El 3 de febrero de 1795 nace el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre y Alcalá

Por: Gil Ricardo Salamé Ruíz 
publicado el 3 de febrero de 2016

Hoy, después de tener seis años hablándole a Vd. de Sucre, algo más que un guerrero haré una mini biografía de él como extraordinario guerrero que fue. Del general llamado por el Libertador Simón Bolívar: "El general de los soldados" y muy alabado por el propio Libertador como gran estratega.

Veamos los orígenes de nuestro gran héroe de la independencia: Cita el historiador español Francisco Fernández de Bethencourt, fallecido en 1916, en la Historia genealógica y heráldica de la monarquía que

La familia Soucre o Sucre remonta su genealogía hasta Juan Sucre, quien vivió en el siglo XV, al servicio de la Casa Soberana de Borgoña, Don Carlos Adrian Sucre, marqués de Preux, tuvo que irse de Flandes para ingresar como caballero de Alcántara.

Los Sucre nacidos en Cumaná son descendientes de Antonio de Sucre y Pardo, nacido en Santiago de Cuba, contrajo matrimonio en Cumaná con doña Josefa Margarita García de Urbaneja, con quien tuvo diez hijos: Vicente Sucre Urbaneja, Teniente de Infantería se casó con doña María Manuela Alcalá, quienes tuvieron nueve hijos, José María, María Agua Santa, María Josefa, José Jerónimo, Vicente, Pedro José, Antonio José Francisco, Francisco y Magdalena. El único que dejó descendencia fue Jerónimo. Todos ellos, excepto José María (el mayor de los hermanos), quien falleció de muerte natural en Cumaná) fallecieron trágicamente. José Jerónimo contrajo cólera y murió a consecuencia de ella; Vicente fue asesinado, lanceado por Boves en su lecho de enfermo en 1814; Pedro fue hecho prisionero en la segunda batalla de La Puerta y ejecutado en la Victoria varios días después; Francisco fue encarcelado en Cariaco por el general Canterac, (quien había venido a Venezuela con la inmensa tropa que trajo Pablo Morillo de España) y pasado por las armas. Sucre hizo preso en Ayacucho a Canterac, no le guardó ningún rencor y lo trató bien. Santander lo hubiese fusilado como lo hizo con los prisioneros españoles de la Batalla de Boyacá; las hermanas del Gran Mariscal de Ayacucho también fallecieron trágicamente. María Aguasanta y su hermana Josefa murieron ahogadas cuando navegaban de Cuba a Sain Thomas. María Agusanta tanía 8 niños quienes también murieron en el s hermanas Sucre y Alcalá, nació en Cumaná en 1800, muere a los 14 años, violada en Cumaná por las tropas de Boves; su madrastra Narcisa Marquez se suicido ese mismo día lanzándose de un balcón para escapar de los crueles asesinos.

Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá nació en Cumana el 3 de febrero de 1795 en un hogar adinerado. Fueron sus padres, como hemos dicho, don Vicente Sucre y Urbaneja y María Manuela de Alcalá y Sánchez .

Alcides Arguedas en su obra Historia de Bolivia la fundación de la República, lo describe así:

Al cumplir treinta años (1825) era un mozo de constitución casi endeble, de regular estatura, moreno de cutis y ojos oscuros y expresivos, cabello negro y naturalmente encrespado, finas manos, pie breve. Pero si físicamente no había nada que atraiga y fascine, por su discreción, carácter y modales era el tipo consumado del hombre fino y gran señor, moderado con los gestos, de consejo avisado y procedente, delicado con las damas, en extremo fino con las mozas. Sobrio en los placeres de la sensualidad, esmeroso en afectación en el atavío personal, altivo y discreto a la vez, según las circunstancias, jamás trasponía los límites del buen tono, y era afable con sus subordinado, bueno con sus amigos, pródigo con su dinero y dadivoso con la necesidades.

Apunta el doctor Laureano Villanueva e su obra, Vida del Mariscal que "aunque los estudios de Sucre fueron deficiente le fueron muy útiles." El cumanés era huérfano de madre y se ocupó de sus estudios su tío José Manuel. Su instrucción fue toda militar y como militar fue el que más sobresalió entre los mayores hombres de su patria. Tan solo perdió una sola batalla, la de Guachi, el 18 de septiembre de 1821, Al desobedecer el general Mires sus órdenes de no atacar. Mires fue hecho preso por los realistas, Sucre negoció su libertad y este general, quien fue profesor como militar.

Veamos un párrafo de la descripción que hace Simón Bolívar de los primeros pasos de Antonio José de Sucre en el Ejército venezolano:

Empezando la revolución se dedicó a esta arma y mostró desde los primeros días una aplicación y una inteligencia que lo hicieron sobresalir entre sus compañeros. Muy pronto empezó la guerra, y desde luego el general Sucre salió a la campaña. Sirvió a las órdenes del General Miranda con distinción en los años 11 y 12. Cuando los generales Mariño, Piar, Bermúdez y Valdés (1) emprendieron la reconquista de su patria en el año 13, por la parte oriental, el joven Sucre los acompaño a una empresa la más atrevida y temeraria. Apenas un puñado de valientes que no pasaban e cien, intentaron y lograron la libertad de tres provincias: Sucre siempre se distinguía por la infatigable actividad, por la inteligencia y por su valor. En los célebres campos de Maturín y Cumaná se encontraba de ordinario al lado de los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejércitos contrarios con tres o cuatro compañías de voluntarios que componían todas nuestras fuerzas. La Grecia no ofrece prodigios mayores. Quinientos paisanos armados. Mandados por el intrépido Piar, destrozaron ocho mil españoles en tres combates en campo raso. El General Sucre era uno de los que se distinguía en medio de estos héroes (2)

El general Sucre sirvió al Estado Mayor General el Ejército de Oriente desde 1814 hasta 1817, siempre con aquel celo y espíritu humanitario.

Inicio en el Ejército

Tal como lo reseña de su puño y letra. Sucre ingresa en el Ejército cuando tan solo contaba quince años y así se lo recuerda al Libertador en carta que le escribió desde Chuquisaca, el 20 de diciembre de 1826.

Cuáles son los hechos para que el Libertador calificara al general Antonio José de Sucre como magnánimo: todos las ordenes que el Simón Bolívar le dictó a Sucre, las cumplió excelentemente, desde el encargo de comprar armas en la Antillas para la guerra de la independencia hasta haberla dado el mando para que fuese el General en Jefe en la Batalla de Ayacucho, por habérselo impedido el Congreso Colombiano por ser presidente de Colombia, pero llamémoslo por su nombre, fue el egoísta Santander quien se lo impidió, no obstante cuando el Libertador así lo llamó fue tras el la firma del Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra que se realizo entre el 25 al 26 de noviembre de 1820. Sucre le escribió al Libertador: "El tratado de regularización de la Guerra lo propondremos hoy, tan generoso, liberal como Vd. desea". No obstante, Bolívar una vez firmado el mismo dijo."Este tratado es digno de la benignidad y clemencia del alma de Sucre".

No obstante, el Tratado de Regularización de la Guerra no solo merece todas las alabanzas que hace el Libertador de él, sino que también sienta las bases para el establecimiento de la Cruz Roja (1864), se trata en la Convención de Ginebra, el cuidado que se les debe a los prisioneros de guerra.

También, señaló Juan Oropeza en el Zigzag de Santiago de Chile (1937), lo siguiente:

En Trujillo se abre y se cierra el ciclo de la guerra a muerte. El tremendo decreto expedido allí por Simón Bolívar en 1813, mantiene su vigencia hasta el Tratado de Regularización de la Guerra que va a concluir Sucre, en la misma ciudad, conjuntamente con el Armisticio en 1820.

Desde entonces la vida de Sucre puede leerse en las mismas páginas de la historia de Bolívar, ambos sufrieron de los mismos trabajos y estuvieron juntos en la Batalla de Junín (4 de agosto de 1824) Sucre era sereno, organizador que superaba los obstáculos y apartaba el peligro para lograr la victoria. Desde la primera batalla (1813) hasta la última – de la independencia de Sur América - su nombre apareció en primer término.

