Venezuela: repercusión y secuelas del 14 de abril

 Carlos Gutiérrez M
Le Monde diplomatique

Circuló casi de inmediato: "Es contradictorio que sectores del pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre" (1). Corto y sencillo, en este mensaje de twitter, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela (2), logró sintetizar un balance y respuesta ante la sorpresa y las preocupaciones que hierven hoy dentro de la dirigencia bolivariana, al conocer los resultados de los comicios celebrados para suceder en la presidencia al fallecido Hugo Chávez Frías. Una preocupación sin atenuante alguno para callar y no evaluar ahora.

La preocupación del presidente del legislativo venezolano –o mejor, rectificación– debió ser voz, y hacerse efectiva desde hace varios años, cuando elección tras elección era evidente que el cúmulo de votantes y su porcentaje por la revolución disminuía o no tenía aumento (3). Una realidad y contradicción que requieren explicaciones de fondo. Sobre todo, cuando los cambios efectivos propiciados por la política económica que lideró Hugo Chávez son nítidos. Cuando las cifras son categóricas, y permiten concluir que la revolución política y su liderazgo lograron hacer de Venezuela el país más igualitario de la región. Un objetivo alcanzado, con el inicio del pago de la deuda histórica con los pobres a través de la distribución de la renta petrolera.


Esta política económica y social, en un análisis solo de la primera década de aplicación –no hay registros consolidados al día–, indican que aun sin un cambio estructural radical y de victoria estratégica, entre 1999-2010 la pobreza pasó del 49,4 por ciento al 27,8 y la indigencia descendió del 21,7 por ciento a un 10,7 (4). A ojos vista, los pobladores de Venezuela accedieron a educación y salud cubiertas en su totalidad por el Estado –aunque en este último campo sin un sistema nacional de salud en todos los niveles necesarios–, y además, a programas sociales masivos en alimentos, deporte, seguridad social, atención de sectores en desamparo, de niños infantes y otros aspectos de la vida diaria.

Política tal en consigna, diseño y aplicación pese a la presión de los organismos multilaterales Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial a favor de sus recetas neoliberales, y puesta en marcha a pesar de la fuga de capitales que entre 2003 y 2012 alcanzó la inmensa cifra de 150.000 millones de dólares (5). Son datos contundentes. Sin embargo, los sectores populares, beneficiarios de la política económica en aplicación "por el socialismo", no asumen sin distancias un convencimiento con eco creciente, de sus bondades y del proceso de cambio. En fin... un notorio sector termina dando apoyo en las urnas a quienes por décadas los excluyeron, a la par de olvidar las acciones contra el pueblo, a partir del triunfo y viraje electoral en diciembre de 1998.

Voto de algunos sectores populares que muestra una incongruencia con el cambio y significado del esfuerzo gubernamental chavista, que puede acercar el motivo, sin absolver una explicación suficiente, por el peso de la cultura dominante y los valores individualistas y sin sentido de bien común que predominan en todo el conjunto social, sin que los contrarreste el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) en su condición de instrumento hegemónico "único de izquierda", oficial, dados sus reflejos y contenidos en el manejo del poder, con un Gran Polo Patriótico prácticamente inexistente.

Un resultado luego de catorce años de conquista del gobierno y 10 de defensa y legitimación social con movilización activa de la Constitución 1999, como fue la derrota del golpe y sabotaje económico (11-13 de abril 2003 y diciembre 20/2003-febrero 10/2004); y aun así, constata, cómo no todas las transformaciones para confrontar al capitalismo y su cultura, deben estar centradas solo en medidas económicas, y su propaganda y elogio sin crítica. Más aún, cuando no se cuenta con un modelo administrativo, de planificación y concepción socialista que encadene producción, distribución y comercio para neutralizar la inercia sistémica de un "capitalismo de estado".

Igual, advirtieron y enseñaron con crudeza, otros procesos revolucionarios en el mundo que, con más autoridad, profundidad histórica y conciencia y apoyo popular, llegaron incluso al avance en transformaciones geopolíticas y antisistémicas. Sucede por tanto, que la subjetividad también cuenta. Cuenta el modo, el estilo del ejercicio del poder y de la búsqueda de un sujeto y poder social, y del remozamiento de la identidad nacional sin exclusiones, ni persecución. Esta última, sólo válida y ganadora de consenso, en el caso puntual de descubrir con precisión, planes y acciones de conspiración, y de neutralizar sus conexiones internacionales.

