Las visitas de Golda Meir a la Argentina y su encuentro con Eva Perón

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Publicado el 31 de enero de 2018

En el marco del 70 aniversario del Estado de Israel, La Cadena Judía de Información Vis a Vis ofrecerá momentos trascendentales de la historia en común entre Israel y la Argentina.

Comenzamos hoy con las visitas de Golda Meir a la Argentina

Golda Meir (Meyerson)  nacida Golda Mabovitch (Kiev, Ucrania, 3 de mayo de 1898 y falleció en Jerusalén, el 8 de diciembre de 1978), fue una política, diplomática y, como estadista, la quinta primera ministra de Israel. Fue la primera mujer en Israel y tercera en el mundo en asumir tan alto cargo.

Antes de ser jefa de Gobierno fue embajadora del Estado de Israel en la Unión Soviética, ministra de Trabajo, ministra de Interior y ministra de Relaciones Exteriores.

Fue elegida secretaria general de Mapai en 1966 y se convirtió en líder de la oposición, así como la primera mujer en dirigir un partido político importante en Israel.​ Tras la repentina muerte de Levi Eshkol, el partido eligió a Meir como su sucesora,​ asumiendo el cargo el 17 de marzo de 1969.

Su mandato estuvo marcado por las luchas internas dentro del gabinete de coalición, con serios desacuerdos y conflictos. Finalmente Golda dimitió en 1974, dejando la dirección a su sucesor, Isaac Rabin.

Visitó la Argentina en tres ocasiones: en abril de 1951 siendo Ministro de Trabajo de Israel; viajó a la Argentina para agradecer a Evita su ayuda a Israel; en 1959 siendo la Canciller israelí (Ministro de Relaciones Exteriores); y, en 1968, siendo Secretaria General del Partido Avodá. Gran cantidad de público se da cita cada vez que vino, en el Estadio “Luna Park” de Buenos Aires.

En 1951, visitó Buenos Aires y se reunió de manera muy afectiva con Eva Perón, por la labor realizada en favor del Estado de Israel. El Gobierno de Perón fue uno de los primeros en reconocer al Estado de Israel y fue uno de los pocos que le brindaron ayuda humanitaria durante la guerra de la “independencia israelí”… hasta el día de hoy, pueden verse en algunos kibbutz muebles, emplementos agrícolas, frazadas y sabanas con el sello de la Fundación Eva Perón.

A fines del 1968 representan a la Música Folklórica Argentina en un Acto de Confraternidad Argentino-Israelí ante mí en el Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires.

Fuente: visavis.com.ar

Mis visitas a la Argentina

Visité la Argentina en tres ocasiones: en abril de 1951 siendo Ministro de Trabajo de Israel (fui recibida en Buenos Aires por Eva Perón); en 1958 siendo la Canciller israelí (Ministro de Relaciones Exteriores); y, en 1968, siendo Secretaria General del Partido Avodá. Gran cantidad de público se da cita cada vez que yo me dirigo a los argentinos, en el Estadio "Luna Park" de Buenos Aires.En 1951, visité Buenos Aires abrazándome con Eva Perón, por la labor realizada en favor del Estado de Israel. El Gobierno de Perón fue uno de los primeros en reconocer al Estado de Israel y fue uno de los pocos que le brindaron ayuda humanitaria durante la guerra de la "independencia israelí"... hasta el día de hoy, pueden verse en algunos kibbutz muebles, emplementos agrícolas, frazadas y sabanas con el sello de la Fundación Eva Perón.A fines del 1968 representan a la Música Folklórica Argentina en un Acto de Confraternidad Argentino-Israelí ante mí en el Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires.