Como militar de Antonio José de Sucre planifico el Plan de la batalla de Carabobo, porque él perteneció al Alto Mando del Libertador, quien les ordenó a sus oficiales de su Alto Mandos hacer planes para la campaña de 1821 que terminaría con la batalla en el campo de Carabobo. . Bolívar escogió entre todos los planes hechos, el del general Sucre y lo llevó magistralmente acabo, tal como lo había planificado el cumanés las tropas patriotas se movieron a lo largo y ancho del territorio nacional con el propósito de distraer a la tropas realistas para que no se concentraran todos en un mismo lugar a la hora de la batalla por la independencia de Venezuela. Así fue como Bermúdez atrajo al general español Pereira al Calvario de Caracas, haciendo que el mejor general español, en ese momento, no estuviese presente el 24 de junio de 1821 en el campo de Carabobo.

El general Sucre no estuvo presente en esta batalla, pero fue quien la planificó. Venezuela quedó libre de españoles luego que Simón Bolívar, el Libertador derrotara en el campo de Carabobo al general La Torre.

Cabe añadir en este relato de la batalla de Carabobo lo que de ella escribió el historiador Lino Duarte Level en su "Historia Patria":

"Sucre trazó magistralmente la campaña de 1821. Bolívar la ejecutó con precisión militar. Para aquel la gloria de la concepción y del genio, para éste lo honores del triunfo; para Páez los laureles de la victoria; para –Cedeño y Plaza las palmas del martirio"

Bolívar y Sucre emprendieron su viaje a Bogotá desde San Antonio del Táchira después de diciembre de 1820 se fueron vía Cúcuta, Pamplona, Soata, Sátiva y Tunja. Llegaron a Bogotá en víspera de los Reyes. Allí el Libertador le confirmó a Sucre el mando del Ejército del Sur, el 11 de enero del citado año. Fue en busca del ejército colombiano que se le había encomendado mandar.

Se encarga de la campaña de Pastos y Popayán, en esta última ocurre el siguiente episodio que es narrado por Richard Vowell, oficial del ejército patriota, en libro "Campañas y Cruceros"

El general venezolano Valdez había conducido tan mal sus tropas que por poco las pierde todas. Sin embargo, Sucre alcanza las mismas y con hábiles maniobras logra salvarlas: en esta retirada fue su ensayo, maniobró con una habilidad extraordinaria y nos condujo sin accidentes a Popayán a través de un país donde las posiciones eran raras y que estaba ocupado por innumerables guerrillas mandadas por el Caudillo godo, que para nada tenía en cuenta el armisticio."

El Libertador y Sucre partieron para Bogotá a principio de 1821. Bolívar le confirió a Sucre el mando del Ejército Libertador de La División del Sur el 11 de enero. Bolívar regresó a Venezuela para la batalla de Carabobo. Sucre no lo hizo sino hasta el 14 de abril de 1830, cuando intentó llegar a Valencia, donde estaba Páez, para tratar de disuadirlo de que no separase a Venezuela de Colombia fue detenido en La Grita, tal como él lo había predicho y escrito al Libertador, de allí no pasó y regresó a Cúcuta donde le escribió una carta a Bolívar, el 6 de abril de 1830, diciéndole que "Veía delante de nosotros todos los peligros y todos los males de pasiones exaltadas, y que la ambición y las venganzas van a desplegar toda su fuerza". La desmembración de Colombia era inevitable. El 15 de abril drde 1830, le escribe: "No quiero firmar la disolución de Colombia".

Pero sigamos paso a paso el camino del joven general y veamos los elogios que hace de él el historiador William Sherwell:

"A Sucre se le asignó la Comandancia del Bajo Orinoco y más tarde se le nombró Jefe de Estado Mayor de una división que confió a Bermúdez para libertar a la provincia de Cumaná. Sirvió este puesto hasta enero de 1820.

Difícilmente podrá encontrarse un par igual a Sucre y Bermúdez. Este dotado de gran energía y de audacia estaba siempre dispuesto atacar al enemigo. A veces su impetuosidad se sobreponía a su razón, Sucre no menos valiente, era el pensador de los dos. Precavido siempre atento al peligro para poderlo eludir, perfeccionaba sus planes antes de ponerlos en practica. Cuando las cosas iban mal, Sucre buscaba la causa y corregía el daño. Era insustituible en la preparación de una campaña, en almacenar las municiones, provisiones, medicinas necesarias. Sus soldados lo consideraban no tan sólo como su general, sino su padre, produjo una campaña regular y metódica, llevada a cabo con ejércitos organizados y disciplinados.

Como hemos descrito Bolívar se encuentra con Sucre (1819) según O’ Leary en el Orinoco, y cerca de Achaguas según correspondencia del propio Sucre. Poco después, en San Juan de Payara, el Libertador le confirma su ascenso a General de Brigada (16/02/1819) y lo envía a las Antillas a buscar armamento para la Guerra de la Independencia. El ejército patriota se encontraba desarmado ante el realista y por ello Bolívar encargó a Sucre de tan importante misión. La cual realiza con todo éxito y a su regreso da cuenta detallada de todo lo que compró y el costo desglosado de su compra. Ese armamento que adquirió Sucre fue el utilizado durante toda la guerra de la independencia de Colombia y Perú más el que les quitaban a los españoles al derrotarlos en batallas. No se compró nada más.

Sucre ocupó todos los cargos civiles habidos durante su vida, y los militares también, es así como civil fue: secretario de los "Insurrectos en Tierra Firme", como llamó en tono irónico el gobernador de la Isla de Trinidad – Sir Ralph Woodfor a Santiago Maríño, Bermúdez, Piar, Váldez y Sucre, los principales jefes de la insurrección oriental de Venezuela que refugiaron en dicha isla para no ser muertos por los realistas comandados por el sanguinario José Tomás Boves. Sucre como secretario de ese grupo le dirigió una carta enérgica y breve al gobernador de Trinidad y entre las cosas le dijo:

"Cualquiera que haya sido la intención de Vuestra Excelencia ala llamarme insurgente, estoy muy lejos de considera deshonroso el epíteto, cuando recuerdo que con denominaron los ingleses a Washington"

Cuáles son los hechos para que el Libertador calificara al general Antonio José de Sucre como magnánimo: se debió todas las ordenes que el Simón Bolívar le impartió, el cumanés las ejecutó excelentemente, desde el encargo de comprar armas en la Antillas para la guerra de la independencia hasta haberla dado el mando para que fuese el General en Jefe en la Batalla de Ayacucho, por habérselo impedido el Congreso Colombiano por ser presidente de Colombia, pero llamémoslo por su nombre, fue el egoísta Santander quien se lo impidió, no obstante cuando Sucre las ejecutó el Libertador así lo llamó. Tras la firma del Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra que se realizo entre el 25 al 26 de noviembre de 1820. Sucre le escribió al Libertador: "El tratado de regularización de la Guerra lo propondremos hoy, tan generoso, liberal como Vd. desea". Bolívar una vez firmado el mismo dijo."Este tratado es digno de la benignidad y clemencia del alma de Sucre".

El Tratado de Regularización de la Guerra no solo merece todas las alabanzas que hace el Libertador de él, sino que también sienta las bases para el establecimiento de la Cruz Roja (1864), se trata en la Convención de Ginebra, el cuidado que se les debe a los prisioneros de guerra.

También, señaló Juan Oropeza en el Zigzag de Santiago de Chile (1937), lo siguiente:

En Trujillo se abre y se cierra el ciclo de la guerra a muerte. El tremendo decreto expedido allí por Simón Bolívar en 1813, mantiene su vigencia hasta el Tratado de Regularización de la Guerra que va a concluir Sucre, en la misma ciudad, conjuntamente con el Armisticio en 1820.

Comisionado Nacional a Las Antillas. En 1819, Sucre es elegido diputado al Congreso de Angosturas, en 1821 el Libertador lo nombra Intendente del Departamento de Quito, luego el propio Bolívar lo nombra Diplomático para que vaya a Lima, Perú para conversar con las autoridades de ese país, donde todo era un barullo.

Sucre como militar tuvo sus grandes logros al Sur de América, allí liberó a Ecuador de los españoles en la Batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822 y obtuvo su más apoteósico triunfo el 9 de diciembre de 1824 derrotando en Ayacucho el ejército español de 10.000 soldados comandado por el Virrey La Serna que habían vencido 14 años en la República del Perú. Con esta victoria se selló la libertad de Sur América, solo queda un pequeño grupo de combatientes en el Alto Perú que también fue derrotado por las tropas del Gran Mariscal de Ayacucho.

