Encontrar la verdad en medio de las mentiras de Israel

Por Ilan Pappe*
Publicado el 30 de mayo de 2018


Ilustración de Nidal El-Khairy
“La gran tristeza y el sufrimiento inundaron las carreteras: uno tras otro los convoyes de refugiados estaban en camino [hacia la frontera libanesa]. Dejan las aldeas de su patria y la patria de sus antepasados, y van a una nueva tierra extraña, desconocida, llena de problemas. Mujeres, niños, bebés, burros: todos están en movimiento, callada y tristemente, hacia el norte, sin mirar a izquierda ni a derecha.

Una mujer no encuentra a su marido, un niño no encuentra a su padre... Todo lo que pueda caminar se mueve, huir sin saber qué hacer, sin saber a dónde ir. Muchas de sus pertenencias se extienden por los lados del camino; cuanto más caminan, más cansados están, ya casi no pueden seguir caminando, se desprenden de todo lo que habían intentado salvar camino al exilio...

Conocí a un niño de 8 años que iba al norte y llevaba dos burros. Su padre y su hermano murieron en la lucha y perdió a su madre [...] Pasé por el camino entre Sasa y Tarbiha y vi a un hombre alto inclinado escarbando con las manos el duro terreno rocoso. Me detuve. Noté un pequeño hoyo en la tierra excavado por manos desnudas, con uñas, debajo del olivo. El hombre puso en él el cuerpo de un bebé que murió en los brazos de su madre y lo enterró con la tierra y [lo cubrió con] piedras pequeñas. Luego volvió a la carretera y siguió avanzando hacia el norte, su doblada esposa caminaba unos pasos detrás de él, sin mirar atrás. Me encontré con un anciano que se desmayó en una roca a la orilla del camino y ninguno de los refugiados se atrevió a ayudarlo… Cuando entramos en Birim, todos huyeron asustados en dirección al wadi que mira al norte llevando a sus niños pequeños y toda la ropa que pudieron. Al día siguiente volvieron porque los libaneses no les habían permitido entrar. Siete bebés murieron de hipotermia”.

Esta conmovedora descripción no la escribió un activista de derechos humanos, un observador de la ONU o un periodista humanitario. La escribió Moshe Carmel y aparece en su libro Northern Campaigns, publicado por primera vez en 1949.

Carmel recorrió Galilea a fines de octubre de 1948 después de dirigir la Operación Hiram en la que las fuerzas israelíes cometieron algunas de las peores atrocidades en la Nakba, la limpieza étnica de Palestina. Los crímenes fueron tan graves que algunos de los principales sionistas los calificaron de acciones nazis.

El libro de Carmel y docenas de libros semejantes (libros de las brigadas, memorias e historias militares) se podían encontrar en las estanterías de los hogares judíos israelíes desde 1948 en adelante. Volver a leerlos 70 años después revela una verdad elemental: se hubiera podido escribir la “nueva historia ” de 1948 sin un solo documento nuevo desclasificado, solo con que estas fuentes abiertas, como las llamo, se hubieran leído con lentes no sionistas.

La famosa -y ahora usada en exceso- expresión de que la historia la escriben los vencedores se puede contrarrestar de muchas maneras. Una forma es desempacar las publicaciones de los vencedores para denunciar tanto las mentiras, manipulaciones y tergiversaciones como sus acciones menos conscientes.

Una revisión de estas fuentes abiertas sobre la Nakba, en su mayoría escritas por los propios israelíes, abre nuevas perspectivas historiográficas acerca del panorama general de ese período, mientras que los documentos desclasificados nos permiten ver ese panorama con una resolución mejor.

Esta recuperación se podría haber hecho en cualquier momento entre 1948 y hoy, siempre y cuando los historiadores hubieran estado dispuestos a emplear las lentes críticas que se requerían para hacer ese examen.

La revisión de estas fuentes abiertas, especialmente en conjunto con las numerosas historias orales de la Nakba, revela la barbarie y la deshumanización que acompañaron a la catástrofe. La barbarie es común a las comunidades de colonos en los años de formación de sus proyectos de colonización y, en ocasiones, puede quedar oscurecida por el lenguaje seco y evasivo de los documentos militares y políticos.

