fanny Navarro dejara de trabajar. La compañera Fanny, que jamás renegó de su peronismo, nunca volvió al trabajo estable, pasando hambre, penurias y varios intento de suicidios hasta que fialmente su corazón dijo basta en 1971, relegada del ambiente por haber sido una fanática peronista. Curiosamente, luego de 1955, la señora Legrand ya no "era" amiga del matrimonio Apold, al que no volvió a nombrar nunca más.
Festival de cine de Mar del Plata; año 1954. El Gral Peron, la actriz italiana Lila Rocco, Carlos Aloe y Mirtha Legrand

Después de 1955, aquellos que no renegaron de su peronismo la pasaron muy mal, quienes adjuraron de su admiración, salvaron su pellejo...

Fuente: El Facebook del autor


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Mirtha Legrand ya no vende fantasías
Por Abel Posadas
para El Escarmiento
publicado en junio de 2008


"No podrán decir que no les he dado mi vida..."



No hay otro caso igual en la historia del espectáculo argentino. A partir de 1940 y hasta la fecha Rosa María Juana Martínez Suárez viuda de Tinayre, nacida en Villa Cañás, provincia de Santa Fé el 23 de febrero de 1927, se lanzó con ganas al negocio. Luego de su triunfo en Los martes, orquídeas (Francisco Mugica-1941), le consiguió un puesto a su hermano, José Antonio Martínez Suárez en los galpones de LUMITON, en Munro.


Su gemela, María Rosa, se había quedado en ARGENTINA SONO FILM. Habían sido rebautizadas Mirtha y Silvia Legrand por el influyente representante Cerebello y habían ganado sendos concursos de carnaval en los corsos de Avda. de Mayo en años sucesivos. En 1939 la triunfadora fue Silvia y en 1940, Mirtha. Todo esto es historia conocida. Lo que no se ya dicho hasta el momento es que la dama que nos ocupa es la única farseuse que tuvo el cine argentino, en la medida en que en sus mejores películas es lo que no es. Trabajó de estrella desde el mismo día de su nacimiento y fue aquel 23 de febrero en Villa Cañás donde comenzó su carrera.

Ya nadie recuerda las treinta y cinco películas argentinas en las que intervino y muy pocos vieron la que filmó en España -Doña Francisquita (Ladislao Vajda-1952)-. Esta estrella que siempre trabajó de estrella y que no tuvo otra vida a pesar de las extensas notas sobre su dicha conyugal y sus dos hijos, estuvo desde el vamos dispuesta a casase con un director. Consiguió a Daniel Tinayre. Se casaron en mayo de 1946 y vendieron la exclusiva a Radiolandia. La dama y su consorte hicieron muy buena letra bajo aquel gobierno peronista. Raúl Alejandro Apold, nada menos, declararía que en el Festival de Mar del Plata, edición 1954, ella andaba siempre colgada de su brazo. Esto figura en la historia que sobre el peronismo publicara la revista Primera Plana.

Nada empañaba la felicidad de esta señora que se debía a su público y que carecía de existencia sin él. El cine de los años 40 y 50 del siglo XX la tuvo como estrella absoluta, acostumbrada a desnudar su alma en cuanto reportaje le hicieran. El director Carlos Schlieper, que la dirigiera en dos películas exitosas, la veía como una señora de casa muy particular, en tanto y en cuanto era la imagen que proyectaba desde sus comedias. Nadie se atreve hoy día a hablar de su ferocidad para la competencia, una dolencia crónica que la aquejó desde su más tierna edad.

Con el derrumbe de las fábricas, allá por 1955, se vio obligada a abandonar sus roles tradicionales y a someterse a la manipulación de Daniel Tinayre, quien la utilizó en algunas películas que provocaron grandes carcajadas en los cines -desde En la ardiente oscuridad (1959) hasta Bajo un mismo rostro (1963)-. Entre 1955 y 1958 se dedicó con éxito a la televisión aunque siempre en su carácter de comediante. Luego del tremendo fiasco al que tomó Con gusto a rabia (Fernando Ayala-1965) decidió dar por terminada su etapa cinematográfica.

