Entrevista a François Houtart, sociólogo y sacerdote: "Tenemos que cambiar este sistema"
Aloia Álvarez Feáns
(CETRI)
Publicado en septiembre de 2005
François Houtart es un referente de las luchas altermundialistas desde mucho tiempo antes de que a las resistencias populares se las bautizase con este nombre. Este sacerdote belga lleva ya unas cuantas décadas preocupado por el rumbo que está tomando el planeta Tierra, apoyando las iniciativas de aquellos que desde Nicaragua hasta Sri Lanka se resisten a ser engullidos por el sistema capitalista. Con el convencimiento reposado de quien ha visto transcurrir casi un siglo lleno de claroscuros nos empuja a seguirle : “No podemos ser otra cosa que revolucionarios”.
Profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina, director del Centro Tricontinental, secretario ejecutivo del Forum Mundial de Alternativas, miembro del Consejo Internacional del Forum Social Mundial de Porto Alegre y presidente de la Liga Internacional por el Derecho y la Libertad de los Pueblos. Tras todas estas etiquetas encontramos a una persona extremadamente culta, arrolladoramente vital, íntegra, de principios, que ha entregado toda su energía a la lucha contra las injusticias. El día que realizamos esta entrevista no había dormido, hacía unas horas conversaba en Cuba con Fidel, y cruzaba el océano para participar en el Seminario “Territorio, vida y seguridad humana frente a planes económicos y militares” organizado en Madrid por varias ONG.Conversamos con François Houtart, un sacerdote que deja a un lado lo divino porque cree que es mucho más importante hablar de lo humano.
François Houtart visto por usted mismo : “Marxista por convicción contestatario por necesidad”
Marxista sí, en el sentido de que ha habido dos fuentes que me acercaron al marxismo. Primero fue mi trabajo en sociología de la religión, lo que he desarrollado mucho en América Latina y Asia. Empecé con otras teorías sociológicas y finalmente encontré que el método marxista era la manera más adecuada de explicar los fenómenos. Y hablo desde un punto de vista metodológico, evidentemente, porque como creyente y como sacerdote no puedo aceptar la posición marxista atea pero sí el marxismo como metodología de análisis para el estudio de los fenómenos religiosos y de las sociedades precapitalistas.
¿Cuál es la otra fuente ?
La otra fuente es el compromiso político. He trabajado especialmente contra la guerra de Vietnam, donde milité mucho con marxistas y descubrí el compromiso social y político que éstos tienen. También fue para mi la constatación absoluta de la necesidad de construir el socialismo. Ahora debemos ser prudentes en la utilización de la palabra porque el término socialismo se aplica en todas partes. El estalinismo, la Tercera Vía de Blair, a todo se le llama socialismo, pero ¿qué es el socialismo ? He descubierto que es necesario tener un proyecto de transformación económica, social, política y cultural del mundo hacia otro modelo, que podemos llamar socialista si queremos. Así que, sí, soy marxista en estos dos sentidos, en la búsqueda de otra manera de construir la sociedad y en la adopción de un modelo de análisis que nos permita entender mejor las contradicciones de la sociedad actual e imaginar lo que podría ser otro tipo de sociedad.
En ese sentido, ha afirmado que debemos tener una perspectiva no sólo reformista, sino revolucionaria, a la hora de imaginar ese otro tipo de sociedad.
Una posición reformista es la que sostiene que es posible adaptar el sistema, humanizar el capitalismo. Esa es la perspectiva que veo en muchas organizaciones que tratan de transformar lo inmediato pero perdiendo la perspectiva a largo plazo. A mi entender, ser revolucionario, en cambio, es no pararse en dar pequeños pasos, debemos tener como enfoque global, a largo plazo, la transformación radical del sistema capitalista como orientador de toda la organización económica de la globalidad. Podemos decir que el capitalismo es el sistema más eficaz a la hora de producir bienes y servicios, lo que en cierto sentido es verdad, a condición de no preguntarse demasiado sobre las condiciones de la producción y la distribución de los servicios... Pero si definimos la economía como la actividad humana destinada a satisfacer y construir la base material necesaria para la vida física, cultural, espiritual, de todos los seres humanos, sin duda, es el sistema más ineficaz que la humanidad jamás ha creado. Así, con esta conciencia, no podemos ser otra cosa que revolucionarios. Tenemos que cambiar este sistema, no podemos parar hasta cambiarlo, sabiendo, eso sí, que es un proceso a largo plazo.
