2012, hacia la profundidad de lo nuestro

>Por Pedro Jorge Solans*

El primer año del segundo período de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner será clave para el proyecto nacional y popular que encarna. Y por ende, será vital para enfrentar la batalla cultural que libramos los argentinos en un escenario internacional distinto al que se vivió en 2003.
Después del contundente respaldo popular que cosechó el Gobierno Nacional este año a través del voto popular, la administración kirchnerista profundizará el modelo de inclusión de los 40 millones de habitantes, con eje en el desarrollo interno y con creciente autonomía frente a los poderes económicos internacionales.
En medio de una crisis mundial, y por lo que se vislumbra, el país seguirá reorientando su economía hacia la región y los países llamados emergentes, para superar aquel otro país basado en la producción primaria –el trillado “granero del mundo” hegemonizado por las oligarquías locales, que muchos echan de menos y evocan hoy con nostalgia–. Y ahí surge la contradicción principal dada entre las fuerzas nacionales y las oligarquías financieras, agroexportadoras y terratenientes.
El Estado reasumió su rol y lo hará con más fuerza aún en el aspecto regulatorio y orientador de la economía, para que el modelo sea la búsqueda de un camino propio, guiado por el interés nacional y no un esquema importado desde los centros de poder del capitalismo mundial totalmente alicaídos por estos días.
El primer año del segundo período de gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner será clave para el proyecto nacional y popular que encarna. Y por ende, será vital para enfrentar la batalla cultural que libramos los argentinos en un escenario internacional distinto al que se vivió en el 2003. Está claro, que al hablar de batalla cultural, estamos trayendo a nuestros días la disyuntiva que planteó Raúl Scalabrini Ortiz, desde FORJA, y que llamó las “dos rutas de mayo”; las dos alternativas de desarrollo que tuvimos desde nuestro origen como país.
La supremacía de la política sobre la economía, el poder estatal sobre las oligarquías, el capital concentrado, extranjero, y el sector financiero, es el gran avance como expresión de la soberanía popular y la autodeterminación nacional que abrió paso al “País para todos” que la presidenta Cristina define como de “estructura productiva diversificada con eje en el mercado interno con inclusión social”, de soberanía nacional y de unidad latinoamericana.
Es cierto que el éxito de la transformación del país dependerá de la consolidación de un frente nacional; pero también será imperioso que este proyecto colectivo tenga un sustento económico y financiero para alcanzar la liberación social inconclusa desde aquella Revolución de mayo de 1810. Y lógicamente, el 2012 será, desde esta perspectiva, el año que demandará una urgente modificación del sistema financiero que siempre fue, es y será un duro escollo para los intereses del conjunto de la sociedad.
El sector financiero representa un poder oscuro que no está a “cielo abierto” como el
campo al que Cristina enfrentó en su primer año de gestión.
El financiero es un poder que pelea sin cortar rutas, sin piquetes. Utiliza otras herramientas no siempre identificadas. Con él están los medios de prensa, las fábricas de olas de rumores, la utilización experta de los humores colectivos, las manipulaciones de las debilidades del imaginario colectivo construido con programas educativos elaborados para la formación de seres dependientes, consumistas y de pocas pulgas cuando lo muestran como son y no como le hicieron creer que son.