Le quedaba el teatro. Los negocios de Tinayre marchaban, en este sentido, viento en popa. Sin embargo, se sabe, el teatro no alcanza para quien se alimenta de un público multitudinario. Hizo de todo en la TV y hasta se atrevió a cantar. Ella, su gemela y Tinayre fueron expulsados de Canal 13, PROARTEL, luego de algunos capítulos de un desastre llamado Carola y Carolina. Para seguir con las humillaciones, se vio obligada a entonar La morocha con peluca ad hoc y la depresión alcanzó su punto culminante cuando integró el elenco de algo titulado Buenos Aires de seda y percal con saldos y retazos de la vieja industria. Su gemela eligió olvidarse casi por completo del negocio y en la jungla televisiva algunas de sus declaraciones serían recordadas durante muchos años: "Me molesta la gente que se compra un auto en cuotas". Ni ella ni José, quien asesorara un panfleto antiperonista mayúsculo como Permiso para pensar (Eduardo Meilij-1989), poseían la máscara de la por entonces muy feliz señora de Tinayre.

La pequeña señora de Pérez

En el otoño de 1968, en uno de aquellos programas monstruosos de los domingos por la tarde, en El juego de los matrimonios participaron, enfrentados, ella y Tinayre junto a Elcira Olivera Garcés y Abel Santa Cruz. Empataron en cuanto a recuerdos. Alejandro Romay, dueño de canal 9, en un aparte, la incitó a que volviera a la TV. Ella declaró que no estaba dispuesta a seguir con los papelones. Se iniciaron las conversaciones pertinentes y aceptó ser la conductora de Almorzando con las estrellas. En el primer programa estuvieron Amelia Bence, Daniel Tinayre y Alejandro Romay como sus invitados. Era algo insólito: se comía en cámara mientras se deslizaban dislates de grueso calibre y Tinayre pedía que la cámara no se olvidara de señalar los manjares.

Esta frivolidad en imágenes duró varios años. Aunque muy pronto Daniel Tinayre y su socio, Carlos Rottemberg entendieron que el jet set de cabotaje se agotaba. No había tantos actores importantes, ni intelectuales de calibre, ni gente de medio pelo que fuera a pasar sus chivos. La colectividad es, al fin y al cabo, reducida. Por otra parte, los años setenta exigían otro target. Ergo, allí estaba José Ignacio Rucci frente a Libertad Leblanc -los vimos-. A Rucci le sucedieron dirigentes sindicales varios y también políticos preparados para dar el zarpazo. La figura que nos ocupa se comportaba como buena anfitriona mientras Tinayre y Rottemberg consultaban los horóscopos para saber qué iba a ocurrir en el país.

Luego de las elecciones de 1973 la señora Legrand fue expulsada de la TV. Fingía la misma inocencia de sus añejas películas de LUMITON, cuando andaba por los albañales de la cursilería. Concedemos que había sido una óptima farseuse cinematográfica pero en TV se había convertido en una manipuladora algo compulsiva. Era y es muy amiga de sus amigos: en 1971 logró que levantaran el programa de Radio Belgrano que conducía Hugo Guerrero Marthineitz. Acompañó a Malvina Pastorino a ver al Ministro del Interior para que así ocurriera. ¿El motivo? El peruano parlanchín había puesto al descubierto los dos finales de La valija (Enrique Carreras-1971) y Sandrini, en turbulentos negocios teatrales con Tinayre, había clamado venganza. Del mismo modo, consiguió una pensión vitalicia para la viuda de Francisco Petrone, quien muriera en 1967.

La patota

La ex vendedora de fantasías no había tenido en cuenta que el programa televisivo se había transformado en una vidriera peligrosamente ambigua y, más aún, que el mismo había comenzado bajo un gobierno que intentaba cerrarle los puentes al peronismo. Hizo antesala, movió diversas palancas y consiguió una entrevista con María Estela Martínez de Perón. La misma no se llevó a cabo porque llegó el golpe de marzo de 1976.