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Evita mandó frazadas a los judíos pobres de Israel

Raanan Rein (historiador)
por Diario Clarín
Publicado el 7 de septiembre de 1997

Cómo fueron las relaciones entre el primer gobierno peronista y el Estado de Israel? -Hubo un contacto excelente. Perón hizo todo lo posible para cultivar los lazos con la comunidad judía argentina y con Israel. Esto no se debió a un especial amor a la civilización hebrea sino a su esfuerzo para quitarse de encima cualquier sospecha de antisemitismo. Pese a lo que se suele pensar, él entendía que para el éxito de su plan de modernización e industrialización, debía acercarse a los Estados Unidos. Y como creía en forma exagerada en la influencia de los judíos en Norteamérica, hizo todo lo posible para mejorar su imagen y cultivar buenos vínculos con Israel. ¿Por qué plantea que la base de las relaciones fue el interés de Perón en ahuyentar el fantasma del fascismo? ¿No pudo tener simpatía frente al nuevo Estado judío? -Insisto en que el gran problema de Perón durante la posguerra fue su imagen internacional. En muchos lugares del mundo lo veían como nazi-fascista y había gente -incluso en la Argentina- que hablaba de fascismo criollo. Esto le molestaba mucho. Yo entiendo su actitud hacia Israel en términos de una ecuación en donde las buenas relaciones le significaban interesantes ventajas. El era un político nato y pensaba en esos términos. Dentro del movimiento justicialista, en cambio, sí hubo simpatía hacia la lucha judía en contra del mandato británico, hacia los sobrevivientes del Holocausto y a la epopeya de establecer un nuevo Estado en el Oriente Medio. ¿En qué sectores del peronismo se palpaba esa corriente de simpatía? -Sobre todo en la gente de extracción socialista que luego se unió al justicialismo. Por ejemplo, hubo un conflicto interno muy interesante en la cúpula de la diplomacia en 1947, cuando las Naciones Unidas empezaron a debatir el problema de Palestina y el plan de partición de la zona en un Estado árabe y otro judío. La Argentina se abstuvo en la votación luego de una lucha entre los sectores de poder. ¿Cuáles eran las distintas posiciones? -El canciller Juan Atilio Bramuglia, que pertenecía al grupo de antigua filiación socialista, y Enrique Corominas, el número dos de la delegación argentina ante las Naciones Unidas, apoyaban la partición de Palestina y la futura creación de Israel. Pero el jefe de la delegación, José Arce, había tenido militancia en el campo conservador y defendía ideas bastante reaccionarias respecto de los judíos. Hizo todo lo posible para convencer al presidente sobre la necesidad de favorecer la posición árabe, que rechazaba la partición. El voto de abstención fue el resultado de las dos corrientes contradictorias dentro del peronismo. Una vez que se fundó el Estado de Israel, ¿hubo un verdadero intercambio entre los países o las relaciones tomaron una senda amable pero formal? -El vínculo fue estrecho. Hasta hay datos anecdóticos que ayudan a entender las relaciones que se establecieron. Evita, por ejemplo, envió frazadas a los campos de nuevos inmigrantes, donde residían los judíos pobres que llegaban a Israel desde el norte de Africa, de Oriente Medio o del centro de Europa. Eso fue cerca del año 1950. Hace poco leí en la prensa israelí que en unos hospitales del norte del país aún había algunas de esas frazadas, con el sello de la Fundación. ¿El regalo de Eva se mantuvo en secreto o fue un hecho público? -Salió en la prensa israelí y tuvo un cálido efecto psicológico en la población. Por otra parte, Golda Meir viajó a la Argentina y Eva insistió mucho para que conociera las actividades de la Fundación. Golda, que en ese momento era ministro de Trabajo, creyó que Eva hacía un buen trabajo pero que lo publicitaba demasiado. En cuanto al vínculo entre lo países, también fue importante un acuerdo económico que se firmó en 1950 y la visita que el canciller de mi país hizo a Buenos Aires en 1953. ¿Cómo se analizaban desde Israel las relaciones con la Argentina? -Hubo distintas opiniones. El primer jefe del Departamento de América latina -Moisés Tov, de origen argentino- desconfiaba del peronismo, al igual que gran parte de la colectividad judía local. Al mismo tiempo, el primer embajador israelí en Buenos Aires, Jacobo Tsur, era más pragmático y entendía que con el régimen de Perón se podían lograr acuerdos