No pretendo menospreciar la importancia de los documentos de archivo. Son importantes para decirnos lo que sucedió. Sin embargo, las fuentes abiertas y las historias orales son fundamentales para entender el significado de los acontecimientos.

Esta revisión saca a la luz el ADN propio del colonialismo de asentamiento del proyecto sionista y el lugar que la limpieza étnica de 1948 desempeña dentro de este.

Deshumanización a escala masiva

Tomemos, por ejemplo, la cita de Carmel. ¿Cómo alguien que supervisaba semejantes atrocidades pudo escribir de forma tan compasiva?

La clave está en otra oración de la misma cita que casi parece una digresión: "Y entonces vi a un chico de 16 años totalmente desnudo que nos sonreía cuando pasamos junto a él (es gracioso, cuando pasé junto a él no me di cuenta, debido a su desnudez, a qué pueblo pertenecía y solo lo vi como un ser humano)".

Por un breve momento muy excepcional se humanizó (entre paréntesis en el texto) a ese niño palestino. Pero la deshumanización se produjo a una escala que solo presenciamos en crímenes masivos como la limpieza étnica y el genocidio.

La regla era que se consideraba que los niños eran parte del enemigo, el cual tenía que ser limpiado por el bien de un Estado judío o, como lo expresó Carmel un día después de que terminara su gira po Galilea, por el bien de la liberación.

Publicó este mensaje para sus tropas: "Toda Galilea, la antigua Galilea israelí, fue liberada por la poderosa y devastadora fuerza de las FDI [el ejército de Israel] [...] Eliminamos al enemigo, lo destruimos y le hicimos huir [...] Nosotros [conquistamos] Meiron [Mayrun], Gush Halav [Jish], Sasa y Malkiya... Destruimos los nidos de los enemigos de Tarshiha, Eilabun, Mghar y Rami... Los castillos del enemigo cayeron uno tras otro”.

Setenta años después de la Nakba el idioma hebreo es una herramienta tan importante como el acceso a los archivos israelíes cerrados. El texto hebreo claramente te dice quién era el enemigo: el enemigo que huí fue eliminado y expulsado de sus "castillos".

Ellos son las personas que conoció Carmel. Y por un momento su sufrimiento le conmovió.

¿Redención?

Los principales elementos discursivos en este tipo de informes son los conceptos de liberación y eliminación (shijrur ve jisul ). Lo que en realidad significaba era un intento de indigenizar a los ocupantes de Palestina a través de la desindigenización de los palestinos.

Eso es la esencia de un proyecto colonial de asentamiento y el libro de Carmel -y los de otros- lo revelan en su totalidad. Carmel vio la ocupación de 1948 como una redención de la Galilea romana.

Estos actos violentos contra los palestinos tenían muy poco que ver con encontrar un refugio contra el antisemitismo.

El proyecto sionista era, y sigue siendo, un proyecto de desindigenización de la población palestina para reemplazarla por otra compuesta por colonos judíos. En muchos sentidos fue la implementación de una ideología nacionalista romántica, similar a lo que alimentó el fanático nacionalismo italiano y alemán a finales del siglo XIX y después.

Esta relación está clara en los libros sobre las brigadas en el ejército israelí. Uno de esos libros, The Alexandroni Brigade y The War of Independence, es un buen ejemplo.

A la Brigada Alexandroni se le encomendó la ocupación de gran parte de la costa palestina, al norte de Jaffa, alrededor de 60 pueblos en total. Antes de la ocupación de los pueblos se instruyó a las tropas acerca del contexto histórico de sus operaciones. El relato que ofrecieron los comandantes se repite en el libro en dos capítulos. El primero se titula "El pasado militar del espacio Alexandroni" y comienza diciendo que "el frente en el que la Brigada Alexandroni se enfrentó en la guerra de la Independencia es único en la historia militar de la región y en particular de Eretz Israel [Gran Israel]".