¿Y mientras tanto ?
Lo que hemos aprendido con la experiencia del socialismo llamado “real”, es que las cosas no se hacen a corto plazo. Ser revolucionario es tener muy claras estas cuestiones, sin embargo, no podemos perder de vista la necesidad de dar pequeños pasos. La gente no muere de hambre y sufre penurias mañana, sino hoy, así que no podemos esperar a que la lógica del sistema cambie totalmente para empezar acciones inmediatas en favor de esas comunidades del Norte de Colombia, o los campesinos de Sri Lanka... Debemos hacerlo, debemos proponer alternativas, a muy corto plazo, al igual que los reformistas. En definitiva, no soy totalmente contrario a llevar a cabo reformas pequeñas pero a condición de que sean parte del proyecto global y no como un fin en sí mismas. Esto es muy importante, porque si no nos equivocamos de política y aceptamos la política socialdemócrata y socialcristiana, la Tercera Vía... que son adaptaciones del sistema existente y aceptan el capitalismo como modelo económico fundamental y sólo tratan de hacerlo un poco más social o de humanizarlo. Lo que es absolutamente inaceptable porque sabemos que el capitalismo es salvaje cuando puede y “civilizado” cuando quiere...
Mire a su alrededor. Aquí tenemos una pequeña pero valiosa muestra del dinamismo y el espíritu de lucha de la sociedad colombiana, argentina, chilena... ¿No cree usted que desde América Latina nos están dando unas buenas lecciones de cultura política a los europeos ?
Desde luego, de eso no cabe ninguna duda, pero también desde Asia y África. Me sorprende mucho el desconocimiento sobre lo que está pasando en estos dos continentes. Pero sí, es cierto que frente a Europa, en América Latina hay una gran emergencia de iniciativas y de luchas, muy duras ; por eso el contacto es extremadamente importante para nutrir la perspectiva de lucha en Europa, que el neoliberalismo ha destruido. Nos encontramos en un momento de privatización de las universidades, de falta de medios, privatización de la investigación... ¡Y no hay resistencia ! Todo eso se va haciendo paso a paso, y el cuerpo académico y estudiantil reacciona muy poco.
Crucemos otra vez el Atlántico para seguir hablando de revolución. Acaba de llegar de Cuba, siete horas con Fidel Castro dan para mucho. ¿Dónde se encuentra hoy el régimen cubano ?
La Revolución cubana tiene 45 años y se institucionalizó en circunstancias difíciles. Sin embargo han cumplido durante todo este tiempo ; yo he conocido Cuba antes de la Revolución y he podido ver lo que significó la transformación. Si lo comparamos con la evolución de Vietnam o de China, se ve que es el único país socialista que ha conservado los principios del socialismo en el campo de la educación, de la salud, del deporte, de la cultura, de la solidaridad internacional. Hay informes de la UNESCO sobre Cuba que señalan que es uno de los cuatro países más desarrollados en el campo de la educación secundaria, ¡a pesar de todo ! Es impresionante y no debemos olvidarlo. Como he dicho, la Revolución es un proceso que se institucionaliza y cuando pasa esto hay peligro de fosilización. A pesar de que la mayoría de la población no quiere un cambio radical, he visto las encuestas internas del partido, sobre la opinión pública, y sí hay una parte de la población que no se siente representada por el partido único. He discutido mucho con el Comité Central y me dicen que no están en contra de la existencia de varios partidos pero en las circunstancias actuales eso sería inmediatamente utilizado por los Estados Unidos o por los cubanos en el exilio para destruir todo el modelo que han tratado de conseguir. Desde hace tiempo se ha iniciado una transformación interna, es verdad que el régimen es bastante autoritario, rígido, que las reformas se hacen con mucha dificultad y que en las nuevas generaciones de cubanos hay nuevas aspiraciones. La mayoría de los jóvenes nunca han conocido la Revolución y quieren más, quieren más consumo, quieren viajar al extranjero, por eso hay un cierto descontento.
