Elecciones argentinas de febrero de 1946. Máxima expresión del revisionismo historico en la política

Por Gabriel O. Turone
para Jóvenes Revisionistas
publicado el 26 de febrero de 2017





Se cumplieron recientemente 71 años de las elecciones presidenciales y egislativas del 24 de febrero de 1946, las cuales determinaron la primera victoria electoral de Juan Domingo Perón, y de ello el comienzo de una nueva etapa en la historia argentina. También fue la única vez –y lo digo a título personal-, en que el revisionismo histórico, a través de sus figuras más notables, planteó, de modo serio y organizado, su introducción en las redes del poder político.
De muy difícil obtención es la lista con candidatos que presentó, en esa ocasión, la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), y doy gracias al destino el haber heredado una de ellas por intermedio de la señora doña Estela Gastiazoro, viuda de un ex aliancista, hablamos de Jorge F. Montiel Belmonte, quien alcanzó la Secretaría de Asuntos Históricos del Comando Nacional de ALN a partir de 1953.
Al contemplar ese listado no podemos, sino, quedar admirados de la cantidad de excelsos que pertenecían a la ALN y que, coincidiendo en tiempo y espacio, se volcaron a la política vernácula, un terreno al que habían estudiado, investigado y analizado merced a la doble condición de militantes e intelectuales.
Dr. José María Rosa (hijo
ALN adjuntaba a la lista de sus candidatos la fórmula presidencial Juan Perón-Hortensio Quijano, pero, como acotaba el jefe histórico de la entidad, Juan Queraltó, si bien la ALN “Se entroncó con el incipiente Movimiento Peronista (…) actuaba como fuerza independiente”. Como se sabe, esta organización tuvo entre sus filas a numerosos e importantes revisionistas históricos, verdaderos hombres de la cultura y el pensamiento argentino, lo que constituía una lista de candidatos de suma calidad.
Claro que, en el mundillo de la política, no siempre se tienen en cuenta tales cualidades humanas, por eso, y para ser honestos, las elecciones de 1946 para la ALN resultaron en un virtual fracaso numéricamente hablando. El riojano Félix Luna en su magnífica obra El 45, demuestra que las aspiraciones comiciales de la ALN no resultaron ser las esperadas.
En un anexo del libro, Luna confirma que la ALN presentó candidatos a Senadores y Diputados Nacionales solamente en la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires, obteniendo, en la primera localidad, un total de 20.837 sufragios, mientras que, en suelo bonaerense, logró apenas 7483 votos. Totalizaron, pues, 28.320 adhesiones, lo que implicó, en los resultados generales, apenas el 0,99% del electorado disponible para emitir su boleta en las urnas.
Sin embargo, nunca más hubo tal cantidad de cuadros intelectuales de primerísimo nivel dentro de una boleta electoral. Veamos, entonces, quiénes fueron algunos de esos pensadores nacionales –entre los que también había militares y hombres de la Iglesia- que aspiraron a cambiar la pauperizada política local con la noble intención de refrescarla de juventud, pensamiento y argentinidad.
Los nombres de la boleta 
La boleta pertenece a los postulados por la Capital Federal. Quizás muy pocos recuerden que el primer candidato a Senador Nacional de la ALN era un hombre de la Armada Argentina. De extracción nacionalista, el almirante (R) León Scasso había sido Ministro de Marina durante los años 1938 y 1942, y responsable, hasta su eyección de la cartera ministerial, de mantener la neutralidad argentina ante los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, que, en esos momentos, estaba en su máximo esplendor. Además, Scasso era un formador de cuadros políticos aliancistas, y le llamaban “El Almirante de la Soberanía”, puesto que por febrero de 1942 había ideado la posibilidad de recuperar las islas Malvinas mediante un plan secreto que luego se abortó. Póstumamente, Scasso fue ungido padrino de la Gran Cruz de Acero que el ciudadano Montiel Belmonte mandó construir y erigir al pie de las barrancas del río Paraná, en Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1976.