Revolución y práctica de gobernar del hoy y ahora en Venezuela, que desnuda el retrato electoral, y sus rasgos de una audiencia en tope y con brecha abierta dentro de su propia mayoría natural y plena, con ¡acusación e interrogante! Paradoja y riesgo, aprovechados y estimulados por la oposición, con promesas y un discurso que a largos 7.270.403 venezolanos resulta incluyente. Así, en la campaña electoral que recién concluyó, ofrecieron (sin que algún medio oficioso nacional e internacional los tildara de populistas) una inmediata alza general de salarios del 40 por ciento. Y a renglón seguido, el incremento a 3.000 bolívares del salario mínimo –Nicolás Maduro, como candidato y presidente (e) decretó un alza de 2.047,52 a 2.457 bolívares, a partir de este 1º de mayo, y de 2.601,70 desde el 1º de septiembre próximo–, asimismo, entregar a los adultos mayores al cumplir 60 años, de manera automática, pensión y tiquete mensual para alimentación; todo esto, sin un abandono de las Misiones –acciones de ayuda social que instauró el presidente Chávez, y que siempre tendrán memoria. Arenga opositora con la "promesa" de ir más allá de la acción social del Gobierno Bolivariano, en un parangón de campaña que multiplicó oídos: sin usar epítetos ni lenguaje de maltrato a la clase media ni al sector rico de esta sociedad –de papel no determinante ni dirigente en la superestructura económica, dado que Petróleos de Venezuela, Pdvsa, es el núcleo, motor y remolque de la economía venezolana.

Al fin de cuentas, está abierta una nueva situación política y de contradicción que no será posible subsanar, en rescate de la mayoría magnífica e incontrastable de un pueblo y una sociedad con soberanía, sin realizar una lectura autocrítica, la cual sin abandono de los principios de lucha contra el capitalismo, introduzca modificaciones en el discurso del poder. A la vez, con la aplicación de un inmenso proyecto educativo y cultural en la vida diaria, que trastoque la cotidianidad en usos y consumos, que afecte la burocracia estatal, que quiebre la corrupción y el engrosamiento sin ruptura de una "nueva clase política", que abra puertas y facilite a los sujetos sociales su configuración, autonomía y poder real desde las necesidades sentidas, no solo del poder.

En fin, superar el bache con medidas y políticas que toda la población pueda sentir como efectivas y no de simples promesas o de mitin electoral con repetición. No sin razón, ante la insistencia del presidente Chávez en tildar como "oligarcas" a quienes no estaban con el Gobierno, Fidel Castro le preguntó: ¿Hugo, de verdad, en Venezuela hay 4 millones de ricos?".

Hondo, ante la situación política que sobrevino, no cabe eludir que tuvieron impacto y fueron motivo en el giro de una parte del electorado venezolano, la toma de medidas oficiales por lo menos polémicas, como la reciente devaluación del Bolívar Fuerte en un 46,5 por ciento, y una posterior, casi inmediata, que elevó el dólar de subasta para la compra de importaciones, en otro porcentaje similar (6). Unas medidas que para muchos venezolanos reflejan una incoherencia en el discurso del Gobierno, además de impactar de manera negativa sus bolsillos, mientras en un plazo que resulta extenso, su país tiene un hábitat y desarrollo por debajo de su potencial.

Con base en estas realidades y debilidades del Gobierno y del proyecto bolivariano, la oposición adelantó su campaña presidencial con el mensaje por fragmentar en un gran segmento el voto oficial. Una meta que casi consigue, cuando el pasado 14 de abril un apretado resultado permitió al Psuv, en cabeza de Nicolás Maduro, retener el poder y la cabeza del gobierno que por más de una década ostentó Hugo Chávez (7).

