Presidencia de Carlos Pellegrini 1890 - 1892

Como resultado de la revolución, Miguel Juárez Celman renunció, por lo que Carlos Enrique José Pellegrini lo sucedió en la presidencia el 6 de agosto de 1890, terminando el mandato el 12 de octubre de 1892, como está pactado en la Constitución. El nuevo presidente asumió en un país abatido por la crisis, con ingresos fiscales que cayeron al 30% con respecto a los años anteriores, los bancos estaban paralizados, el oro se encontraba en alza, llevando a la economía a una gran recesión que "congelo" a las entidades financiaras. Al asumir tenía cuarenta y cuatro años de edad, ya había mantenido una activa carrera política como diputado y ministro, cargos que ocupó en reiteradas ocasiones.

Filippo Galante.
 Retrato de Carlos Pellegrini-1907
Pellegrini designó entre sus ministros a hombres de reconocida reputación pública, provenientes de los centros partidarios más importantes del momento, tales fueron los casos del Partido Autonomista Nacional que dirigía Roca, de los cívicos dirigidos por Mitre, e inclusive un cierto núcleo de la Unión Cívica. El expresidente Julio Argentino Roca fue nombrado Ministro del Interior, era la persona más influyente en el gabinete, y logró evitar el triunfo de la revolución de Alem. Eduardo Costa fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, se trataba de un amigo cercano a Mitre y un reconocido jurista. Vicente Fidel López fue un defensor de la política del general Urquiza y del Acuerdo de San Nicolás, pese a su avanzada edad aceptó el cargo para enmendar las finanzas nacionales. El teniente Nicolás Levalle, colaborador cercano de Roca continúo como Ministro de Guerra y Marina. José María Gutiérrez se hizo cargo de las carteras de Justicia, Culto y Marina, era también un amigo de Mitre, como periodista fue colaborador en el diario La Nación. Había tres ministros vinculados al partido revolucionario.

El ministro Vicente Fidel López presentó al Congreso varias leyes con el fin de mejorar y ampliar la recaudación fiscal. Otra medida que completó el plan para salir de la crisis fue el proyecto que presentó con Aristóbulo del Valle en 1881, durante su época de senador nacional por la provincia de Buenos Aires. Este nuevo esquema consistía en la creación del Banco de la República. En consiguiente en 1891 se fundó el Banco de la Nación Argentina, de capitales mixtos y con la suma de cincuenta millones de pesos; su primer presidente fue Vicente Casares. Luego de que la moneda argentina recuperara respaldo, se creó la Caja de Conversión, estas medidas, sumadas al aumento de la moneda en circulación, fueron las que terminaron con la crisis. El gobierno había buscado fondos para fundar el banco que satisfaría las necesidades del comercio e industria. Para conseguir el capital tuvo que terminar por pedir créditos internos, tras algunos intentos fallidos de pedidos al exterior. Hasta que este se cubriera, para que iniciara inmediatamente sus operaciones, así se fundó el Banco de la Nación Argentina, propiciado por el gobierno como un banco privado, necesitó que este le proveyera el capital, lo hizo emitiendo un empréstito por cincuenta millones de pesos a cargo de la Caja de Conversión contra un bono del Estado. El nuevo banco tenía prohibido realizar operaciones con gobiernos y municipalidades, con excepción del gobierno nacional, pero con el cual no podía acordar más de dos millones de pesos. El general Lucio V. Mansilla fue uno de los defensores del nuevo Banco de la Nación. Sus debates en el Congreso, terminaron por convencer a gran parte de la oposición de llevar a cabo tal proyecto, pese a que su oratoria no tenía grandes conocimientos económicos, pero terminó de convencer a la oposición de crear un Banco para encarrilar la circulación monetaria.

Pellegrini al asumir reunió a un grupo de comerciantes, estancieros y banqueros para pedirles la suscripción de un empréstito a corto plazo de quince millones de pesos para abonar el primer servicio de la deuda externa que vencía en una semana. El empréstito se cubrió rápidamente. Antes de cumplirse un mes de gobierno, el nuevo presidente envío al Senado un "plan completo de finanzas". Ante la escasez del medio fiduciario, el gobierno tuvo que recurrir a la emisión, por medio de un proyecto de ley que autorizaba la emisión de billetes de tesorería hasta la sumatoria de sesenta millones de pesos para cancelar la emisión bancaria. Mientras que otro autorizaba la enajenación de fondos públicos que garantizaban los sesenta millones del Banco Nacional. Una tercera reglamentación creaba la Caja de Conversión y una comisión de liquidación de la deuda nacional. El ministro de Hacienda calculó que en diez años produciría un beneficio por veinte millones de pesos, que permitiría hacer frente a otras garantías y retirar de circulación las cantidades que debía amortizar, produciéndose como consecuencia de ellos la valorización de la moneda. Una quinta ley obligaba a los bancos garantidos a la conversión de sus emisiones. El sexto autorizaba un empréstito de veinte millones de pesos oro con la finalidad de atender el servicio de la deuda externa y aliviar el presupuesto. Se declararon caducas las concesiones de ferrocarriles y obras públicas con garantía de la nación, cuyos concesionarios no hubieran cumplidos con las condiciones contractuales.