A tal efecto, redacté una nota de desagravio de Scasso en el 2010, pues su buen nombre y honor hubo de ser manchado por el lamentable diplomático Carlos Escudé en una nota que éste suscribió para “La Nación” el 2 de abril de 2009. Scasso, que poseía una claridad intelectual brillante, había otorgado un reportaje para el Diario “Pampero” el 17 de diciembre de 1942, cuyo recorte conservo y en uno de cuyos párrafos advertía lo que hoy notamos con claridad:
“Ninguna nación del mundo escapará, a mi juicio, a los efectos de la revolución social e ideológica iniciada con esta guerra. Resulta, para mí, evidente la implantación de un nuevo orden mundial: esta guerra termina una edad en la historia humana, y de la forma como se planteé la nueva época dependerá un mayor bienestar para los pueblos o la caída final a un abismo del que difícilmente se podrá salir sin sentir, más graves aun, los catastróficos efectos a que nos ha conducido el desorden y la desigualdad social que vienen imperando desde que el liberalismo modificó fundamentalmente las bases de la convivencia humana, y favoreció el predominio de grupos interesados únicamente en el desarrollo de una mentalidad materialista entre los individuos.”[1] 
 Como segundo candidato a Senador Nacional figuraba el Dr. Frank Soler, fisiólogo de profesión y miembro fundador de la Asociación de Boy Scouts Argentinos, junto a Francisco Pascasio Moreno, el general Luis Dellepiane y el paisajista Carlos Thays, entre otros, el 4 de julio de 1912.
La lista de candidatos a Diputados Nacionales es aún más rica en nombres. Tenemos, en primer lugar, a Juan Enrique Queraltó, jefe fundador de ALN gracias al apoyo que le dio el general Juan Bautista Molina, allá por 1935. En su adolescencia, Queraltó militó en la Legión Cívica, pero a poco andar resolvió “formar un grupo de jóvenes universitarios para contrarrestar la prédica izquierdista de la Federación Universitaria Argentina (FUA)”, dando origen a la histórica UNES (Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios), a la cual pertenecía el malogrado Darwin Passaponti.[2] Perseguido por el Ministro de Interior Ángel Borlenghi, en 1953 Juan Queraltó recibió un salvoconducto del presidente Perón para ir a trabajar a la República del Paraguay en la distribución de víveres, ropas y juguetes destinados para las escuelas de ese país y que enviaba la Fundación de Ayuda Social “María Eva Duarte de Perón”.
Mural “San Martín, Rosas, Perón” (1972) del pintor Alfredo Bettanin
La única participación claramente política del Padre Leonardo Castellani ocurrió en las elecciones del 24 de febrero de 1946, cuando aceptó ser incluido como segundo en la lista de Diputados Nacionales a elegir por la ALN. Es que, para el cura jesuita, la democracia no era “el régimen perfecto y suave que soñó (y en parte vio) Sto. Tomás”, puesto que para Castellani tal sistema representaba la “muerte de la estabilidad política”, entendiéndose por estabilidad “el bien más grande de los que debe conseguir la política –dentro de la movilidad esencial de las cosas humanas. La estabilidad política falta en la Argentina ahora y ha faltado hace mucho tiempo; y esa es la causa del atraso, incluso técnico, de la Argentina; y de los actuales dolores”, sentenciaba por 1973.[3] Las cualidades del Padre Castellani han sido variadas: filósofo[4], político, historiador, filólogo, poeta, escritor y polemista de fuste. Escribió sobre filosofía, religión, crítica literaria, política, psicología, poesía y ficción, redondeando unas 37 obras, muchas de las cuales son hoy inconseguibles.
En tercer lugar, como candidato a Diputado Nacional, aparece el erudito e historiador revisionista José M. Fernández Unsain, hombre que pasaría a conformar el aparato cultural del peronismo entre fines de la década de 1940 y comienzos de la siguiente. En el sexto lugar asoma el nombre de Bonifacio Lastra, quien ejercía como apoderado legal de la ALN, a la vez que fue uno de los principales oradores de la organización. De hecho, existe una obra que compila sus discursos y escritos de aquellos años. Lastra fue uno de los siete integrantes que se reunió con Perón ni bien éste se hizo cargo del Departamento de Trabajo y previsión, en noviembre de 1943. Según el relato de Queraltó, el mismo coronel Perón les informó que deseaba conformar un GOU civil que los incluiría.