Entonces suspiró aliviada. Su programa regresó con la anuencia de Massera y de Martínez de Hoz. Ella declaró en cámara que el mismo no resultaba caro ya que tenía siempre el mismo decorado (sic). Su comportamiento bajo la dictadura fue de absoluta mansedumbre, tal como ocurría con todos aquellos que trabajaban en los medios masivos de aquel entonces. No hubo alusión alguna a la larga lista de compañeros suyos prohibidos, exiliados o desaparecidos. Tal vez no fueran sus amigos. Por otra parte, se mostró fervorosamente patriota a la hora de la guerra de Malvinas.

Todo esto no le sirvió de mucho: entre 1984 y 1989 fue a parar al incipiente cable y a tomar café servido en una mesa ratona. Daba lástima. No obstante, sufrió su propio exilio con estoicismo y esperando buenas nuevas mientras despuntaba el vicio en incursiones teatrales. Al llegar Carlos Saúl Ménem arribó también Almorzando con Mirtha Legrand. Había pasado por todos los canales, incluyendo al oficial. La diversión incluía ahora al mismísimo Ménem, siempre dado a la farándula, a ministros varios, algún actor televisivo y a periodistas llamados comunicadores.

Fue a partir de entonces, de aquel primer gobierno de Ménem, que la ex pupila de LUMITON comenzó a mostrar sus uñas, garfios, zarpas y toda la artillería de la que dispone. Quienes supongan que el cerebro de la dama no funciona y que todo le es dictado se equivocan. La señora tiene una posición política bien tomada y hace gala de ella. Por esta razón, el desfile postmodernista de madres y abuelas de Plaza de Mayo por ese programa es, indudablemente, algo esotérico. Se sabe que Legrand apoyó fervorosamente a la dictadura instaurada en 1976 y, para demostrarlo, se llegó hasta el obelisco con el objetivo de celebrar el Mundial de Fútbol 1978. Como tantos argentinos, ella desconocía qué estaba ocurriendo.

Es que la señora sabe cuándo y dónde se debe estar. Nos da pena que esta excelente comediante del cine de las fábricas se haya transformado en una octogenaria que baja línea de manera abrupta. En estos momentos favorece al campo, cómo no. Pero sus fundamentos tienen más que ver con alguien que tiene un piso en la Avda. del Libertador y una discreta morada en San Ignacio, Uruguay, que con los fundamentos que esgrimen los sectores agroganaderos. Su hermana, Silvia Legrand, fue declarada La Mujer del Año en 1956 por el presidente Lonardi, algo que debiera figurar en el Guinnes de los records. La distinción se debió, quizás, a que el marido de la gemela era un militar de alto rango, en total acuerdo con los momentos que vivía el país. .

El hermano José es ahora Director del Festival Internacional de Mar del Plata. Nos parece, teniendo en cuenta la trayectoria de Rosa María Juana, que ella no es ajena al destino de sus hermanos. La pregunta que nos parece pertinente es ésta: ¿por qué el programa sigue manteniéndose en el aire, lo copian en otras latitudes, se la invita a España -en 2005, aunque ella no aceptó por razones de dólares y factores políticos ibéricos que torcieron el rumbo-? Cuando se encargaba de vender quincallería -la primera etapa- nuestros padres eran muy jóvenes, tal como ella. Un angelote rubio de ojos claros consumido por una pequeño burguesía ávida de una cierta elegancia muy próxima al churrigueresco. Ella, a su vez, y luego de su casamiento, siguió entregándose al público pero, siempre astuta, no permitió que la devoraran.

Ya crecida y al llegar a los treinta años se había convertido en una comediante de primer agua. Al revés de lo que ocurría con su colega Delia Garcés -clase 1919- quien nunca ocultó su tendencia hacia los Zavalía del país, Legrand tiene de si misma una imagen altamente democrática. Cuantos más, mejor. Las mujeres que comenzaron admirándola en su etapa LUMITON tienen hoy día su edad. Pero ella, siempre sumando, elige a franjas etarias más jóvenes. Si nadie la mirara, si el rating fuera bajísimo, si no se la consumiera como a una mercadería algo rancia, ¿seguiría en el aire? Permanece, gracias a diversas cirugías, en un curioso estado de momificación osificada. El problema reside en que sus opiniones son cada vez más urticantes porque, como ocurre con todas las neuronas que envejecen de manera despiadada, ha concluido por sacarse la careta. Ha concluido por ser tan sincera como sus hermanos.