O’ Leary en sus Memorias escribió, en referencia a Sucre:

Sin embargo era apenas conocido cuando el Libertador, juez competentísimo para juzgar méritos, le confirió el mando del ejército del Sur... Pocos meses antes de nombrar a Sucre el mando del ejército del Sur, el día en que el Libertador entraba a Cúcuta de regreso de Cartagena salió aquel a recibirle. Al verle venir yo. Que no lo conocía, le pregunté al Libertador quién era aquel mal jinete que se nos acercaba. "Es respondióme, uno de los mejores oficiales del ejército, reúne los conocimientos de profesionales de Soublette, el bondadosos carácter de Briceño (Méndez), el talento de Santander y la actividad de Salom. Por extraño que parezca no se le conoce, ni se sospechan sus aptitudes. Estoy dispuesto a sacarle a la luz, persuadido de que algún día me rivalizará "

YAGUACHI

(12 de agosto de 1821)

Sucre, establece su cuartel general en Zamborondón y desde allí envía tropas de vanguardia a Babahoyo al mando del Comandante venezolano Nicolás López de Aparicio, quien desgraciadamente se pasó con toda y su tropa al enemigo para robar la corbeta "Alejandro" Sucre es notificado de esta rebelión por Olmedo, corrió a Guayaquil aplastó a los conspiradores, los castigó y luego emprendió su campaña contra las tropas realistas comandadas por González, logra el triunfo con hábiles tácticas de guerrilla en un lugar denominado Cone muy cerca de Yaguachi. Con este triunfo la moral de los patriotas y sus tropas se acrecentó y Sucre demuestra, una vez más, su destreza como comandante de tropas, antes lo había hecho en Pasto al iniciar su campaña al Sur de la América. No obstante esta alegría duraría poco, porque las tropas patriotas en persecución de Aymerch son derrotadas en Guachi., el 12 de septiembre. La aplastante derrota sufrida por Sucre en Guachi sería la única en toda su vida y le causó un hondo pesar y así se lo hizo saber a e Libertador en carta que le escribió el 18 de septiembre de 1821:

Después de la brillante victoria en Yaguachi, parecía que la campaña de Quito por esta parte iba a ser la más feliz; pero ha sido todo lo contrario. El día 12 se ha perdido completamente el cuerpo principal de la división que constaba de mil hombres en las llanuras de Ambato. Apenas se han salvado cien hombres, pero casi todos jefes y oficiales y todo, todo se ha perdido. Yo creo hacer a V. E. Una relación de esta desgraciada campaña con la franqueza y sinceridad de carácter que V. E. Me conoce.

Esta derrota no fue por obra y gracia de él, sus ordenes fueron desobedecidas por el general Mires. Veamos otro párrafo de su carta a Bolívar:

V. E. verá que esta acción se ha comprometido contra mis órdenes, y que se ha dado se ha dado fuera de todo cálculo militar y de todas las reglas de a guerra; y que se ha perdido únicamente, porque no se ha podido dársele una regular dirección variadas desde el principio mis disposiciones, Y que la imprudencia de haber dispersado nuestra infantería antes del combate, nos ha destruido. Soldados veteranos apenas hubieran podido rehacerse. ¿Cuánto menos era posible con reclutas? Ha de saber V. E. Que ni los ingleses de Albión estaban presentes, porque se hallaban a bordo en la persecución de la corbeta "Alejandro", robada en Guayaquil, y ahora mismo marchaba a reunirse al cuerpo.

El general Mires fue hecho prisionero por la tropas realistas como sospechó y más tarde el 29 de enero de 1822, le pide al Mariscal de Campo de los Ejércitos Españoles, Juan de la Cruz Mourgeón su canje como prisionero por el oficial que el Mariscal español desee y lo puede hacer personalmente, y añade; " pero si V. S. lo retiene, espero que será tratado con la consideración correspondiente a su empleo". Mourgeón convino con el canje de los oficiales prisioneros pero se reservó el de el General Mires. Sucre en correspondencia que le hace, el 22 de enero de 1822, al Ministro de Guerra Pedro Briceño Méndez le súplica a éste para que obtenga la libertad de un jefe tan benemérito, la cual obtuvo y lo veremos combatiendo gallardamente en la batalla de Pichincha, en la cual se distinguió por su valor.

En la batalla de Guachi tanto el ejército patriota como el realista quedaron en pésimas condiciones después de la batalla. El General Aymerich, jefe de las tropas realistas decidió entregarle en mando al coronel Tolra y se va Quito. Este último persigue a las tropas patriotas pero en lugar de atacarlas le propuso un armisticio a Sucre quien gustosamente lo aceptó (20 de noviembre de 1821) para sacarle gran provecho, porque pudo reorganizar su ejército para la gran batalla de Pichincha en la cual libertó, el 24 de mayo de 1822 al Ecuador de los españoles.

Bolívar ponderó el armisticio de la siguiente forma

La destreza del general Sucre obtuvo un armisticio del general español, que en realidad es una victoria. Gran parte de la batalla de Pichincha se debe a esta hábil negociación, porque sin ella aquella célebre jornada no habría tenido lugar....

SUCRE INCANSABLE GUERRERO

No deseando que sus tropas se mantuviesen ociosas durante el invierno le propone, el 23 de octubre de 1821, al Vicepresidente Francisco de Paula Santander una expedición a Panamá y aprovechar que el ambiente allí le sea benévolo.

Le hace esta propuesta a Santander porque piensa que sus tropas no pueden permanecer inactivas tanto tiempo .y con el riesgo de contraer enfermedades.

No he encontrado la carta de Santander en repuesta a dicha propuesta pero es obvio pensar que no la aceptó.

Mas las tropas patriotas no permanecieron inactivas, atravesaron las "malditas montañas; se nos han enfermado alguna gente pero muy poca" acotó el General Sucre. Las tropas colombianas el regimiento los "Dragones" del Valle de Yunguilla con el Coronel Ibarra se encargó de molestar al enemigo en guerra de guerrillas ordenada por Sucre para que el grueso de las tropas se apoderaran de Cuenca lo más pronto posible. Suponía que iba a encontrar en el valle de a dos leguas de Cuenca. Tropas enemigas de 1.300 hombres, compuesta por doscientas cincuenta o doscientas ochenta de caballería.

El general Antonio José de Sucre libro la Batalla de Pichincha donde se destacó por su valor. Esta batalla se realizó el 24 de mayo de 1822, quedando libre Ecuador de los españoles e incorporándose a Colombia La Grande

La Victoria de Pichincha selló la libertad de la Real Audiencia de Quito. El 25 de mayo de 1822 se firmó la Capitulación de Quito entre el Mariscal de Campo Melchor Aymerich, por parte de los españoles y el general Antonio José de Sucre. La región liberada en Pichincha se convirtió en el Distrito del Sur 2.

El general Antonio José de Sucre y Alcalá después de obtenida la victoria en Pichincha, fue nombrado Intendente de Quito, aquí comienza su carrera como servidor público. Sucre hizo una gran labor: creó Corte Suprema de Justicia en las ciudades más pobladas, creó un sinfín de escuelas públicas, hizo la Primera Ordenanza para el Aseo Urbano de Quito.

Hace eliminar los gastos innecesarios de los Senadores y Representantes, mediante correspondencia que le envió al Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda.

El 30 de marzo de 1823 funda la Sociedad Económica de Quito. Después, el 15 de abril, va al Perú como Ministro Plenipotenciario de Colombia. Sucre renuncia a la Intendencia del Departamento del Ecuador (Quito). El Congreso del Perú lo nombra Jefe del Ejército Unido de Colombia y Perú. El 27 de mayo de 1823, desde Lima, le dirige una carta al virrey La Serna y lo invita a firmar un armisticio.

Apunta el historiador Ramón J. Velásquez, lo siguiente:

"La capacidad de Sucre y su devoción por la causa republicana, fueron factores que en el ánimo de Bolívar apoyaron su ascenso y su designación para las más difíciles acciones".