El noveno de la lista fue el gran historiador y polemista Juan Pablo Oliver, a quien Jauretche lo sindica como gran productor de artículos dedicados a la histórica económica argentina y dentro de los revisionistas militantes que tuvieron su auge entre 1930 y 1955. A su vez, Oliver se halla entre los primeros colaboradores que tuvo la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” de Buenos Aires en sus orígenes. En el undécimo lugar, nos encontramos con Carlos Ibarguren (hijo), también cultor del revisionismo histórico, integrante del Instituto Rosas y quien centró su actividad intelectual en el análisis histórico de los Estados Unidos y su rol preponderante en el siglo XIX cuando gobernaba Rosas la Confederación Argentina. Con posterioridad, escribió para la Revista Cabildo en tiempos de Ricardo Curutchet.
Almirante don León Scasso
Por último, nos referiremos al Dr. José María Rosa, uno de los escritores fundamentales de la corriente revisionista argentina, quien aparecía como candidato a Diputado Nacional en el puesto 13. Mucho es lo que se puede comentar de Rosa, como ser que en 1954 fue el Presidente de la Organización Popular por la Repatriación de los Restos de Rosas, iniciativa que fue alentada por el presidente Perón y que apoyaron numerosos funcionarios suyos que eran rosistas para traer a la nación los restos del Restaurador de las Leyes. Sus orígenes en esto de investigar la historia patria los tuvo en Santa Fe a través del Centro de Estudios Históricos Federales, compartiendo tribuna con Alberto Ottalagano, futuro interventor de la UBA en tiempos de Isabel Perón.
A comienzos de los años 50, José María Rosa era el Presidente del Instituto Juan Manuel de Rosas de Buenos Aires, y acusado por promover el revisionismo histórico fue encarcelado y torturado por miembros de la “Revolución Libertadora” tras septiembre de 1955, debiendo exiliarse en Uruguay. En 1973, Juan Perón lo hizo diplomático: primero en el Paraguay, más tarde en Grecia, de donde fuera expulsado tras el golpe de Estado de marzo de 1976.
Otras figuras que formaron parte de la ALN fueron Rogelio García Lupo, Rodolfo Walsh, Oscar Bidegain y el abogado e investigador de la deuda externa Alejandro Olmos. Como candidato a elector de senadores estuvo Jorge Montiel Belmonte, historiógrafo y jefe de las Seccionales 7ª y 9ª de la ALN, y más tarde un cargo en el Comando Nacional en tiempos de Guillermo Patricio Kelly hasta el derrocamiento de Juan Perón. Como todos sus camaradas, no vivió de la política, ya que desdoblaba su tiempo entre la militancia nacionalista y el trabajo, primero, como secretario de correspondencia en una empresa láctea y, luego, como funcionario municipal en el Mercado de Hacienda de Liniers.
Hay otro aliancista como candidato a elector de senadores: Alfredo A. Bettanin, director, guionista y pintor santafecino que en 1972 realizó un estupendo mural hecho en acrílico sobre tela titulado San Martín, Rosas, Perón que refleja, desde una visión eminentemente revisionista, el devenir histórico argentino desde la Conquista Española hasta el último gobierno de Juan Perón.
Hace 71 años la política argentina perdía una situación inmejorable para brindarle un poco de calidad a la clase dirigente, con hombres plenamente imbuidos de ideas, conciencia y formación nacional. Lo recordamos muy someramente a través de este escrito, y no tanto como un lamento sino, más bien, como la verdadera y única posibilidad que se pudo concebir para embellecer la cosa pública, para devolverle su ética fundacional como es la de servir al prójimo, y para desterrar la tradicional negrura, ramplonería y traición que trastocó el normal funcionamiento de la política en nuestra tierra querida.   
Bibliografía:
  • Archivo y documentos de Jorge F. Montiel Belmonte (en poder del autor).
  • Bra, Gerardo. “Juan Queraltó” (Testimonios), Revista Todo es Historia, Nº 216, Abril de 1985.
  • Castellani, Leonardo. “De Kirkegord a Tomás de Aquino”, Editorial Guadalupe, Noviembre de 1973.
  • Luna, Félix. “El 45”, Editorial Sudamericana, Agosto de 1986.
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[1Diario Pampero, Buenos Aires, jueves 17 de diciembre de 1942, página 3.
[2Adrede se suele decir que Passaponti fue el “primer mártir del peronismo”, siendo falsa dicha sentencia. La UNES para octubre de 1945 era la rama estudiantil de la ALN, por ende, Passaponti fue un mártir aliancista.
[3] Castellani, Leonardo. De Kirkegord a Tomás de Aquino, Noviembre de 1973, página 196.
[4Era doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y diplomado en Filosofía por la Universidad de la Sorbona de París, Francia.