Ese frete era Sharon (la costa de Palestina en el relato sionista), que es un término inventado sin arraigo en la historia. El libro sobre la Brigada Alexandroni nos dice que Sharon era "una tierra rica y bastante fértil" que "atrajo" a ejércitos durante sus "viajes de ocupación" en la tierra de Israel. Este capítulo histórico está lleno de historias de heroísmo y afirma, por ejemplo, que "ahí es donde [el pueblo de] Israel bajo [el profeta] Shmuel se enfrentó a los filisteos".

Los hebreos siempre estuvieron en desventaja en la batalla contra sus enemigos, pero "tanto entonces como hoy fue el espíritu superior el que inclinó la balanza a favor de Israel".

Bajo Baibars, el sultán mameluco, Sharon fue destruido como tierra agrícola y "a partir de entonces Sharon recuperaría su vitalidad económica hasta su reasentamiento con la inmigración sionista [aliá]", dice el libro. Baibars, por cierto, había estado allí en 1260. Así que el libro sobre la Brigada Alexandroni dice a sus lectores que Sharon había estado sin población durante más de 600 años lo cual es, en el mejor de los casos, una invención sionista de la historia.

Durante el período otomano Sharon "estaba totalmente devastado, saturado de pantanos y malaria", agrega el libro. "Solo con la aliá y el asentamiento judío a fines del siglo XIX comenzó un nuevo período de prosperidad [en la historia de Sharon]".

Los sionistas "devolvieron" a Sharon su antiguo esplendor y se convirtió en una de las zonas más judías del "Eretz Israel del Mandato", como el libro llama a Palestina cuando estaba administrado por el Mandato británico.

"Las aldeas deben ser destruidas"

La limpieza étnica de la costa hebrea comenzó mientras Palestina estaba bajo control británico. En muchos aspectos Gran Bretaña fue un aliado vital del movimiento sionista. Sin embargo, no facilitó la colonización de Palestina tan rápido como deseaban algunos sionistas. El libro sobre la Brigada Alexandroni incluso describe a Gran Bretaña como un obstáculo a veces inhumano para la "redención" judía.

Así que estaba claro que todavía había árabes en Sharon. El libro describe la región como la cuerda de salvamento para la comunidad judía, aunque sugiere que las muchos pueblos árabes circundantes interrumpían la vida judía.

Era sobre todo la parte oriental de Sharon la que era "puramente árabe y constituía la principal amenaza para las colonias judías; una amenaza que debía tenerse en cuenta en cualquier planificación militar”.

La "amenaza" se "tuvo en cuenta" primero por medio de ataques aislados a los pueblos. El libro dice que hasta el 29 de noviembre de 1947 la relación entre judíos y palestinos era buena y continuó siéndolo después de esa fecha. Y, sin embargo, una frase posterior de los libros nos dice que "a principios de 1948 comenzó el proceso de abandonar los pueblos árabes aislados. Se puede ver las primeras señales de ello en el abandono por parte de sus 220 habitantes árabes de Sidan Ali (al-Haram) y de Qaisriya por parte de sus 1.100 habitantes árabes a mediados de febrero de 1948”. Hubo dos expulsiones masivas que tuvieron lugar mientras las fuerzas británicas, que eran responsables de la ley y el orden, observaban y no interferían. Luego, "en marzo, se intensificó el proceso de abandonar los pueblos con la intensificación de los combates”

La "intensificación" llegó con la implementación del Plan Dalet, un plan para destruir pueblos palestinos. El libro sobre la Brigada Alexandroni incluye un resumen de las órdenes que emanan del plan. Las órdenes incluyen la tarea de "determinar los pueblos árabes que se deben confiscar o destruir".

Según el libro, había 55 pueblos en la zona ocupada conforme al Plan Dalet. El Sharon hebreo se "liberó" casi por completo en marzo de 1948 cuando la costa "se limpió" de pueblos árabes, excepto cuatro. En el lenguaje del libro, "la mayoría de las zonas cercanas a la costa se limpiaron de pueblos árabes, excepto [...] un 'pequeño triángulo' y dentro de él los pueblos árabes de Jaba, Ein Ghazal e Ijzim, que sobresalían como un pulgar doloroso sobre la carretera Tel Aviv-Haifa; también había árabes en Tantura, en la playa".