Nuestro joven general cumanés vio cumplir, por órdenes del Libertador, otra función más que la del guerrero, lo hará tan bien como el gran oficial que fue. El Perú, era un barullo, como he dicho, las tropas republicanas y sus comandantes estaban divididos por banderas políticas y por el poder, mientras los realistas estaban acostumbrados a triunfar. Se requería de un hombre como lo describe Simón Bolívar, el 23 de marzo de 1823,

"Solamente un ejército magnifico, con un gobierno muy fuerte y un hombre cesáreo puede arrancarle el Potosí y el Cuzco a esos españoles".

Sucre fue elegido provisionalmente por el Congreso como Presidente del Perú, desde el 23 de junio de 1823 hasta el 17 de julio de 1823.

Sucre, como guerrero libró su última batalla en el portete de Tarqui, Ecuador, el 27 de febrero de 1829, donde derroto al Mariscal José La Mar.

La vida de nuestro Gran Mariscal de Ayacucho no solo fue como guerrero, sino como: "Algo más que un guerrero", donde puso todas sus habilidades como gran estadista que fue. Creó a Bolivia en 1826. Fue su segundo presidente, después de la renuncia del Libertador a la presidencia.

Antonio José de Sucre y Alcalá es nombrado presidente provisional de Bolivia, el 28 de mayo de 1826. El Congreso lo nombró presidente vitalicio, el 2 de diciembre de 1826. Le puso fin a su mandato el 18 de abril de 1828. Duró dos años en la presidencia, renunció a ella tras el Motín del Cuartel de Chuquisaca que casi le costó la vida, lo dejaron manco de su brazo derecho de un balazo que recibió.

Sucre, se retiró a su vida privada el 2 de agosto de 1828, después de 13 de su pronunciamiento en el Congreso de Bolivia y se va a Ecuador a vivir con su amada esposa. En junio de 1828, se había casado por poder con su novia Mariana de Carcelén y Larrea, la Marquesa de Solanda, el 20 de abril de 1828. El Gran Mariscal de Ayacucho abandonó a Bolivia y se fue a vivir con su amada esposa a una finca cerca de Quito. Dos veces el Libertador Simón Bolívar lo sacaría de su vida pasiva dos veces, la primera, cuando le pidió fuese a Tarqui a enfrentarse contra las tropas de su antiguo amigo y subordinado, ahora Mariscal José La Mar quien comandaba las tropas peruanas que querían apoderarse de la provincia de Guayaquil y anexársela al Perú

El Libertador le hizo una carta desde Bogotá el 28 de octubre de 1828, en la cual le dijo:¡Bendito sea el día que Vd. Llegó a Guayaquil. Yo temía todo porque lo héroes de la Grecia cuando tornaron de Troya! ¡Quiera el cielo que Vd. Sea feliz en los brazos de su nueva Penélope!

Dirijo a Vd. un extraordinario que lo es el Dr. Merino, con el objeto de llevarle a Vd. estos pliegos. Ellos contienen el nombramiento de jefe absoluto del Sur. Todos mis poderes buenos y malos lo delego en Vd. Haga Vd. la paz, salve o pierda al Sur. Vd. es el árbitro de sus destinos, y en Vd. He confiado mis esperanzas. ….

El Libertador confiaba totalmente en Sucre para impedir a José La Mar se apoderará de Guayaquil. No confiaba en el general Juan José Flores.

Apunta Rafael Ramón Castellano, en su obra "La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho:

"Desde salida de Chuquisaca el 2 de febrero de 1828 hasta su entrada en Cobija, en lenta peregrinación porque la lesión se le mantenía abierta, el Mariscal meditaba sobre la forma más elevada de evitar un enfrentamiento entre Colombia y el Perú. Desde el Callao de donde sale el día 12 de septiembre hasta Guayaquil donde entra el 19 de para seguir el periplo hasta Quito, pregona el dialogo, la convivencia, el amor entre los dos pueblos hermanos".

Pero más pudo la ambición del Mariscal José La Mar de apoderarse de Guayaquil y sufrió una derrota aplastante y tan acongojado quedó que creyó que Sucre se apoderaría de territorio peruano a la hora de firmar el tratado, nuestro Mariscal pronunció su célebre frase: "La victoria no da derecho" "Nuestra justicia era la misma antes que después de la victoria." Un principio que muchos no han respetado y menos el Perú que ha despojado de gran parte de sus territorios al Ecuador y a Bolivia.

He aquí lo que dijo textualmente Sucre al ratificar el Tratado de Girón:

"Deseando dar un testimonio relevante y lo más incontestable pruebe que el gobierno de Colombia no quiere la guerra, de que ama el pueblo peruano, y de que no pretende abusar de la victoria y humillar al Perú, ni tomar un grano de arena de su territorio; apruebo y confirmo y ratifico este Tratado"

La Mar tuvo que firmar las mismas proposiciones que antes había rechazado. El Gran Mariscal Sucre, había derrotado al Mariscal La Mar, como era su costumbre con una fuerza inferior. La Mar tenía un ejército de ocho mil hombres y Sucre lo derrotó con cuatro mil cuatrocientos.

No obstante, La Mar tan pronto estuvo fuera del alcance de las tropas colombianas no respetó el Tratado de Girón. Los peruanos, según correspondencia del Libertador, el 16 de julio de 1829 le llevaron un armisticio por sesenta días y la devolución de Guayaquil fue únicamente del terreno y las casas de la región, retuvieron los buques de guerra y la artillería en depósitos y se llevaron hasta las últimas canoas en su evacuación. Mientras los colombianos le devolvían los hospitales y los prisioneros de Tarqui.

La campaña de Tarqui duró treinta días, luego de acabada la contienda ofrendó Sucre su espada en el altar de la Patria para retirarse de la vida militar. Tal fue su servicio postrero, como dijo él: "a la gloria y lustre de las armas de Colombia."

Y se despidió del ejército abrazando el estandarte de la Patria y pronunció su última proclama a sus compañeros del ejército:

Soldados:

"Una paz honrosa o una victoria espléndida" era necesaria en la dignidad nacional y al reposo de los pueblos del Sur. Una victoria espléndida y los preliminares de una paz honrosa, son los resultados de la campaña de treinta días concluida gloriosamente en Tarqui. Generosos como bravos, habéis marchado vuestro triunfo concediendo a los vencidos la amistad de los hermanos."

CAMINO AL CONGRESO ADMIRABLE

El historiador José Luis Salcedo Bastardo, en su obra "De mi propia Mano" destaca esta carta de Sucre al Libertador, titulándola así:

¡QUÉ TRISTE ÉPOCA Y QUE DESGRACIADA PATRIA!

Purificación, a 27 de diciembre de 1829

Mi general:

Desde que llegué anteayer a Neiva se me informó que en Venezuela han ocurrido algunas novedades. Al entrar aquí me han dicho que ellas son del tamaño , que se trata de nada menos que de separación; y que por tanto los diputados de Caracas no vienen al Congreso. Por no tomar una gran licencia no he abierto el pliego que va para Vd. , y sigo mañana para Bogotá en la más grande ansiedad, porque no sé que es lo que hay.

Estaré en la capital el 31 de en la noche, porque no puede ser antes por mis compañeros. Allí sabré de Urdaneta qué es lo que hay; mas deseo saber qué es lo que Vd. piensa hacer en tales circunstancias, y qué es lo que Vd. opina que hagan los diputados del Congreso existente en Bogotá. Dígame si Vd. viene, porque si no, y si no se reúne el Congreso, me volveré al Sur. Solo estaré en Bogotá (si no se reúne el Congreso) el tiempo que baste de saber de si Vd. viene a la capital y conocer allí sus medidas finales en esta crisis que será terrible si lo que se anuncia es cierto.

Adiós, mi General: cuanta pena tengo y cuánto disgusto por los disgustos de Vd. ! Un tumulto sobre otro, una novedad sobre otra, y las facciones que suceden desplazan a Colombia y el corazón de Vd. ¡Qué triste y que desgracida Patria!!!

Adiós mi General; tenga Vd. salud y véngase a Bogotá parta que remedie estos males de la hija de sus sacrificios.

Siempre apasionado, fiel amigo, atento servidor,

J . De Sucre

Lo señores Larrea, Pallares y Arteta saludan a Vd.

