Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti: Estados Unidos y su guerra contra el terror

David Garcia
APAS
(Agosto de 2012)

Si hay algo que caracteriza a Estados Unidos es su coherencia a lo largo del tiempo en su “lucha contra el terrorismo”. Hace 85 años, y luego de un juicio viciado, los anarquistas italianos fueron asesinados “legalmente” por el Imperio.

El 23 de agosto no es una fecha más. Ese día, pero del año 1927, la Justicia -¿Justicia?- estadounidense se encargó de escribir una nueva página en su larga historia de de abusos e injusticias.

Pocos minutos después de la medianoche de aquel día, los anarquistas Nicola Sacco -zapatero de oficio- y Bartolomeo Vanzetti -pescadero- fueron asesinados “legalmente” por un Estado racista y asesino que utilizó esa ejecución como moraleja: Estados Unidos no toleraría a aquellos individuos que además de extranjeros, sean pobres y “rojos”: anarquistas, comunistas o socialistas.

Los italianos Sacco y Vanzetti fueron juzgados y condenados a la silla eléctrica. Los acusaron por el doble asesinato de Frederick Parmenter y Alessandro Berardelli y por el robo de unos 15.700 dólares de Slater-Morrill Show Company, en South Braintree, Massachussets, ocurridos el 15 de abril de 1920.

Sin embargo, cuando fueron detenidos por la policía -el 5 de mayo de 1920- no sólo no se los acusó de delito alguno, sino que el interrogatorio se basó exclusivamente en sus actividades políticas.

“¿Eres ciudadano?”, preguntó uno de los policías a Nicola Sacco, quien escuetamente respondió “No”. Las preguntas de los uniformados continuaron por el mismo carril: “¿Eres comunista? ¿Eres anarquista? ¿Crees en nuestro gobierno?”. De los asesinatos y el robo, nada.

El mismísimo fiscal Katzmann aseguró, durante el juicio contra los libertarios, que durante los primeros interrogatorios las preguntas se basaron en cuestiones políticas.

Tras las detenciones y los primeros interrogatorios, tanto Sacco como Vanzetti creyeron haber sido detenidos en el marco de la persecución que durante esa época eran víctimas tanto anarquistas, como comunistas y socialistas. No obstante, dos días después de ser detenidos supieron que se los acusaba por doble asesinato y robo.

Si el rumbo político de los primeros interrogatorios podría considerarse una anomalía en el proceso, las instancias posteriores, como la de identificación y el juicio, tampoco podrían ser consideradas apegadas al debido proceso.

Al momento de la rueda de reconocimiento, la policía mezcló a Nicola Sacco con una decena de personas, entre las que se encontraban policías de civil. Cuando el primer testigo se aprestó a reconocer al acusado, señaló a uno de los policías.

Ante esta situación, la policía decidió encerrar solos a los acusados, en cuartos diferentes, y se hizo pasar a los testigos de a uno para que los identificaran. Pero ninguno pudo identificar con total seguridad a los acusados.

El 31 de mayo de 1921 comenzó el juicio contra Sacco y Vanzetti, un proceso plagado de anomalías y en el que quedó en claro que los acusados ya habían sido sentenciados antes de comenzar.

El juez Webster Thayler se encargó rápidamente de desestimar las evidencias que exculpaba a los acusados. En primer lugar, descartó a los testigos que decían que los acusados no se encontraban en el lugar de los crímenes y el robo. 

Además, tampoco tuvo en cuenta la declaración de un empleado del consulado italiano que había señalado que Nicola Sacco estaba reunido con él al momento de los hechos.

Pero lo que dejó en evidencia la irregularidad del juicio fue la diferencia de calibre del arma homicida (.32) y la que le incautaron a Bartolomeo Vanzetti el 5 de mayo (.38).

“Me es difícil creer que ese juicio fue en Estados Unidos”, indicó, en 1969 William Douglas, ex juez de la Corte Suprema, luego de leer las transcripciones del juicio.

A pesar de las anomalías del proceso, el 14 de julio de 1921, y luego de tres horas de deliberación, el jurado encontró a los acusados culpables de robo y asesinato en primer grado, un crimen capital en Massachussets.

“Sé que a sentencia será entre dos clases, la de los oprimidos y la de los ricos. Es por eso que estoy aquí ahora, en el banquillo de los acusados, por pertenecer a la clase de los oprimidos”, manifestó Nicola Sacco tras conocer la sentencia.

Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco tenían bien en claro que no habían sido condenados por asesinar y robar, sino por su condición de inmigrantes italianos, pobres y anarquistas.

Así, luego de seis años de apelaciones, y pedidos de nulidad del juicio, todos infructuosos, Sacco y Vanzetti fueron, finalmente, ejecutados en la silla eléctrica.

En 1927, Vanzetti y Sacco fueron víctimas de la “lucha” del Imperio contra el “terrorismo”. Una “lucha” que 85 años después se mantiene intacta, con un leve cambio de maquillaje: los terroristas de hoy, los musulmanes, no son los mismos de ayer, anarquistas, comunistas o socialistas.