¿Centro? #aaawwwwww

Nicolás Tereschuk*
Artepolítica [x]

Hay una hipótesis a la que nos vamos a dedicar a tirarle en estas breves líneas con todo lo que tengamos a mano, sin mucha sutileza, ni metodología.

Es una que indica que la Argentina que viene:
a) va de manera inexorable más “al centro”
b) que la presencia de (pre) candidatos como Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri nos está indicando, justamente, ese viraje.
c) que ese “centro” preexiste y está dado por un paquete más o menos armado de políticas públicas.
d) que cualquiera de esos precandidatos que llegue a la Casa Rosada va a hacer entonces más o menos lo mismo porque ese centro está prefijado.
Para decirlo en otros términos, que el próximo gobierno será “moderado”, más bien “racional”, que hará el combo de cambio y continuidad necesario, ni demasiado más acá, ni mucho más allá. Que ni Massa, ni Scioli, ni Macri son ultras, que irán a un cierto centro medio “atrapatodo”. Que ninguno de ellos “es para tanto” en términos ideológicos.
Pero eso puede no ser así por varias razones:
  • Quien niega la existencia de izquierdas y derechas, es de derecha y ratifica su existencia. No está en ningún “centro”.

  • Para “pendular un poco” de un discurso medio de derecha a algunas acciones medio de izquierda, o viceversa, para querer ser “El Centro” en la Casa Rosada y/o para creerse el “Papa Francisco” -ir de un discurso históricamente conservador y hacerse el Rolling Stone una vez nombrado- hay que tomar una cantidad de Vitina que no te la puedo contar. El Perón que podía ir de las formaciones especiales, a “tronar el escarmiento” a “para un argentino no hay nada mejor que un argentino” según (le) conviniera hubo uno solo.

  • Los presidentes del 83 para acá que terminaron sus mandatos no estuvieron en ningún “centro”. Hablamos de Menem y el kirchnerismo. Con todas las dosis de pragmatismo que se les pueda atribuir a cada uno, con todo el “juego” que pueden haber tenido para aquí y para allá, esa historia demuestra que desde la Casa Rosada no parece tan fácil hacerse el urbi et orbi, como sí tiene chances un gobernador o un intendente. El sillón de Rivadavia no es joda en nuestro querido país. Ahí hay que elegir, hay que sentarse y elegir todos los días, con tu verdad relativa, con todo lo que quieras, pero si te quedás en “el centro” te podés caer y acá nadie es zonzo.
  • Como dice Torcuato Di Tella, “para que las alianzas de centro tengan sustentabilidad real: o se hacen con los sectores propietarios o se hacen con los sectores populares. No hay condiciones para una alianza de centro que se asiente exclusivamente en un sector de las clases medias -por más amplio que sea- y en los intelectuales. (…) sólo con la ideología y los votos no se gobierna. Para gobernar se hace necesario contar con el apoyo de alguno de los grupos de interés real de la sociedad, que son, por ejemplo, los grandes empresarios, la clase media, la clase obrera, los marginales, los sindicatos, los grupos intelectuales, la universidad, la iglesia, etc. Si uno no tiene el apoyo de algo de eso, un gobierno es inviable“. El concepto se entiende pero agregaría: no es lo mismo una alianza que se hace “con los sectores propietarios” o “con los sectores populares”. No es un mismo “centro” al que hace referencia Di Tella. Será en todo caso centroizquierda o centroderecha y bastante marcado. Con aire y sol, manteniendo lo bueno y cambiando lo malo, apelando a los “vecinos” contra el “Estado ausente” se puede hacer ruido en una campaña, pero no se gobierna.

  • Si el próximo presidente decidiera mantenerse en un cierto “centro” ¿con cuánta voluntad y cuánta espalda va a resistir las presiones delestablishment que se prepara a partir de 2016 no ya para volver a fugar divisas como hizo entre 2003 y 2011, sino para subir un escalón en sus negocios, al estilo de los saltos de pantalla que significaron el endeudamiento con la dictadura, las privatizaciones con Menem o la maxi-devaluación de Duhalde?

  • Pensar que porque no habrá alguien con el apellido Kirchner en el gobierno se termina el “conflicto” en la política argentina es una pavada del tamaño de Ucrania. El conflicto aparecerá porque está en la sociedad.
Y yendo más netamente al peronismo. Se dice que cuando el kirchnerismo deje el poder, habrá sido “una etapa más que ya pasó”. Es decir, una especie de mal sueño de excesivo giro a la izquierda y conflictividad.

No habría que confundirse. Una cosa es tener la viveza de notar que mostros como Néstor y Cristina Kirchner no salen todos los días en el mazo. Es decir, que diciendo y haciendo lo que han hecho Néstor y Cristina, en la Argentina realmente existente lo más normal ha sido perder y no ganar elecciones. OK.

Ahora: presidentes peronistas queridos en los barrios ricos y los barrios privados de nuestro país hubo uno solo. El que fue “una etapa que ya pasó” fue el menemismo. El kirchnerismo está metido de lleno en la tradición de cierto despelote que implica el peronismo. Una tradición que con el presidente a la cabeza o con la cabeza del presidente, no tendrá su último capítulo el año que viene.

* Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).