Vayamos a la narración que hace Vicente Pesquera Vallenilla de estos hechos:

"Pacificado el Sur de Colombia, el Liberador regresó a Bogotá y a su paso por Quito, le encareció al Mariscal de Ayacucho concurriese al Congresos de que debía reunirse en Bogotá como senador electo por Cumaná a cuyo puesto lo había elevado el sufragio popular de aquella provincia.

El Libertador sabía que el hombre a quién el aludió en su carta al General O’Leary: con todo vigor y fuerza moral que se hallan revestidos de la autoridad pública; y la opinión más general para salvar la patria; que gozaba de juventud y de vigor intelectual; que tenía la capacidad que se requiere para defender el estado y su propio puesto, era nada menos que su más querido General y amigo: Antonio José De Sucre y Alcalá. Por ello requirió, una vez más, sus servicios, el cual Sucre no le negó.

"Preparando en General Sucre para concurrir al Congreso, unos días antes de su partida le arrojaron una piedra por la ventana de su casa con un pasquín concebido en estos términos: "Usted será asesinado aun en los brazos de su mujer." Las tradiciones refieren que al imponerse el héroe del miserable anónimo, se lo llevó a su esposa diciéndole: "Mariana: tu serías capaz de hacerte cargo de esto," y viendo con desprecio aquella amenaza olvidó pronto el primer anuncio en que pronosticaban su desgracia."

EL CONGRESO ADMIRABLE

Despreocupado y sin temor alguno, emprendió Sucre su viaje a Bogotá a ocupar su puesto en la Asamblea colombiana, conocida en la historia con el nombre de Congreso Admirable, y pasar por Pasto, fue a abrazarlo y besarlo el General José María Obando, en cuyo acto díjole Sucre a sus amigos: "Este es el beso de Judas."

No era erróneo la creencia del Mariscal Sucre, él desconfiaba de los halagos de Obando porque en lo íntimo de su corazón había una voz oculta que le gritaba: "ese es tu verdugo." No erraba, repetimos, en mantener esa creencia el modesto paladín, y lo prueba la historia, que señaló a Obando como el asesino del Abel americano.

Llegada el anhelado instante de la entrada del héroe a Bogotá, y reinando ferviente entusiasmo por su llegada, al mismo tiempo que gran curiosidad por creerlo rodeado de un numeroso Estado Mayor o de un sequito considerable, como caudillo de nombradía, la población se lanzó a la calle y más de 3.000 personas se dirigieron a la avenida de San Vitorino a saludar a su ilustre huésped, entre gritos y alegría y expresiones de amor y de respeto.

Las animación crecía, con el más patrióticos entusiasmos, los corazones se exaltaban y los ánimos también. Pero el vencedor de Pichincha tardaba en aparecer.

Pronto vino el desengaño, porque el héroe, modesto como siempre, pasó por entre aquella masa humana sin ser conocido; sin Estado Mayor y sin séquito, cabalgando de una mula, vestido humildemente, envuelto en una capa y seguido de un asistente.

En las calles de Bogotá el General Sucre, fue conocido por un transeúnte, quien inmediatamente llevó la noticia a San Vitorino, la reunión había crecido prodigiosamente, y en posesión de la grata nueva de hallarse su predilecto adalid en la ciudad, se precipitó hacía su morada alegre y bulliciosa, vitoreando su nombre, a rendirle homenaje de gratitud de cariño, y de agradecimiento.

No conformes los admiradores del General Sucre con la frenética ovación que se le hiciera en el día le prepararon por la noche en el teatro una espléndida velada, exigiendo su presencia.

El valeroso guerrero asistió a ella y fue objeto de repetidas muestras de aprecio de parte de las personas más conspicuas de la sociedad bogotana. Los alumnos del San Bartolomé lo proclamaron Presidente del Instituto; y el pueblo, ese americano que a tan subido precio ha pagado la libertad, le aclamó y le apellido con justicia, Ilustre y Denodado Jefe de la Independencia Patria.

El partido llamado Demócrata, mezquino e impotente, alimentaba como toda minoría la idea del crimen para poder obtener la victoria que no le era posible alcanzar por los medios lícitos, y no podía ver con indiferencia que gozase su ilustre victima de una popularidad tan inmensa.

Abiertas la sesiones del Congreso fue electo Presidente, el General Sucre, a pesar de hallarse congregados en aquel cuerpo los hombres más eminentes de Colombia, y aún cuando rehusó a tan elevado en cargo tuvo que aceptarlo contar su voluntad porque se le advirtió que el cargo no era renunciable. Además quiso el Congreso que aceptase la presidencia de la República. Pero una vez más nos muestra su desprendimiento, y tomando por el brazo al doctor José Ignacio Márquez, le dice a sus colegas:

"He aquí un Presidente que honraría a su Gobierno y al pueblo que dirija".

El Libertador al abrirse las sesiones resignó su Dictadura ante el Congreso y le pidió al pueblo que apoyase las decisiones de sus representantes, y al presentar su Mensaje lo fijó en dos puntos sustanciales: lo que ha de hacerse, respecto al futuro; y la importancia de elegir un presidente.

Simón Bolívar

Se sometieron varios proyectos para el mejor gobierno de Colombia. Algunos querían que la nación se dividiera, otros un gobierno alternativo, aquellos, un gobierno central vitalicio, y hasta hubo quienes propusieron la monarquía con un príncipe extranjero. Sucre había aprendido mucho del carácter del pueblo con quien tenía que tratar. Deseaba un gobierno vigoroso bajo el cual la propiedad y lo derechos civiles estuvieran perfectamente protegidos:

"Cansados los hombres de tantas calamidades, disputan ya poco sobre esas exagerada libertad política y en vez e principios impracticables quieren un Gobierno constitucional que les dé garantías positivas, y los saque de ese laberinto de garantías escritas, en que sin embargo no gozan en la practica ni siquiera de los derechos de propiedad y seguridad."

Sin embargo, la tendencia general era la división de Colombia en sus tres componentes principales. Cada una de las secciones tenía su propio jefe: Páez en Venezuela, Santander en Nueva Granada, y Flores en el Ecuador.

Los santaderistas querían apartar al Libertador del Gobierno, los tildaban de usurpador y tirano, y a quien le atribuían la pobreza pública y el malestar de la Nación.

Si Bolívar se oponía a este torrente revolucionario no sólo se atreverían a combatirlo, sino que propasarían a atentar contra su vida, como lo hicieron el 25 de septiembre de 1828.

Si Sucre trataba de contener el movimiento ya iniciado, y que se iba haciendo general, también irían contar él hasta dejarlo sin vida, como en efecto lo hicieron, el 4 de junio de 1830, en la selva de Berruecos.

Bolívar se transó con la opinión pública proponiendo con talento de Grande Hombre de Estado, que se disolviera Colombia y anunciando en carta a sus amigos, y en documentos públicos a la Nación que se apartaba del Poder del país.

Sucre al principio se opuso a la división. La opinión general le fue contraría. Sólo una férrea dictadura podría mantener la unidad, pero Bolívar no quería valerse de su prestigio personal por más tiempo en semejante obra. Sucre ofreció sus servicios siempre que Colombia permaneciera unida y se empleara el ejército únicamente en apoyar a ley, sometido a una estricta disciplina. Por estas declaraciones, Sucre fue el centro del odio de todos aquellos adversarios de Colombia y de muchos oficiales del ejército.

Quince días duraron las sesiones en Bogotá del Congreso Admirable, así bautizado por Bolívar. Estando en sesión el Congreso estalló en Venezuela una revuelta, había allí clima de guerra, sostenido por los generales Páez y Mariño. El Congreso nombró una comisión para que tratasen de hablar con Páez en Valencia para limar asperezas. Dicha comisión fue integrada por el Presidente del Congreso Admirable: Antonio José De Sucre, el Vicepresidente, el obispo Estévez y el diputado García del Río, el cual no pudo viajar.