Aflora en estos momentos un monstruo al que es imposible contradecir y que defiende a ultranza una posición netamente argentina: la de los sectores que surgieron de la nada y llegaron. Por lo tanto, se encuentra aliada a quienes fueron lo suficientemente magnánimos para que esto ocurriera. Su vida privada no existe. A Rosa María Juana la fagocitó la viuda de Tinayre. Los problemas de su matrimonio pueden ser consultados en las revistas de los años 60 y, en la prensa más cercana, los que ha vivido con sus hijos y nietos. Nos da lástima y vergüenza: sólo tiene a ese público que la observa cotidianamente con la esperanza de llegar a pasar los 80 en medio del fasto y de la pompa que la rodean. Ella declara frente a cámara: "No podrán decir que no les he dado mi vida."


Es una Norma Desmond -la protagonista de Sunset Boulevard/El ocaso de una vida- pero sin grandeza, incapaz de jugarse por algo que no sea un espacio que la mantenga en circulación hasta el final. Si para ello debe aplastar a quien se le oponga, iniciar juicios a los que la critican, delatarlos con la ayuda de la cámara, no vacilará en hacerlo. La estamos viendo desde que nacimos y es realmente una lástima. Esta Esposa último modelo que saliera de El retrato podría haberse mantenido con el viejo programa para demostrar que Soñar no cuesta nada. Sin embargo, se ha internado por un camino y sigue deambulando Con gusto a rabia.

Fuente

Mirtha peruca

por  Araceli Bellotta
Publicado el 4 de abril de 2017

Los documentos permiten afirmar que fue una ferviente peronista, afiliada además, que frecuentaba el Ateneo Cultural Eva Perón. También, con su firma en primera línea junto a otras estrellas del cine argentino, homenajeó a Evita y al entonces subsecretario de Prensa y Difusión, Raúl Apold.

Yo sigo siendo del PRO, de Cambiemos y deseo con todas mis fuerzas que ganen las próximas elecciones. Y los kirchneristas no crean que soy kirchnerista. Yo no soy panqueque, eh…”, leyó Mirtha Legrand en el programa siguiente al que había entrevistado al presidente Mauricio Macri y a su esposa, Juliana Awada.

Sin embargo, los documentos permiten afirmar que fue una ferviente peronista, afiliada además, que frecuentaba el Ateneo Cultural Eva Perón. También, con su firma en primera línea junto a otras estrellas del cine argentino, homenajeó a Evita y al entonces subsecretario de Prensa y Difusión, Raúl Apold.

Así lo demuestra la nota publicada por Hugo Gambini en la revista Primera Plana del 15 de agosto de 1967, bajo el título Los artistas del régimen, encabezada por cuatro fotografías unificadas con el siguiente epígrafe: “Cuatro escenas en el Ateneo Cultural Eva Perón, donde las actrices brindaban su adhesión al gobierno y se prendían el escudo peronista”.

En la tercera fotografía aparece Mirtha Legrand junto a Malvina Pastorino, Olga Zubarry y Perla Mux, todas con el escudo justicialista bien visible en sus solapas.
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Más de treinta años después, esas notas de Primera Plana se transformaron en La Historia del Peronismo en dos tomos, publicada en 1999 por la Editorial Planeta, en cuyo prólogo Gambini sostiene que “este libro es el resultado de una tarea emprendida en 1966, cuando me hice cargo –en la muy recordada revista Primera Plana– de la sección Historia del Peronismo”, y explica sobre las fuentes consultadas que “se realizaron doscientas entrevistas, cuando todavía sobrevivían casi todos los protagonistas”.Entre ellos el ex subsecretario Apold, quien le aportó los datos sobre las figuras del espectáculo muy cercanas al gobierno peronista.

Lo llamativo es que parte de la información publicada en 1967 fue omitida por el autor en el libro de 1999, entre ellas la referida a la adhesión al peronismo de Mirtha Legrand.