Un análisis más profundo de estos textos y otras fuentes abiertas arrojaría luz sobre la naturaleza estructural del proyecto de asentamiento colonial que se está produciendo actualmente en Palestina, la actual Nakba.

Por consiguiente, la historia de la Nakba no es solo una crónica del pasado, sino un examen de un momento histórico que continúa en el tiempo del historiador. Los científicos sociales están mucho más preparador para lidiar con "objetivos en movimiento", es decir, analizar fenómenos contemporáneos pero, según nos dicen,l os historiadores necesitan distancia para reflexionar y tener una visión de conjunto.

En principio, 70 años deberían proporcionar distancia suficiente pero, por otro lado, esto es como tratar de que los contemporáneos, y no los historiadores, entiendan la Unión Soviética, o para el caso, las Cruzadas.

La desclasificación en sí sino no desencadenó los lugares de memoria, por usar el concepto de Pierre Nora, ni los saltos académicos de los últimos años, sino su relevancia para las luchas contemporáneas.

Tanto los proyectos de historia oral como los libros sobre las brigadas son fuentes fundamentales y accesibles que captan los genuinos y cínicos escudos engaño sionistas y más tarde israelíes. Ayudan a entender por qué es un oxímoron el concepto de un Estado de colonos democrático o ilustrado.

La historia aprobada de Israel

Una deconstrucción de la historia aprobada de Israel es la mejor manera de desafiar a un “lavado de palabras” que convierte la limpieza étnica en defensa propia, el robo de tierras en prácticas de redención y las prácticas apartheid en preocupación por la "seguridad".

Existe la sensación, por un lado, de que después de años de negación la imagen historiográfica se ha revelado en todo el mundo con unos contornos y colores claros. El relato israelí ha sido puesto en duda con éxito tanto en el mundo académico como en el dominio público.

Y, sin embargo, hay una sensación de frustración dado el acceso limitado a documentos desclasificados en Israel que tienen los académicos, incluso los israelíes, mientras que en el actual clima político los académicos palestinos apenas tienen acceso alguno.

Por lo tanto, ir más allá de los documentos de archivo sobre la Nakba no solo es necesario para comprender mejor los acontecimientos sino que también puede ser una solución para los investigadores en el futuro, dada la nueva política israelí de desclasificación.

Israel ha cerrado la mayoría de los documentos de 1948.

Las fuentes alternativas y los enfoques sugeridos en este artículo destacan varios puntos. Es útil el conocimiento del hebreo y es esencial la necesidad de continuar con los proyectos de historia oral.

El paradigma de asentamiento colonial también sigue siendo relevante para analizar de nuevo tanto el proyecto sionista como la resistencia a este. Sin embargo, todavía hay problemas con la adaptabilidad del paradigma (tales como si se puede aplicar a los judíos de los países árabes que se trasladaron a Palestina) y se deberían explorar más a fondo.

Pero más que nada deberíamos insistir en que el compromiso con Palestina no es un obstáculo para una buena erudición, sino que la potencia. Como escribió Edward Said: "Pero, ¿dónde están los hechos si no integrados en la historia y luego reconstituidos y recuperados por agentes humanos movidos por alguna narración histórica percibida, deseada o esperada cuyo objetivo futuro es devolver la justicia a los desposeídos?".

La justicia y los hechos, las posiciones morales, la perspicacia profesional y la precisión académica no deben yuxtaponerse unos contra otros, sino que se debe considerar que contribuyen a una empresa historiográfica honesta. Muy pocos proyectos historiográficos necesitan tanto este enfoque integrador como la investigación sobre la Nakba actual.

*Autor de numerosos libros, Ilan Pappe es profesor de historia y director del Centro Europeo de Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter Wikipedia

Fuente: Rebelión.org