20 de Julio de 1923: Asesinato del general Francisco Villa

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El 20 de Julio de 1923, el asesinato del general Francisco Villa produjo una cadena de acontecimientos que marcaron, durante varias semanas, el sentido y el ritmo de la vida política y social de los chihuahuenses.


La eliminación de Villa fue motivo de sosiego para los hombres del poder, como el Primer Jefe de la Nación, su Secretario de Guerra, y hasta el caciquillo provinciano, porque a final de cuentas no era Villa, el individuo, quien les quitaba el sueno, sino lo que representaba ante toda la gente que lo seguía, temían a Villa el símbolo, a su gente, a los miles de rancheros y peones que en cualquier momento podían levantarse de nuevo para ofender a los que siempre habían tenido el sartén por el mango. 

Nunca antes en toda la historia de Chihuahua un acontecimiento había provocado tanta agitación en la prensa como fue la noticia de la muerte del General Francisco Villa. 

Nunca antes un acontecimiento generó tanta información y vendió tanto periódico. 

También en ese sentido, la muerte de Villa produjo una marca en la vida cultural del estado. 

Las primeras noticias que se publicaron el 20 de Julio, las del impacto inicial que es el más profundo, tuvieron el efecto de confundir, de inmovilizar a la gente. 

Enseguida se ocuparon los periódicos en la descripción de la mascare y junto a ellos las declaraciones del gobernador Enríquez y del presidente Obregón, en el sentido de que era lamentable y criticable que los enemigos personales del General hubieran tomado ese camino para vengar sus afrentas. 

Se impuso así desde el principio la versión oficial de la venganza. 

Cuando llegó a Parral la comisión de diputados, de inmediato se percató que estaba ante un crimen político, pero lo único que pudieron hacer fue repetir eso hasta el cansancio y enumerar las irregularidades que se cometieron el 20 de Julio por parte de los militares destacamentados en Parral. 

La información de la prensa durante las dos primeras semanas creo el terreno propicio para que la aparición del nombre de Jesús Salas Barraza alejara definitivamente cualquier intento de conducir la investigación por el terreno político. 

Del día 11 de Agosto en adelante, la noticia se concentro en torno a un personaje que estaba encantado de aparecer todos los días en la prensa reinventando en cada entrevista su autoria en el complot, lanzando exabruptos contra los diputados comisionados y valentonadas contra un Francisco Villa que ya nada tenia de temible después de muerto.