productivos en el campo político, diplomático y económico. ¿Quién fue el primer embajador de Perón en Israel? -Pablo Manguel, que militaba en la Organización Israelita Argentina (OIA), una entidad que apoyaba a Perón pero que tenía poco predicamento dentro de la colectividad. La OIA estaba alentada desde el gobierno, ya que la mayoría de los ciudadanos de origen judío no veían al peronismo con buenos ojos. ¿Cómo reaccionó Israel al golpe militar de la Revolución Libertadora? -En forma distinta a las colectividades de la Argentina o de los Estados Unidos. Es interesante ver cómo los judíos, dentro de un Estado soberano, adoptaron una actitud más abierta. Cuando fue el golpe, casi todos los diarios opinaron que no se podía volver, en lo social, a las condiciones pre- peronistas, aunque criticaban las limitaciones a los derechos ciudadanos y a la libertad de expresión del régimen. Relaciones bilaterales, ayer y hoy ¿El hecho de que la Argentina hubiera cobijado a nazis que huían de Europa aparecía como un elemento molesto en la relación bilateral? -No se hablaba mucho del tema. Existieron distintos rumores que nunca llegaron a ser un obstáculo serio, más allá de la crisis que hubo cuando Israel secuestró a Eichmann. Pero eso fue en 1960, con el gobierno de Frondizi. Creo que se exagera un poco al presentar a la Argentina como el principal lugar de refugio de criminales nazis después de la Segunda Guerra. ¿Por qué? -No existen pruebas suficientes para hacer una afirmación de ese tipo. Yo tengo la impresión de que a la Argentina llegaron nazis, como también lo hicieron a otros países. Pero no creo que esta tierra haya sido un paraíso para ellos. Los que vinieron aquí fueron, sobre todo, croatas colaboracionistas con el Tercer Reich; no tanto criminales de guerra. Y muchos ingenieros o técnicos de Alemania, más o menos comprometidos con el nazismo, que la Argentina quiso aprovechar al igual que lo hicieron otros países, incluso los Estados Unidos y la Unión Soviética. ¿Se sabe cuál fue el que albergó más nazis? -Las dos grandes potencias aceptaron tanto criminales de guerra como industriales alemanes. Y mantuvieron la información casi en secreto. Lo que pasó aquí se percibe distinto porque aún existe el debate sobre si la neutralidad argentina no estaba teñida de simpatías pro Eje. Este hecho, sumado a la mala imagen internacional de Perón, le dio más entidad al tema que en otros lados. Pero aquí llegaron nazis de muy alta jerarquía, como Eichmann y Mengele.-Es cierto. Hombres tan importantes en el régimen de Hitler no fueron a los Estados Unidos o a la ex Unión Soviética. Pero, si bien esto marca una diferencia, no creo que sea el fondo de la cuestión. ¿Cómo fue la relación del gobierno peronista de los años 70 con Israel?-Hay diferencias respecto de lo que pasó en los 40 y en los 50. Durante su exilio, Perón se acercó a distintos movimientos del tercer mundo, en su mayoría muy propalestinos y antiisraelíes. Creo que Perón, para ganarse el apoyo de la generación más joven, decidió adaptarse al clima internacional de la época, influido por la Revolución Cubana y por Vietnam. Esto produjo distanciamiento con el Estado judío. ¿Cómo analiza las relaciones del actual gobierno argentino con Israel? -Antes de que el presidente Menem fuera electo, había cierta desconfianza entre los diplomáticos israelíes. Se invocaban dos razones: su filiación justicialista y su origen árabe. El temor por lo peronista se relacionaba con las actitudes hostiles del partido contra el sionismo entre 1973 y 1976. Pero una vez electo, Menem quiso demostrar -al igual que Perón a finales de los 40- que no tenía ninguna enemistad contra Israel o la comunidad judía. Los primeros años de su gobierno se caracterizaron por los excelentes vínculos entre ambos países. Después se produjeron los atentados a la Embajada y a la AMIA y el horizonte cambió. ¿Se cree que hubo complicidad de algunos organismos argentinos, básicamente de fuerzas de seguridad? -En la prensa israelí, al igual que en la argentina, han aparecido muchas sospechas y dudas sobre la forma en que se investigan ambos atentados. Esto ensombrece las relaciones. La Cancillería israelí está en una situación muy delicada. Por una parte, apoya la actitud crítica del embajador israelí, Yitzjak Aviran. Por otra, tiene miedo de que las fricciones lleguen a un punto demasiado álgido, situación que se quiere evitar.

Fuente: clarin.com