A Sucre se le encargaba de una difícil y delicada misión, tratar que la unión de Colombia se mantuviese, mas no fue así, ya que Páez con apoyo de Mariño habían decidido la separación de Venezuela de Colombia y a toda costa iban a impedir que el Gran Mariscal Sucre tuviese acceso a Venezuela, porque no todos los venezolanos querían la separación. Y a sabiendas que Sucre era muy querido por una gran cantidad de oficiales del ejército y del pueblo venezolano, y en adición era el General más completo de todos los generales venezolanos y quizá de todos los de su época, consideraban Páez y Mariño que Sucre podría arengar el pueblo en contra de los que querían la separación. De tal forma, Sucre era un grave peligro para las aspiraciones del General Páez, de allí que no dejaran pasar a él y la comitiva más allá de la Grita. Páez tenía en esa labor, además de Maríño, al General Piñango a quien le envía la siguiente nota por intermedio del General Valero:

Me ha mandado el General Páez – escribe el General Valero – prevenirle que no permita pasar a nadie que venga del Gobierno de Bogotá a este lado del territorio de Venezuela; pues cualquier jefe que se presente se le detendrá; y si trae comunicación para su excelencia, se remitirá inmediatamente a esta Secretaria de Guerra y aguardará las contestaciones de su excelencia, quien se reserva providencia y espera que se interponga con los comisionados de aquel Gobierno que se presenten a nuestras fronteras, cualquiera que se la categoría del sujeto.

¡El sujeto era Sucre un venezolano! (Rumazo González)

"El Mariscal y el obispo atraviesan la línea fronteriza del río Táchira y llegan a la población venezolana de Táriba (13 de marzo de 1830) Al día siguiente se les presenta el comandante Perdomo, para notificarle a nombre del Gobierno, que deben retroceder. Contesta Sucre que no son delegados del Gobierno de Bogotá sino del Congreso, de un Congreso que está integrado por venezolanos también. Responde Perdomo que le régimen de Venezuela no hace distingos entre Gobierno y Congreso, y que empleará las armas si fuere necesario. El juez político de la Grita, presente en la escena, hace un intimación judicial, Sucre, iracundo le devuelve, "con una expresión indecorosa"Los de la misión de paz se ven forzados retirase, para estudiar determinaciones. Resuelven avanzar. A las doce del día 16 entran en la Grita. Perdomo aparece de nuevo oponiéndose al avance. ".

Sucre dos día antes, el 14 de marzo, le había escrito al Libertador:" Al amanecer nos ha venido una intimación."

La intimación viene de Valencia, y la trasmite el general Piñango, gobernador de Mérida. "Nosotros hemos resuelto sin embargo continuar; pero sólo por cumplimiento porque estamos ciertos de que La Grita nos hacen retroceder." Sucre se devolvería a Cúcuta y esperó en El Rosario de esa ciudad a la delegación venezolana. Se reúne por cuatro días con su antiguo jefe Mariño, quien lo insulta por defender a Páez, el Gran Mariscal de Ayacucho lo desafía a un duelo, pero gracias al Obispo Estévez, la sangre no llegó al río. Sucre había nombrado como su padrino en el duelo a su edecán Escolástico Andrade.

El cumanés muy decepcionado de todo, le escribió al Libertador el 15 de abril de 1830:

"No puedo dar a Vd. ninguna noticia importante, ni tenemos que añadir cosa alguna a los avisos pasados al Congreso y que de ese cuerpo se desentiende.

Anoche ha llegado el señor Aranda, y cuando creímos recibir instrucciones definitivas, resulta que nos viene a enterar de lo que había hablado en el Congreso, después de que recibieron nuestras partes. Así que le he hablado a Vd. con franqueza, yo mismo no sé cuál es mi comisión, y tengo que estudiar palabras varias que decir a los comisionados, para sacar de ellos qué es lo que finalmente quieren y pasarlo al Congreso. Yo haré cuanto pueda para esos señores sigan a Bogotá; más si no logro,. mandaremos su petición o las llevaré yo mismo. De todos modos yo emprenderé mi marcha al día siguiente de la última conferencia, pues no quiero firmar la disolución de Colombia."

EL IMPASSE DE SUCRE Y MARIÑO EN LA FRONTERA

Antecedentes de este conflicto

En 1826, el Congreso de Venezuela le abrió un juicio al general Páez por proceder de forma violenta, conduciendo alborotos en Valencia. Páez tenía quejas contra el Congreso y tomó partido para vengarse, pero esto no sólo dañaba su reputación sino más aún la existencia de la Nación.

Veamos lo que dice el Gran Mariscal al Libertador en su carta desde Chuquisaca de fecha 12 de agosto de 1826:

"Aun suponiendo que él (Páez) haya querido aprovechar esta ocasión para descubrir y planificar sus ideas de que proclame un Imperio en Colombia, es peor todavía haber aceptado ninguna investidura de la Municipalidad de Valencia, ¡Qué es la Municipalidad de un cantón para conferir a nadie tal autoridad, y menos una autoridad militar! Lo peor de todo es que sea cual fuera el objeto del General Páez, yo veo comprometida en su asunto una porción de persona; y observo que esa novedad habrá tomado ya un gran incremento cuando U. llegue a Colombia. Por fortuna podemos prometernos que la presencia de U. calmara todo, y que conciliará las aspiraciones de un modo digno y justo y que todos se verán en el partido que U. tome la causa pública por primer objeto.

Yo he contemplado en las cosas de Colombia, desde muchos meses, que habría de ocurrir algún cambiamiento; pero sí era absolutamente preciso me parece que puedo verificarse sin una revolución que desacredite nuestro país, nuestra causa y nuestros hombres. Lo ocurrido en Valencia va a magnificar que nuestras instituciones estaban sin apoyo; porque el primer militar que ha desobedecido al Gobierno ha tenido un séquito considerable de sus compañeros y tal, vez mayor, de los hombres que proclaman principios exagerados de libertad y de obediencia a las leyes; una inmensa causa de mi dolor es nuestro descrédito.

Por fortuna si toda la pretensión de los que proclaman en Venezuela la separación se limita a que se forme la federación, cuyos principios tanto cundieron el año 23, la cosa no será tan mala, aunque yo la creo más mala en nuestro estado de guerra con España; y más mala siendo una pretensión armada. Pero si se conserva la Nación intacta aunque bajo diversas formas de Gobierno popular al fin se perderá menos.

Lo que creo un delirio es el establecimiento de un Imperio. ¿Quién será el Emperador? U. no quiere ni debe serlo, porque su gloria la sacrificaría miserablemente y sin al esperanza siquiera de que este sacrificio produjera tranquilidad de su país. No teniendo U. sucesión, a su muerte llevaría a la tumba el dolor del sacrificio de su reputación, y el dejar a su patria entregada a las facciones y a la tiranía más cruel de los visires que en cada Departamento levantarían para hacer de Colombia su despojo. Yo no soy enemigo de los Gobiernos monárquicos; pero cuando más medito, tanto más veo que en Colombia no se establece sino una gran revolución, que más tarde o más temprano siempre será espantosa y de un éxito dudoso. Un Gobierno monárquico constitucional respeta las libertades públicas la paz; pero ¡cuán difícil! Será organizar un tal Gobierno.

Como podemos ver ya el General Páez estaba tomando tolda aparte del Libertador, Sucre cree que la llegada de Bolívar a Venezuela todo se calmaría, más no fue así, a Páez lo secundaban varios Generales entre ellos Mariño que querían la separación de Venezuela de la Gran Colombia y no aceptaban el mando de Bolívar, pero aún más en correspondencia que le hace Sucre desde Chuquisaca, Bolivia a su amigo Vicente Aguirre el 27 de septiembre de 1827 le escribió:

"Si el General Páez dio una puñalada a la patria con el movimiento de Venezuela, el General Santander acabó de matarla aprobando aquel motín. ¡Que desatino!

Y recomendaba paz y orden para que el país se repusiese de los errores pasados.

Ahora vayamos al conflicto que tuvo el Mariscal Sucre con el General Mariño.