El Gobierno Nacional sabe que se enfrentará a un duro sector y cuenta para ello, con el apoyo del 54% de la población que obtuvo este año y ratificó el rumbo. Aunque también sabe que necesitará una militancia sin medias tintas, porque no habrá tiempo ni espacios para las disputas de baja intensidad, ni para los caprichos de sectores intestinos, ni para oportunistas, ni para vacilaciones. Tampoco habrá aire para gobernadores que no entiendan que este es un proyecto de todos y para todos.
En ese sentido, el federalismo será estratégico para el desarrollo productivo que integre las distintas regiones del territorio argentino, equiparando las desigualdades entre ellas y promoviendo la diversificación de las actividades productivas de cada una, con los sectores populares organizados en cooperativas y Pymes como protagonistas principales. Pero no será menos estratégico la superación de la concepción del federalismo como falsa antinomia entre intereses provinciales y nacionales a partir del cual se justifica la “provincialización” de las rentas de los recursos naturales y que fue la base de la reacción de las patronales del agro contra el gobierno nacional en 2008, cuando el voto no positivo del vicepresidente Cleto Cobos se hizo en nombre del “país federal”, que ha servido históricamente a los sectores dominantes –entre ellos, las elites conservadoras locales– para poner límites a la intervención estatal y facilitar el ingreso del capital extranjero.
Nadie podrá negar que las finanzas de los estados provinciales no gozan de buena salud, pero las políticas financieras para paliar esas realidades particulares no podrán ir en contramano de los intereses nacionales. En esas circunstancias, no creo que puedan sobrevivir en un año como el que viene, “gestiones islas” o municipios aislados o provincias aisladas. No habrá mesías ni magos. Este modelo se construye colectivamente, y así está planteado nuestro porvenir.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, desde que logró el respaldo masivo en las urnas en octubre pasado, vino dando señales más que claras. Tendrá un equipo de colaboradores casi sin cambios y con un Jefe de Gabinete como Juan Manuel Abal Medina que impondrá más definiciones políticas desde su función estratégica. Pero también, habrá que preguntarse, ¿qué quiere decir, la Presidenta, cuando habla de sintonía fina?
Evidentemente, no será fácil transitar el 2012, aunque tendrá un plus: un pueblo que se da cuenta que hay un avance muy marcado a favor, y que tiene a mano para defenderse leyes como la de medios audiovisuales, la asignación universal por hijo y la ley de tierras, la recuperación de una empresa de vital incidencia en la batalla cultural como Papel Prensa, y tantos derechos recuperados. No obstante, muchos expresan su respaldo al proyecto nacional pero no todos le dan el mismo significado, por lo que es imprescindible avanzar en precisiones –sintonía fina- que sirvan de orientación.
En ese sentido, Manuel Ugarte dijo: “Nada hay más peligroso que los cambios a medias. Porque el enemigo percibe que están yendo por sus privilegios y reacciona más rápidamente que los amigos que serán beneficiados por el cambio. De ahí que la profundización de las medidas transformadoras resulte imprescindible. Y para ello es preciso construir el gran Frente de Liberación Nacional sustentado fundamentalmente en los trabajadores, pero no sólo en sus votos, sino en su presencia en las calles, en la movilización popular, como así también la elevación del debate ideológico que destruya las falsedades y mitos de toda clase difundidos por la propaganda mediática, como asimismo plantar un proyecto claro y contundente apelando a los mejores cuadros del campo nacional”.