El ministro Lucio V. López defendió enérgicamente su plan ante el Senado, recordando situaciones análogas por las que el país ya había transitado, según su óptica, aquellas crisis se habían afrontado con éxito con medios parecidos a los que él proponía. Propuso un presupuesto equilibrado, bajar el valor de las importaciones y aumentar las exportaciones en el año siguiente, se declaró apartidario y afirmó sus ideas nacionalistas. El Congreso aprobó con rapidez los proyectos más urgentes, mientras que el Poder Ejecutivo prorrogó las sesiones de las Cámaras para que se sancionase el presupuesto y otras medidas. El empréstito de veinte millones de pesos oro fue convertido en ley junto con la Caja de Conversión, esta última medida fue el remedio más eficaz para la estabilización de la moneda de curso legal. Pero tales medidas no tuvieron un efecto instantáneo: se había agravado la situación de la casa Baring, los banqueros del país en Londres no pudieron colar en el mercado europeo los valores argentinos, lo que terminó privando al gobierno argentino del capital necesario para solventar compromisos. El ministro de Hacienda convirtió en oro los cincuenta millones de pesos para darle un respiro al sistema financiero, y los remitió a Baring para el pago de los servicios de su deuda. Pero esta operación terminó agotando el capital metálico que existía y los bancos se presentaron en estado de liquidación. El ministro dio más hincapié en atender el problema del crédito externo, no escuchando a quienes le aconsejaron suspender transitoriamente el servicio de la deuda para estudiar que medidas adoptar. El mayor problema era la desvalorización de la moneda con relación a las obligaciones del Tesoro. Al cobrarse la renta en papel moneda despreciado, y al abonar las obligaciones en moneda metálica, hubo un punto en donde los medios eran insuficientes para atender los gastos. El billete se había desvalorizado de 247 pesos en agosto a 307 pesos en diciembre, y el gobierno no podía pagar puntualmente los sueldos de administración.

Victorino de la Plaza fue seleccionado para negociar la deuda y debió embarcarse hacia Londres, en donde recibió negativas de la banca londinense. Sin embargo logró que la Banca Rothschild admitiese una moratoria antes del cese del pago por parte del gobierno argentino. Logrado este primer paso, Pellegrini aplicó medidas de austeridad y de ajuste, como la suspensión de obras públicas como la Casa de Gobierno, el Congreso, el edificio de correos (las cuales volvieron a ponerse en marcha al terminar su gobierno), y nacionalizó las obras sanitarias privatizadas por Miguel Juárez Celman. De la Plaza también resolvió en Londres el problema en se hallaba la casa Baring Brothers, quienes eran los tenedores de los títulos argentinos de imposible colocación, aconsejaron un pacto con los franceses y alemanes, y la contratación de un empréstito en cantidad suficiente para atender los servicios de la deuda externa durante tres años. El empréstito evitaría que la deuda externa gravitara en el presupuesto y los nuevos impuestos aumentaran la renta del Estado. El empréstito ascendía a setenticinco millones de pesos nacionales oro en títulos del 6% de interés bajo condiciones muy severas: su producto tenía que dedicarse exclusivamente al pago de la deuda externa, el país se comprometía a no contraer nuevos empréstitos durante tres años. Para equilibrar el presupuesto, el ministro dispuso de la creación de nuevos impuestos y aplicar una suba a los ya existentes. Se impuso el 7% sobre las utilidades y dividendos de los bancos particulares y sociedades anónimas, cuya dirección y capital no estuvieran radicados en el país, exceptuando las fábricas de carnes conservadas, frigoríficos y ferrocarriles. El ministro de Hacienda aumentó los derechos aduaneros que se debatieron en el Congreso, los mismos giraban en torno principalmente a artículos de lujo. Estableció el pago de los derechos en oro, se aumentó un 2% los impuestos de la exportación y aumentó también el impuesto al sellado.