A propósito de la última visita que hizo el Gran Mariscal de Ayacucho a Venezuela, ingresando a nuestro país por Cúcuta el 13 de marzo de 1830 para ir a Valencia a tratar con el gobierno de Venezuela y evitar la disolución de Colombia la Grande. El 16 de marzo se devuelve de la Grita la comitiva presidida por Sucre; el Comandante Perdomo, según ordenes recibidas de Valencia, transmitidas por el General Piñango, Gobernador de Mérida, le informa que tiene que repasar el río Táchira, y esperar del otro lado del río la resolución del gobierno superior de Venezuela

. No obstante esta intimación pasada por escrito, los ilustres Comisarios: Sr. Esteves, Obispo de Santa Marta, el Coronel José Escolástico Andrade, Secretario de la Comisión nombrado por Sucre, tres compañeros más y cuatro criados se dirigen al amanecer del día 14 de marzo a la Grita, donde llegaron con su comitiva el 16 de marzo, a medio día. En el acto fueron notificados allí, por el mismo Perdomo y por el Jefe Político, que no podían pasar según órdenes del Gobernador Piñango. En vista de esto, y más para evitar conflictos a las autoridades, que por temor de que nadie los pudiera violentar, el Gran Mariscal de Ayacucho y el Obispo optaron por retroceder hasta El Rosario de Cúcuta, donde como es sabido, esperaron los Comisionados del Gobierno de Venezuela señores General Mariño, antiguo jefe de Sucre y ahora con un rango inferior, Martín Tovar y el Dr. Navarrete, sustituido después por el Dr. Ignacio Fernández, Arzobispo de Caracas. La entrevista duró cuatro días, del 18 de al 21 de abril. Durante la cual, dice el historiador Tulio Febres Cordero "Tuvieron fuerte discusión el Gran Mariscal y el General Mariño. Profiriendo éste, en medio de la exaltación, conceptos que lastimaron a Sucre, quien al punto exigió la debida satisfacción en el campo de honor, nombrando a Andrade, su Edecán y Secretario de la comitiva, para que , en calidad de padrino, arreglase con Mariño las condiciones de un duelo. La inmediata y feliz intervención del Obispo Esteves impidió que se cruzasen aceros en formal desafío de los grandes campeones del Oriente de Venezuela".

Continúa Tulio Febres Cordero con su narración e indica: "vuelto Sucre a Bogotá lleno de amargura por las contrariedades recibidas en el desempeño de su misión", su última carta escrita en aquella metrópoli, que tiene fecha 10 de mayo, fue dirigida al Coronel Andrade quien se encontraba en Pamplona

"Mañana me voy para Quito- le dice al principio- antes de marchar, cumpliré con su encargo de avisar el estado de las cosas de la capital". En efecto, lo informa de todo, despidiéndose con estas palabras: "

Adiós mi querido Andrade. En Quito y en todas partes soy su apasionado y buen amigo". El 6 de mayo de 1830 se reunió en Valencia el Congreso con el nombre de esa ciudad. El cual selló, definitivamente, la disolución de Colombia (La Grande), la ideada por Bolívar en Angostura el 17 de diciembre de 1819. Los congregados eran todos separatistas y antibolivarianos.

El más fiel de los lugartenientes de Simón Bolívar, el Gran Mariscal de Ayacucho, hizo todo lo que pudo para mantener a Colombia unida, mas al no lograr nada positivo marchó a su destino. El 8 de mayo hace su última carta a Bolívar se despide de él diciéndole:

"Adiós mi general," reciba Vd. por gaje de mi amistad las lágrimas que hacen verter la ausencia de Vd. Sea Vd. feliz en todas partes y en todas partes cuente con los servicio y la gratitud

De su más fiel y apasionado amigo,

A. J. De Sucre

Al despedirse del Libertador y del Coronel y amigo Andrade prácticamente lo estaba haciendo de la vida, fue asesinado en las montañas de Berruecos, (actual Departamento de Nariño) Colombia el 4 de junio de 1830.

Colombia, La Grande, se separó en tres partes independientes: Colombia, Ecuador y Venezuela.

El Congreso Constituyente de Valencia nombra a Páez presidente provisional del Estado de Venezuela; en el Ecuador fue nombrado el 30 de septiembre de 1830 presidente al General Juan José Flores y en Colombia es derrocado Joaquín Mosquera de la presidencia de la Gran Colombia y en su lugar se nombró a Rafael Urdaneta...¡Qué ironía tres venezolanos al cargo de la presidencia al separarse la Gran Colombia. No obstante, vale la pena señalar que Urdaneta quería entregarle la presidencia a Bolívar y como este no aceptó se la entregó a una junta

FIN DE LA VIDA DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE

"La sombra de este nuevo Abel clamará eternamente la justicia de lo Alto, ya que la humana solamente ha conseguido atar a los sacrificadores del héroe inmaculado al poste de la Historia, y de esculpir sobre la frente de cada uno de ellos estas palabras: Ni el grande Océano de Neptuno alcanzará a lavar esta sangre que tiñe mis manos"

Guillermo Valencia

BERRUECOS

El 4 de junio de 1830 cae asesinado en un lúgubre rincón de Berruecos, departamento de Nariño en Colombia, el más noble de los generales que tuvo al mando el Libertador, fueron varios los disparos que le hicieron a Sucre, mas la bala disparada por el coronel Apolinar Morillo hiere al mariscal mortalmente en el corazón. El Abel de América, Antonio José de Sucre pierde así la vida. Pocos años antes toda la América le rindió culto por haber sido el hombre que acabo definitivamente con el yugo español en la famosa batalla de Ayacucho (9/12/1824).Lo asesinan en una emboscada, los verdugos José Erazo, Apolinar Morillo y Andrés Rodríguez, quienes huyeron una vez consumado el hecho por temor de ser descubiertos. El cadáver del mariscal fue dejado boca abajo, un día entero, en un fangal nadie, se atrevía a recogerlo.

Ahora, veremos cómo el asesino de Antonio José de Sucre se vuelve una madeja difícil de desenredar por los hechos siguientes: El primer favorecido con este crimen fue el general Juan José Flores porque si Sucre hubiese retornado a Ecuador jamás Flores hubiese sido el primer presidente de nación, aún cuando Sucre estaba cansado de la actividad pública, quería descansar al lado de su mujer, la marquesa de Solanda y así se lo había hecho saber al Libertador.

Hacia Juan José Flores han apuntado mucho de los indicios de quienes lo acusan de ser el actor intelectual del monstruosos crimen. Otros acusan a Obando, todos lo hechos hacen ver que él es principal actor intelectual de este crimen. Lo dicho y hecho por este general pone muy en duda que sea inocente del asesinato. Apunta el historiador Rumazo González: "Obando, desde la ciudad de Pasto pone en circulación la noticia, pero Obando cae en el error de dar varias versiones. Al prefecto del Departamento le informa que han asesinado al general Sucre "para robarlo", y los agresores fueron soldados del ejército del Sur que pocos días antes él (Obando) había sabido que habían pasado por la ciudad de Pasto. Mientras a Isidoro Barrigas, comandante general de Quito y futuro esposo de la viuda de Sucre, le escribió diciéndole: "ha sido el inveterado malhechor Noguera".

Y Obando para comunicarse con el general Juan José Flores utiliza los servicios del sacerdote Juan Ignacio Valdez. Porque requiere la seguridad absoluta. Este clérigo declaró en el proceso:

"Es verdad haber conducido las comunicaciones del general Obando y del coronel del batallón Vargas, dando parte del asesinato; habiendo llegado a la villa de Ibarra supe que el general Flores se había marchado para Guayaquil (...) y tuve bien entregar a señor de la provincia de Imbaraura los pliegos que traía en compañía del segundo ayudante del batallón Vargas, Pedro Frías."

Continua Rumazo González y escribe: "Acabo de recibir parte de que el general Sucre ha sido asesinado en las montañas de la Venta ayer (4 de junio). Esto me tiene volando, ha sucedido en las peores circunstancias y estando yo al frente del Departamento; todos los indicios están en contra de mi vida, hemos pensado mandar a un oficial y al capitán Vargas para que puedan decir a usted lo que no alcanzaremos".

Hay otros indicios que señalan como el planificado de crimen a José María Obando; otros al general Juan José Flores y al general Hilario López. Pero ahora pongamos atención al hecho siguiente: sigamos con la narración del escritor Rumazo González : "¿Qué hizo la viuda en Quito? A los veinticinco años de edad, con solo dos de casada y una hija, Teresita de once meses. El diputado Andrés García fugitivo de Berruecos hubo de darle la lúgubre nueva el día preciso que el mariscal era esperado en su casa. ¿Qué hace la viuda? Busca y hala quienes viajan a Berruecos para que traigan el cadáver. Van en este triste encargo, el mayordomo del Deán Isidoro Arauzy y el fidelísimo negro Caicedo y peones, el féretro llega, a escondidas, a la hacienda; no viajaban sino de noche, para nos ser descubiertos. ¿Qué temían? Una profanación de los restos. Y hasta su robo y destrucción.