Los capitales non sanctos

El poder financiero “criollo” intentará aprovechar las coyunturas y las oportunidades. La crisis mundial que seguirá agudizándose será una amenaza concreta para todos los pueblos latinoamericanos y les abrirá una remota posibilidad de seguir con sus saqueos. Aunque ahora, los argentinos tenemos Patria, y hay un Estado que le peleará palmo a palmo. Intentaron ya medir fuerzas en los últimos días. Ensayaron con operaciones para espantar al dólar, incentivaron una espiral inflacionaria, están oxigenando a una de sus espadas preferidas, -al Grupo Clarín-, ese grupo económico que mantiene el nombre del diario que le dio origen. Ese Grupo, curiosamente, llamó a “sus cuadros gerenciales” para prepararlos, para bajarles línea, para enfrentar esta nueva etapa de lucha. El inefable Ceo de Clarín, Héctor Magnetto, dijo en esa reunión realizada en Mar del Plata que no bajarán los brazos. Por su parte, el Gobierno acentuó los controles del mercado de la divisa norteamericana y de los precios de productos sensibles a nuestra idiosincrasia, tanto como la quita de subsidios a los sectores privilegiados que asociados al poder financiero usaron el esfuerzo de todo un pueblo para someterlo con las transferencias de los beneficios a las timbas de las bolsas y de los riesgos país y toda esa parafernalia macabra.
Cuando se analiza el poder financiero y cuestiones económicas desde una perspectiva política, desde una perspectiva social, desde una perspectiva cultural, es indispensable recordar a próceres nuestros como Néstor Kirchner.
Kirchner en el 2003 señaló: “en la Argentina durante la década de los 90 se había consolidado un modelo que se inició en 1976, y cuyo ideólogo fue (José Alfredo) Martínez de Hoz. Algunos lo tomaron como un sistema monetario, y para mí, fue simplemente un buen sistema para combatir la cultura inflacionaria, o la hiperinflación en Argentina, que fue la convertibilidad.” En ese modelo estaban involucrados los saqueadores financistas, que hoy vuelven a operar para recuperar aquel poder, y están agazapados, blandiendo el concepto que nada tiene más valor que la divisa, el dinero, aunque sea abstracto, al tal punto que someten a los sectores productivos. Por eso, quizá, Kirchner, diez años antes, decía: “Debemos sincerar los valores de nuestros productos y nuestros precios en el marco de una realidad concreta de nuestra producción y que por cuestiones de oportunidad se fue dejando de lado.”
Por ello, no nos sorprenderá, si el Gobierno aplique en los primeros meses de gestión una rígida política de fortalecimiento de las pymes para sincerar la situación y enfrentar el reordenamiento de los mercados internacionales en crisis. Algunos sectores neoliberales “que militan a favor de hipotéticos golpes financieros o en el pregón del caos o caída del kirchnerismo” ahora ya pasean sus voceros por los estudios de televisión anunciando la llegada de la hiperinflación. Son los mismos apóstoles de la década de los 90. Los mismos economistas que hoy dicen qué hay que hacer en la Argentina, pertenecen a las escuelas económicas que cerradamente defendieron el modelo de los 90.
Lógicamente que nuestro país, que estuvo años y años en manos de tecnócratas “for export”, necesitaba una reforma tributaria, donde se saneara la recaudación de los impuestos internos, como la recaudación de los impuestos externos aduaneros. Ese cambio del sistema regresivo impositivo en un sistema progresivo, aún está inconcluso. Todavía falta generar una baja en los impuestos al consumo, impulsar una actitud solidaria de una sociedad que quiere cambiar: los que más ganan, tienen que poner más.
Kirchner, en el 2003, dijo también que había que determinar cómo recuperar el crédito, y los roles de la banca extranjera, y la pública. Respecto a la banca extranjera, aseveró, “en la Argentina no se puede autorizar más sucursales de bancos extranjeros que por disposición del Banco Central, sus casas matrices no son responsables de las cosas que hacen las sucursales en el país. Solamente el 2% del crédito de las bancas extranjeras fue a la producción. Cuando la gente depositaba sus ahorros en la banca extranjera creía que tenía el respaldo de los grandes bancos. Todavía están lamentándose haber sido engañados en su buena fe. Y aparte, ¿para qué sirvió la banca extranjera en los movimientos que hizo en estos temas? Como la tasa internacional está al 1,23% y la tasa interna está al 23%; venían los capitales golondrinas que entran a la Argentina, ganan el 23% por año y ganan en un año lo que afuera tardan 20 años en ganar. Ese fue el negocio de la especulación que la banca extranjera llevó sobre las espaldas del pueblo argentino ¡Nunca más! Queremos una banca extranjera pero al servicio de las políticas productivas y la reconversión económica. No queremos más esta especulación y este uso que se ha hecho de la Argentina.”

¿Reforma constitucional?

Las profundización de lo nuestro derivará irreversiblemente en la necesidad de una reforma constitucional; que pese a su importancia, no creo que este año u el otro pueda darse ya que estimo que consagrar la función social de la propiedad, la nacionalización de la economía, el control nacional de los recursos estratégicos, la inclusión social, la soberanía y la unidad latinoamericana, con el fin de declarar la ilegalidad de cualquier intento de retroceso al pasado, será tarea posterior a la aplicación de las leyes de financiamiento, de la tierra, la consolidación de la ley de Medios y la recuperación total de Papel Prensa.
También, y no es un tema menor,será crucial cómo América Latina soporte los efectos de la crisis que viven Europa y Estados Unidos. Aunque como todos los procesos históricos y sociales, el modelo kirchnerista es un camino abierto por el cual el país busca su rumbo y cuyo tránsito está fuera de plazos. Todo cuanto puede hacerse es avizorar para dónde vamos todos juntos y contribuir en el avance.

*Revista Zoom, política y sociedad en foco