Un resultado en números, con poco margen de diferencia, que de inmediato movilizó a Lima, capital del Perú, una reunión de los presidentes de Unasur, y que provocó su aprobación unánime de una resolución para –por primera vez– extender al total de los resultados de las mesas electrónicas –sin revisar los «cuadernos de votación», como reclama la oposición–, el 54 por ciento de la "veeduría con participación ciudadana", que de ordinario admite la ley venezolana y, dio lugar para que los líderes del proyecto opositor ganen audiencia y denuncien la supuesta "ilegalidad del resultado" y, de este modo, cuestionar la legitimidad del actual gobierno, con un efecto que junto con la "polarización" existente, encona aún más la disputa política. Veeduría que apoyan los Estados Unidos, cuyo gobierno no reconoce el resultado oficial. La pugna es intensa.

Es dable deducir entonces, que con la Casa Blanca atenta, y con el asidero en la variación de la imagen y la situación política, la estrategia opositora en marcha, entra a formar parte de los hechos continentales de los Estados Unidos y de los poderes tradicionales por retomar sus dominios en el continente. (8). En este marco, las declaraciones opositoras son diarias. Sin despertar una reacción o indignación inmediatas, el estribillo de "mentiroso", y de querer aplicar el modelo cubano en Venezuela, es al que más recurre Henrique Capriles, como forma de provocar a Nicolás Maduro, pero también, como un recurso elemental –sin fórmula de juicio– para comunicar al electorado chavista que lo engañan y ofrecen algo que "no le conviene". El lenguaje y la estrategia no son gratuitos.

El segmento político y social de la oposición "escuálido", que aun con Hugo Chávez en vida creció a un 46 por ciento, devino ahora en 'mitad del país'. Por ende, la estrategia política opositora tiene un espacio más ancho, que no la conmina a retroceder. Por el contrario, a sostener y ganar la iniciativa en el corto plazo, buscar la ofensiva en los meses y años por venir (¿probar y conseguir la repetición de las elecciones en algunas mesas?, mejorar posición y el factor de gobiernos en la aplazadas elecciones municipales, a las que debe citar el Consejo Nacional Electoral, CNE entre julio y diciembre próximo (9), barajar el reclamo de un referendo revocatorio a Nicolás Maduro en 2016 y mantener impulso hacia los comicios presidenciales de 2018).

Su diseño público de recuperación del poder, parte de una hipótesis sustancial: con la muerte de Chávez el liderazgo interno dentro del Psuv está fracturado y redujo resonancia y contundencia frente al país. Es decir, el propósito inmediato de las denuncias públicas, de las marchas y otras manifestaciones de protesta auspiciadas desde y por la oposición, es potenciar o ahondar la "debilidad" o supuesta fractura en el Gobierno. De esta manera, el cuestionamiento del resultado electoral busca tocar algunos puntos sensibles de la costumbre y métodos electoreros que sobreviven e introdujo en sus tiempos de poder el partido Acción Democrática (control de mesas el día del voto, interferencia con el elector al acercarse a las mesas de votación), y deja evidente el propósito central de esta acción política, comunicativa, social, organizativa, con impacto nacional e internacional.

Su propósito, además, pretende la ampliación y cohesión de las fuerzas integrantes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), vistiéndolo de un discurso más actuante, para que pueda comunicarse con la sociedad en todo momento y no únicamente en tiempo electoral. Del mismo modo, intenta profundizar un liderazgo competitivo –que a pesar de las reticencias y acomodos de Acción Democrática, ahora encarna Capriles– haciéndolo incuestionable. La legitimidad del actual gobierno, pero también la crítica al modelo económico y la inseguridad en las ciudades –ejes de la reciente campaña presidencial– casi seguro, constituirán agitación para confrontar al presidente Maduro y al Psuv en el próximo tiempo.

Por tanto, las "denuncias" y la "impugnación" de las elecciones de abril, son parte de una estrategia política de largo plazo. El recuento de sufragios que reclaman no es sustancial –en su fuero interno saben que así es– pero es útil como muletilla comunicativa e instrumento cohesionador de un electorado con 'urgencia' de reafirmarse en que los próximos comicios les permitirán pugnar por aumentar victorias en las alcaldías y los concejos, y que en las presidenciales, por ahora distantes, ganarán el control de la cosa pública, mediados por una realidad: una ventaja electoral mínima no comunica, en ninguna instancia, capacidad de posesión ágil, sin entreveros. Es la verdad.