Se permitió la circulación de algunos diarios opositores al gobierno. Por medio de un proyecto presentado por Dardo Rocha el gobierno dio amnistía a aquellos miembros del ejército que habían tenido participación alguna durante la revuelta revolucionaria del 90. Se ordenó la confección de un nuevo registro cívico en todo el territorio de la República, renovable cada dos años y se abrió el padrón electoral para permitir la inscripción de los ciudadanos. Se reformó la ley electoral para elegir el Consejo Deliberante de la Capital Federal, además se llevaron a cabo elecciones para instalar el Consejo Electivo, procurando mejorar las deficiencias y suprimir abusos en el gasto público. Prácticamente había desaparecido el crédito personal, y aumentaron las quiebras de las sociedades anónimas, y el Banco Hipotecario Nacional suspendió el pago del interés de la cédulas y el valor del oro subió a 446 pesos. El presidente convocó a una "reunión de notables" en la Casa de gobierno, donde hubo una representación de todos los sectores de la economía, el comercio, la industria, la ganadería y la agricultura, con la finalidad de escuchar todas las opiniones de miembros del parlamento y otros dirigentes distintos al gobierno. Esto se hizo cuando se había revelado un alto estado de tensión popular tras un atentado contra la vida del ministro del Interior. El presidente envió un proyecto de emisión de billetes metálicos por intermedio de la Caja de Conversión, que el gobierno y el Banco Hipotecario recibirían como oro. En simultáneo, negoció con los banqueros de la capital un empréstito que brindara a los bancos recursos instantáneos. La comisión integrada por Gorostiaga, Uriburu, Romero, Paats, Várela y Anderson terminó y presentó su despacho al presidente, esa noche el jefe de Estado se reunió con sus ministros y lo aprobaron, resolvieron emitir un empréstito por la suma de cien millones de pesos nacionales, producto que debía entregársele a la Caja de Conversión para ayuda de los bancos oficiales y evitar la quiebra.

Pellegrini suprimió la colonización agraria oficial por empresas particulares, que solo había dado unos buenos resultados en la provincia de Santa Fe, revisó la aplicación de las leyes que concedían grandes dimensiones de tierras fiscales a los particulares. Pero la administración que se dedicaba a estudiar los viejos expedientes no reviso los proyectos de reforma que permanecían encarpetados. Tampoco afrontó con decisión la enajenación y población de las extensas áreas en dominio del Estado. La explotación ganadera cedió lugar a la agricultura. El arado mejoró el trabajo del campo. Los granos exportables aumentaron en proporción geométrica con relación a la carne y el cuero. La construcción de redes ferroviarias, la inmigración y radicación de capitales extranjeros había cambiado la fisonomía económica y social del país. La venta de 17 millones de hectáreas de tierra fiscal fue resultado de la presión de las fuerzas de expansión de la economía del país, pese al desorden con que fue enajenada, no complico a la riqueza del Estado. La gestión de Pellegrini procuró poner en orden la administración de la tierra fiscal, afirmando que las 30 millones de leguas recientemente enajenadas no habían dado producción. Bajo las atribuciones de la Oficina de Tierras, se reglamentó que solo el presidente de la Nación podía firmar las escrituras de venta, y se decretó una investigación sobre los derechos de los propietarios, según la ley 1882. Al poco tiempo se recuperaron 4 millones de hectáreas. Pero poco después 3,5 millones de hectáreas volvieron a entregarse a la especulación. Los propósitos del gobierno por ofrecer tierras fiscales en venta, explorada, mensurada, amojonada y ya subdividida a los verdaderos agricultores fue solo un enunciado, puesto ha que en realidad se siguieron produciendo abusos con los premios en tierra y certificados al portador, a favor de miembros del ejército, mientras que la enajenación de grandes extensiones sin consulta no cesó. La tierra fiscal siempre había sido distribuida con prodigalidad, los gobiernos solían estar implicados en estas políticas, y los subsiguientes también.

Se construyó el Museo Histórico Nacional y la que llevaría el nombre de Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, se empezaron las obras para el Jardín Botánico de Buenos Aires. Se rescataron tierras en poder de empresas de ferrocarriles, que los concesionarios no habían llegado a abonar a tiempo. Por estas políticas Pellegrini fue considerado proteccionista, él mismo decía: "Cuando hace falta, el Estado debe meterse en la vida económica, y si no es indispensable no debe hacerlo. Así de sencillo".

Se descubrió un complot anarquista que tenía como misión asesinar al Presidente. Presentó su dimisión en agosto de 1892, después de una grave crisis en su gobierno, sin embargo fue convencido para seguir hasta el 12 de octubre de 1892. Las elecciones presidenciales de 1892, fueron después de muchos años las primeras en ejercerse sin ningún tipo de fraude, resultando electo como presidente Luis Sáenz Peña, y posibilitando la elección de senadores como Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem. Sáenz Peña le ofreció a Pellegrini el cargo de Ministro de Guerra y Marina, pero este no lo acepto. Luego que Pellegrini cediera la presidencia, se dirigió a su residencia en Florida y Viamonte, caminando, sin custodia alguna.