Resistencia, luchas sociales, sociedad civil... ¿Qué le sugiere este último concepto casi desgastado por el uso ?
El de “sociedad civil” es un concepto muy general usado cada vez más por los poderes, como el Banco Mundial. Pero evidentemente cuando nosotros hablamos de sociedad civil es muy diferente, es por eso que he propuesto hablar de sociedad civil de abajo y sociedad civil de arriba, porque la sociedad civil de abajo se reúne en Porto Alegre pero la de arriba se reúne en Davos. Así que es muy importante ver que la sociedad civil es el lugar de las luchas sociales. Debemos estar muy atentos a la utilización de los conceptos. Para el Banco Mundial, que dice que debemos ampliar el lugar de la sociedad civil, ésta es el empresariado, el que tiene poder de agilizar la economía de mercado.
En la conferencia de esta mañana ha dicho que el imperialismo económico no puede funcionar sin un brazo armado, llámese éste OTAN o Plan Colombia. ¿Cuál es el verdadero interés de los Estados Unidos en Colombia ?
Hay varias metas, Colombia es un país clave entre América Central, del Norte y América del Sur, por lo que el control geopolítico de Colombia es fundamental para el control de todo el continente. Ésta es la primera razón por la cual el Gobierno de EE UU está tan interesado en Colombia. Evidentemente, aceleró este interés la inestabilidad de la sociedad colombiana y la lucha armada que existe en el país. Segundo, también hay intereses económicos como el petróleo y algunos otros productos que aseguran la continuidad de la guerra y el control de esos recursos naturales. Después están los intereses locales de una burguesía muy desarrollada en Colombia desde el tiempo de la colonia, aliada con una burguesía agraria y comercial e industrial, que tiene interés en conservar su posición económica y que es, tal vez, más intransigente que en cualquier otro país de América Latina. Es una burguesía extremadamente arrogante y segura de sí misma, que necesitaba una alianza internacional y ahora la tiene con los norteamericanos.
¿Y con la Unión Europea ?
La Unión Europea ha tenido menos peso en Colombia, pero está tratando de tomar un contacto más serio con América Latina desde un enfoque económico, especialmente con México y Brasil, pero también con Colombia, donde está tratando de hacer alianzas fundamentalmente con la clase social en el poder. Hay algunas posiciones en la UE más ligadas con la defensa de los derechos humanos, lo que es parte de la ideología europea, que a veces ha tomado unas posiciones más críticas, como la expulsión del embajador de Colombia en Bruselas, a petición del Parlamento Europeo.
¿Realmente cree que existe ese dualismo ? ¿Qué pasa hoy con Irak ?
La ocupación americana y británica de Irak tiene que cesar, es el requisito absoluto para lograr una solución. El régimen actual es un régimen ilegítimo porque fue instalado por el ocupante ; toda solución parte de ellos. La política europea está totalmente equivocada en este sentido, se han aliado de nuevo con los Estados Unidos, están tratando de apoyar de una manera u otra la transición como la planificaron allí y eso es inaceptable.
Irak, Palestina, Sahara, Colombia, Sri Lanka, Sudán... un panorama poco alentador. ¿Cuál es el lugar de las luchas populares hoy ? ¿Podemos ser optimistas ?
Pienso que estamos ante un sistema tremendamente poderoso, pero es más frágil de lo que pensamos. El sistema económico capitalista, la mundialización, la militarización, la organización política mundial en favor del sistema de acumulación capitalista, están muy flojos. Las resistencias populares, especialmente las convergencias entre ellas, me parecen no sólo positivas y necesarias, sino una fuente de esperanza. Todavía no se ve claro, pero piense en el inicio del movimiento obrero del siglo XIX, esa pobre gente que trabajaba doce horas al día siete días por semana... Se creía que era imposible organizar a las masas para transformar el sistema y, fíjese, han tenido éxito. Nosotros, hoy, estamos en la misma situación.