Esta estrategia adquirió sus visos, tras 14 años de resultados electorales adversos para los partidos tradicionales (adecos y copeyanos) y para todas las fuerzas contrarias al gobierno chavista que pretendieron tomar cuerpo. En uno y otro caso, estas fuerzas no conseguían cohesión, un factor ausente que las debilitaba, y tampoco habían encontrado un eje central para su discurso de "volver al pasado", que en esta ocasión, pudieron amalgamar con simbología bolivariana (el comando de campaña tomó el nombre del Libertador). En todo caso, es innegable también, que la estrategia opositora alzó cabeza por el factor de la muerte de Hugo Chávez, y ante todo, por errores en la acción de Gobierno durante los últimos años.

Uno primero que destaca tiene relación con su política económica. Si bien, exitosa tanto en el campo interno como en el externo, en su estrategia y eje en hidrocarburos y su "siembra del petróleo" a través de las Misiones –junto con sus medidas de solidaridad internacional–, es evidente que no pudo manejar con eficacia la abundancia de divisas que trajo el creciente precio del petróleo: la inflación de dos dígitos en alza y la devaluación constantes, son su manifestación que más afecta a la sociedad.

Otros errores que acuñan en la reducción de la ventaja electoral son: las ausencias de una política que no desdeñe a los contrarios, que valore en su justa proporción el peso de la cultura, de una estrategia de profunda intensidad en este campo, que afecte la vida diaria de toda la población, pretendiendo y logrando en el corto plazo desatar la energía y la imaginación de la población para que sin retardo asuman las riendas del poder, del gobierno y el debate de los asuntos públicos.

El resultado electoral, luego de una veintena de comicios de distinto tipo en Venezuela (10), que destacan a este país con relación a la democracia electoral, evidencian que el proceso bolivariano acusa síntomas de disminución del caudal popular, y que para su continuidad resulta exigente, como expresó el presidente Chávez en noviembre, un "giro de timón", y como prometió Nicolás Maduro, "...revolución dentro de la revolución", lema que refuerza el vicepresidente Jorge Arreaza con la necesidad "...más que vencer de convencer".

Notas:

1 www.eluniversal.com/nacional-y-politica/elecciones-2013/130415/
2 Con admisión de Hugo Chávez, es el segundo en jerarquía política dentro de la estructura activa de los oficiales en retiro y activos que participaron en las rebeliones del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992.
3 Desde 2006 hubo los siguientes resultados en votos: 1. Presidencial 2006: 7.309.080. 2. Referendo 2007: 4.379.372. 3. Regionales 2008: 5.611.140. 4. Enmienda de reelección 2009: 6.310.482. 5. Asamblea Nacional 2010: 5.423.324 con alerta y menor cantidad frente a 5.858.159 de la oposición.
4 Le Monde diplomatique edición francesa, abril 2013 pág. 21
5 Ib.
6 La moneda fue devaluada en febrero de 2013. Esta devaluación es inferior a la del 100 por ciento aprobada en el año 2010. Una valoración pública de la misma está pendiente. La importancia de estas medidas, por sus impactos para el comercio exterior, el estímulo a la producción interna, el peso sobre los ingresos de los menos pudientes, la deuda externa e interna, y otros aspectos significativos que carga la misma, deberían llevar al Gobierno a estimular un gran debate nacional sobre las mismas, una acción educativa-movilizadora a través de la cual la sociedad se haga sujeto efectivo del proceso de cambio y asuma a través de consejos de gobierno con poder efectivo (en forma de los organismos comunales u otros) el destino de su vida diaria.
7 El Psuv obtuvo 6.170.285 votos y sus partidos aliados le sumaron 1.428.064, para un total de 7.598.349 sufragios. La oposición registró 7.270.403.
8 Hay que recordar que en el año 2006, cuando Andrés López Obrador denunció el fraude electoral en su país, en el cual Felipe Calderón "venció" por una diferencia de 230.000 votos, los Estados Unidos ni cuestionaron el resultado ni esperaron para reconocer el nuevo Presidente.
9 Estas elecciones estaban citadas para mayo pero fueron aplazadas por la realización de la consulta presidencial.
10 Se han realizado elecciones presidenciales en los años 1998, 2000, 2006, 2012, 2013; de Congreso (Asamblea): 2000, 2005, 2010; regionales: 2000, 2004, 2008, 2010, 2012; municipales: 2000, 2008, 2010; referendos: dos en 1999 (Constitución), 2000, 2004, 2007, 2009.