Más adelante dice Rumazo González: "La viuda escondió los restos para llorar en silencio su dolor". Fueron escondidos en la iglesia del Carmen Bajo. Pero, ¿Mariana Carcelén, marquesa de Solanda y esposa del mariscal Sucre adoró a su esposo con tanta pasión como él a ella. Mariana de Carcelén, no tenía mucho tiempo de ser viuda de Sucre cuando contrajo segundas nupcias con el general Isidoro Barrigas. Por otro lado, apunta el tradicionalista ecuatoriano Rafael María de Guzmán: "No supo conservar con fervor que merecía los objetos pertenecientes al Vencedor de Pichincha, una cierta vez, una sirvienta de la marquesa de Solanda golpeó con una piedra la espada que el Congreso del Perú le había obsequiado al Gran Mariscal de Ayacucho. Esta vulgar acción era con el objeto de extraer las piedras preciosas de la espada para incrustarlos en aretes y anillos de mujer...Pero por otra parte, en el Museo de los Libertadores en Lima se encuentra una cama de campaña que perteneció a Sucre que la viuda del héroe vendió al Gobierno del Perú".

Como podemos ver ese fue el cariño que le profesó la marquesa de Solanda a su esposo Antonio José De Sucre. Entonces ¿qué le hizo esconder los restos de Sucre por setenta años? Desde 1830 hasta 1900, cuando un familiar de la marquesa de Solanda al sentirse muy cerca de su muerte revela donde estaban enterrados. No parece ser cierto que los escondió de los enemigos de el Libertador, porque si así hubiese sido los restos del Libertador que permanecieron mucho tiempo en Colombia los hubieran destruidos. Y para enredar más las cosas ¿qué pretendió Mariana Carcelén al hacerle la carta a Obando? :

"Estos fúnebres vestidos, este pecho rasgado, el pálido rostro y desgreñado cabello, están indicando tristemente los sentimientos dolorosos que abruman mi alma. Ayer esposa envidiable de un héroe, hoy objeto lastimero de conmiseración, nunca existió un mortal más desdichado que yo. No lo dudes, hombre execrable; la que te habla es la viuda desafortunada del Gran Mariscal de Ayacucho.

Heredero de la infamia y de los delitos aunque te complazca el crimen, aunque el sea el hechicero dime, descordado, para saciar esa sed de sangre ¿era menester inmolar una victima ilustre, una victima tan inocente? ¿Ninguna otra podía aplacar su saña infernal? Yo te lo juro he invoco por testigo al alto cielo, un hombre más recto que el de Sucre nunca palpito en pecho humano. Unida a él por lazo que tu bárbaro, fuiste capaz de desatar: unida a su memoria por vínculos que tu poder maléfico no alcanza a romper no conocí en mi esposo sino carácter bondadoso, una alma llena de benevolencia y generosidad.

Mas no pretendo hacer aquí la apología del general Sucre. Ella está escrita en los fastos gloriosos de la Patria. No reclamo su vida: esa pudisteis arrebatársela, pero no restituirla. Tampoco busco la represalia: Mal pudiera dirigir el acero vengador la trémula mano de una mujer. Además el Ser Supremo, cuya sabiduría quiso que sus fines inescrutables consentir en tu delito sabrá exigirte un día cuanta más severa. Mucho menos imploro tu compasión: ella me servirá de un cruel suplicio. Solo, pido que me des las cenizas de tu victima. Si dejas que ella se alejen de esas hórridas montañas, lúgubre guarida del crimen y de la muerte y del pestífero influjo de su presencia, más terrífica todavía que la muerte y el crimen. Tus atrocidades. Inhumana, no necesitan nuevos testimonios. En tu frente feroz impresa con carácter indeleble la reproducción la reprobación del Eterno. Tu mirada siniestra, es testigo de la virtud, tu nombre horrendo. El epígrafe de la inquietud y la sangre que enrojece tus manos patricidas, el trofeo del delito. ¿Aspiras a más? Cédeme, pues, los despojos mortales las tristes reliquias del héroe, del padre del padre del esposo y toma en retorno las tremendas imprecaciones de su Patria, de su huérfana viuda.

M. S De Solanda

La marquesa de Solanda sabía exactamente donde estaban los restos de su marido, ¿de quién se protegía? escondiéndolos si por si solos no podían delatar al criminal. Por estas razones hay quienes pensamos que el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho fue un crimen político con tinte pasional.

Esta carta fue una "cortina de humo" de la Marquesa de Solanda para disimular que ella tuvo escondido el cadáver de su marido, todo el tiempo, y tan solo setenta años después del monstruoso asesinato, una tía suya develó donde lo tenía secretamente enterrado.

Los asesinos materiales del Gran Mariscal de Ayacucho, a los que se les comprobó el crimen, la gran mayoría fueron cayendo uno a uno. Los ejecutores del crimen fueron condenados a ser pasados por las armas; así fueron muertos Apolinar Morillo, Juan Gregorio Sarría, Fidel Torres. Pero, Antonio María Alvarez había fallecido cuando los sentenciaron a muerte. En cuanto a José Erazo fue condenado a larga prisión y remitido a Cartagena. Hubo tres ejecutores más, Juan Cuzco, Andrés y Juan Gregorio Rodríguez a los cuales Obando los mandó a envenenar por temor de ser delatado.

JOSÉ MARÍA OBANDO

El principal acusado del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho; fue Ministro de Guerra entre 1830 y 1831; luego cayó preso en 1839, en Popayán, para ser juzgado por el asesinato de Berruecos. Se alzó en armas en enero de 1840. Fue a juicio, se fugó de la cárcel, y se vuelve a sublevar en Timbo. Luego es derrotado y huye a al Perú. Mediante un decreto fue indultado, regresó a Bogotá en 1849, cuando se hace Gobernador de Cartagena, luego Presidente de la Cámara de Diputados; sirve de ejecutor en la orden del Presidente José Hilario López, su amigo, de la expulsión de los jesuitas en 1850. Tres años más tarde llega a ser Presidente de la República, fue derrocado al año justo de su gobierno; el Senado lo destituyó. Murió el 29 de abril de 1861 en la guerra civil que comenzó en 1860. Obando, huía derrotado, en el combate del Rosadal y cayó asesinado en el sitio de Cruz Verde, cuando lo alcanzaron tres persecutores y lo alancearon. Tenía una cortada profunda en la nariz y cinco heridas mortales de lanza, de las cuales una le atravesó un pulmón y el hígado. Obando, que se sentía morir y tenía muchas cuentas pendientes, llamó a un sacerdote. No había ninguno de su bando, entonces le llaman a un cura del ejército contrario quien lo confesó muy bien, y le dijo:

"José María Obando, yo te absuelvo en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo..."

Obando admirado por la gentileza del sacerdote agarrándole las manos, le preguntó ¿cómo te llamas, hijo? El cura le contestó: Antonio José de Sucre y allí Obando enmudeció para siempre. Había muerto en las manos de Antonio José de Sucre, sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho quien llevaba su mismo nombre y apellidos porque también era de Sucre Alcalá.. Esta bella historia circuló en 1861, pero el propio padre Antonio José de Sucre Alcalá Alacalá la desmintió, más tarde, relatando que cuando él llegó al lado de Obando, ya estaba muerto.

Dice Tulio Febres Cordero que el Dr. Antonio José de Sucre Alcalá Alcalá, era un hombre de armas a tomar y no fue soldado porque le habían asignado la tarea de cuidar al propio Obando a la cual se negó.


Otras dos anécdotas del padre Sucre: Una sucedió en el Senado colombiano: ahí tuvo un altercado con un parlamentario, este le dijo "Yo no peleo con hombres que llevan sotana", el padre Antonio José de Sucre Alcalá y Alacalá se quitó el hábito y le dio de golpes al legislador. La otra anécdota, en la fecha del centenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho se alteró muchísimo porque en lugar de tener galardonada la Plaza Mayor para festejar el natalicio de Antonio José de Sucre, la tenían de luto con trapos y banderas negras. Rompió todas las que pudo y no dejó que nadie entrara a la plaza hasta que no quitaran el último trapo negro

Fuente:aporrea.org