Salvavidas que no resuelve la crisis

Por Andres Musacchio *
 
Finalmente, y luego de muchas dilaciones y discusiones, los miembros de la Unión Europea acordaron un nuevo paquete de medidas para aliviar la carga de la deuda de Grecia y evitar un colapso que parecía indefectible. La cooperación de los países de la Eurozona, el FMI y el sector privado permitió darle forma a un rescate consistente en reducir en los próximos años el servicio de la abultada deuda externa. Una suerte de default encubierto. Una vez más, y van varias, sobre la hora se asiste a un miembro de la Eurozona al borde de entrar en colapso. ¿Resuelve eso la crisis europea? Gran parte de los analistas destacan la amplitud del nuevo salvavidas. Sin embargo, no pueden olvidarse las condiciones generales en las que se encuentra la Eurozona. Por lo pronto, varios países hacen cola para “caerse”. Italia, Portugal, España e Irlanda, los más notorios. Ahogados también por deudas, pero, al igual que Grecia, con una crisis productiva y de las cuentas externas galopante.
Además de la precaria situación, las medidas “complementarias” a las que todos se comprometen al ser rescatados agravan severamente la crisis económica y social. Y comprometen a largo plazo la capacidad reproductiva. Por eso, las protestas se multiplican y radicalizan y con ellas la represión. Los rescates y los ajustes, empero, no tocan los resortes que condujeron a la situación actual. La crisis es presentada como resultado de estados despilfarradores que se endeudaron inescrupulosamente, idea falsa. La deuda se generó inicialmente –en buena parte– en el sector privado. Mas allá de algunas manipulaciones estadísticas toleradas por las autoridades de la Unión, todos los Estados tenían límites precisos para el déficit (3 por ciento del PBI) y para la deuda pública (60 por ciento del PBI). Con el crecimiento esperado del 5 por ciento anual, se apostaba a un círculo virtuoso que haría florecer la economía europea. El problema es que los ajustes iniciales y la política radicalmente antiinflacionaria del Banco Central Europeo ahogaron la capacidad de crecimiento.
La política monetaria restrictiva se combinó así con ajustes fiscales permanentes, mientras la revaluación del euro, provocada por las altas tasas de interés que fijaba el Banco Central Europeo para contener los precios, reducía la competitividad internacional. El juego se conoce bien en Argentina: altas tasas con monedas revaluadas, así como la elevación de los precios de los servicios para poder privatizarlos, generan pingües negocios especulativos, junto con destrucción del tejido industrial, déficits de la cuenta corriente y desocupación. Es el nudo gordiano de las políticas neoliberales. Algunos países logran esquivar el problema recuperando la competitividad perdida por medio de la flexibilización laboral y el dumping salarial. Es el caso de Alemania, a costa de precarizar el empleo y la seguridad social. El resto lo hace la libre movilidad de capitales. La necesidad de retener y atraer inversiones pone a todos los países en competencia y, dadas las restricciones de política impuestas por la integración económica y la unión monetaria, aquélla se descarga sobre las condiciones de trabajo.
Un último factor, más que relevante, es el rol desestabilizador de la potencia regional Alemania. Desde 1998 campeona del ajuste regresivo, se hizo fuerte en la exportación –y débil en el consumo–, logrando enormes superávits comerciales. Como también radicalizó sus políticas para retener inversiones, no devolvió por medio de ellas la liquidez internacional absorbida con los saldos favorables en el comercio. El alto saldo comercial y el bajo flujo de inversiones hacia el extranjero forzaron a sus socios a un creciente endeudamiento comercial, junto a condiciones que alentaban la toma de créditos para la especulación. En la raíz de la crisis está, entonces, la estrategia germana, de una curiosa similitud con el comportamiento disfuncional del sector externo norteamericano en la década de 1920. Y como en los ’30, cada vez que la crisis parece superarse, recrudece.
* Idehesi-FCE-UBA.