¿Se acuerda de cuando Argentina se caia del mundo?

 La previsible saga de la Gran Receción  que atravesó todas las regiones del mundo hasta mediados de 2009 comienza a tomar forma. Previsiblemente, el tremendo "push" fiscal que logró estabilizar a la economía global y sacarla de un largo período de depresión y desempleo (escenario que muchos pronosticaban), significo un  salto importante en los ratios de endeudamiento en los países desarrollados que ya ocupa la parte sustancial del debate económico.

 En Estados Unidos, Barack Obama apela al congreso, en tono casi dramático (de suplica, en realidad), para que remueva el limite de endeudamiento público  al que se llegaría el 2 de agosto, bajo la amenaza de "default". En los castigados PIIGS europeos(Portugal, Irlanda, Italia, España [Spain], y Grecia)  siguen existiendo temores acerca de la sustentabilidad de los niveles de deuda, a pesar del nuevo paquete de asistencia para Grecia ( que incluye fondos frescos, rebaja de tasas algo de reprogramación de deuda y recompra de bonos),  Irlanda y Portugal (en estos casos, tasas más bajas y extención de plazos), pronto España estara en igual situación.

 Lo novedoso es que en este debate la Argentina no ocupe el rol principal; podría decirse que el espejo argentino apenas es mirado con interés para anticipar probables efectos de la crisis griega, con similitudes al 2001/02 local.

Antecedentes locales

 La deuda ha sido históricamente un karma argentino: buena parte de la volatilidad macroeconómica durante décadas ha sido explicada por los efectos del endeudamiento sobre las cuentas fiscales, la capacidad para acumular divisas y elcrecimiento. Desde la reestructuración de 2005, llevada a cabo por el gobierno de Nestor Kirchner, sim embargo, esta carga ha dejado de ser una cuestión relevante para la macro, incluso a pesar de los "veranos calientes" por el uso de reservas para pagar intereses en 2010 y 2011 (renuncia de Redrado incluida). ¿Seguirá siendo una cuestión relativamente simple de administrar, por la política económica del  gobierno que asuma en diciembre? ¿La deuda es cosa del pasado?

 Veamos. La deuda pública alcanza a U$S 164 mil millones, equivalente a 53,6% del PIB (Producto Interno Bruto). En 2004, el año anterior a la reestructuración, tocó un máximo de U$S 191 mil millones (149,4% del PIB). En la crisis de 2001, casi la totalidad de la deuda pública era externa; hoy, algo menos de 60% (el resto esta en pesos) y equivale a 120% de las reservas internacionales, cuando hace 10 años llegaba a un récord de 420%.  

 En cuanto a otro indicador relevante de sostenibilidad, como es el  plazo, se observa que pasó de 8,3 años en 2001 a 11,2 años en 2011.

 La mejora de estos indicadores de sostenibilidad se apoya también en una sustancial reducción de la carga de intereses sobre los presupuestos anuales. En el pasado, el clásico ajuste para pagar la deuda era reducir el gasto público, lo que deprimía la demanda agregada y finalmente, también los ingresos impositivos. La contraccìón de la actividad era un circulo vicioso que finalmente terminaba  absorbiendo una parte creciente de los recursos públicos para destinarlo al pago de intereses.  Esta dinámica era la de los finales de la convertibilidad; mientras que en 1994 los intereses de la deuda pública representaban 10% de los recursos tributarios, en 2001 llegaron a nada menos que 27%.

 Uno de cada cuatro pesos recaudados por el Estado Nacional en ese año tenian como destino el pago de intereses.

 Luego de la reestructuración, esta carga absorbió apenas 10,7% de los ingresos fiscales en 2010 y se proyecta a 6,7% este año a 7,9% para 2012. Además, el perfil de vencimientos de deuda (incluyendo capital) tampoco luce complejo hasta 2015: con el Stock actual, entre U$S 13 y 16 mil millones por año.

 Este cuadro inedito en la historia  económica argentina (a excepción del periodo 1945/55) permite imaginar que la deuda no debería ser el detonante de una eventual  crisis en los próximos años. Y aunque no sería deseable (sólo por no repetir el pasado), también abre la posobilidad de volver a colocar deuda en los mercados voluntarios sin lesionar la sustentabilidad macrofiscal.

 Pasos previos, como resolver la deuda con el Club de París como mínimo, de todos modos serían esenciales para reducir el costo  del nuevo endeudamiento (que esperemos, nunca más se produzca, pero la "opinion pública sensata", parece estar reclamando a gritos)