En 1967 Gambini escribió: “Con escasas excepciones, la gran mayoría de las estrellas cinematográficas optaron por una espontánea adhesión al credo oficialista, por temor a que sus imágenes se desdibujaran de las pantallas. (‘Nadie fue obligado’, testimonió Apold), y fingiendo un nuevo rol cada uno se interpretó a sí mismo”.

Después agregó: “Los espectáculos programados por el Partido Peronista se poblaron así de personajes familiares, aunque algunos, más entusiastas, prefirieron sumarse directamente a los organismos paralelos de ese partido. De este modo cobró importancia el Ateneo Cultural Eva Perón, que presidieron Fanny Navarro y Delia Degliuomini de Parodi y al que concurrían asiduamente a prestar su colaboración las afiliadas Mirtha Legrand, Elena Lucena, Olga Zubarry, Zully Moreno, Amelia Bence, Blanca Podestá, Silvana Roth, Malvina Pastorino, Nelly Daren, Tania y Pierina Dealessi”.

También, en esa nota Gambini relató –lo que después tampoco publicó en su libro–  que Apold durante la entrevista le mostró un pergamino que el mundo artístico le entregó “por su brillante, esforzada e incansable labor en pro del arte y de la industria cinematográfica de la Nueva Argentina” y le dijo: “Fíjese quiénes lo firman. Son todos nombres conocidos. Y lee: Atilio y Ángel Mentasti, Lola Membrives, Sixto Pondal Ríos, Alberto Ginastera, Luis César Amadori, Mirtha Legrand, Daniel Tinayre…” y siguen los nombres. Por último, Apold le preguntó: “¿Usted cree que todas estas estrellas fueron obligadas a firmar?”.

Pero por si esto no bastara para confirmar la adhesión al peronismo de Mirtha Legrand, El Presente de la Historia accedió a otro documento que lo confirma.

Se trata también de un pergamino pero dedicado a Eva Perón por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, con fecha del 14 de mayo de 1951, en el que se ven cantidad de firmas de actrices, actores y directores y que en el primer renglón, rodeada por las de Amelia Bence, Tita Merello, Luis Sandrini y Enrique Santos Discépolo, se distingue con mucha claridad la rúbrica de la hoy conductora de almuerzos y cenas.

En distintas situaciones, Mirtha admitió haber conocido a Perón y a Eva, y en una entrevista radial realizada por Dady Brieva en 2014 afirmó haber votado a Perón en su primera presidencia y agregó: “Era el salvador de la Argentina, todo lo que nos auguraba era maravilloso, no podías dejar de hacerlo”.

Sin dudas, la conductora confundió los años, porque las primeras elecciones en las que participó y triunfó Perón fueron en 1946, la ley del sufragio femenino se aprobó al año siguiente y las mujeres recién pudieron votar en 1951, donde Mirtha participó tal como lo recuerdan los noticieros de la época en la que se la ve introduciendo su voto en la urna, seguida por Tita Merello y por Zully Moreno.

Por último, ¿por qué Gambini omitió esta interesante información en su Historia del Peronismo?

Tal vez porque cuando en 1967 escribió sus notas en Primera Plana, Mirtha Legrand no estaba en el candelero del espectáculo. En 1965 había filmado Con gusto a rabia, su última película, y luego había protagonizado junto con su hermana gemela la telecomedia Carola y Carolina, dirigida por Daniel Tinayre, que fue levantada de Canal 13 Proartel porque era muy costosa y tenía escaso raiting.

Recién en 1968, después de que Pinky –la mujer más famosa de la televisión de entonces– rechazara la oferta de conducir un programa en el que se iba a almorzar en cámara, Alejandro Romay se lo propuso a Mirtha quien aceptó y salió al aire en Almorzando con las estrellas. El éxito fue inmediato tras lograr 18 puntos de raiting promedio.
 En 1999, con más de treinta años de almuerzos casi ininterrumpidos, Mirtha Legrand se había transformado en una de las conductoras más importantes que sumaba el éxito televisivo a su lugar legendario en la cinematografía nacional.
 Además, había expresado sus ideas políticas en las antípodas del peronismo y seguramente ya se había olvidado de los tiempos en que lucía con orgullo el escudo justicialista en su solapa. No fuera cosa que la tildaran de “panqueque”.
  

Fuentes: