Cuando la Argentina ayudó al proyecto misilístico de Bagdad
Redacción Diario Clarín
Publicado 19 de diciembre de 2002
Fue a través de la triangulación de misiles Cóndor II durante los ochenta. La maniobra la manejó una empresa alemana con plata saudita.
La Argentina colaboró, en forma indirecta con el proyecto misilístico iraquí, en los ochenta. Desde 1991 ya no era un secreto, pero ayer el hecho fue reflotado por el diario de Berlín TAZ en base al informe que Bagdad entregó a la ONU.
La colaboración fue a través de la triangulación de, por lo menos, "doce motores" y otras partes del misil argentino Cóndor. Y también en la reproducción de la entonces base secreta de Falda del Carmen, Córdoba, en Irak., tal como reveló Clarín en 1991. Fue un proyecto de la Fuerza Aérea —posguerra de Malvinas—, mantenido en secreto durante años que tuvo consecuencias negativas y positivas.
Con exactitud, la Argentina, junto a Irak y Egipto, fue parte del "proyecto Delta" que controló la empresa germano—austríaca Bowas, dirigida por el financista suizo Helmut Raiser, y Consen, que presidía el ingeniero alemán Ekkerhard Schortz. Cosen habría sido parte de la empresa alemana MBB, que a su vez habría formado parte del holding Daimler Benz. Esta información está contenida en un informe de los inspectores de la ONU que recorrieron Irak en 1993.
Pero el multimillonario proyecto Delta, financiado por Arabia Saudita, fue en un contexto político internacional totalmente distinto al actual. En los ochenta, Saddam Husseim, era el aliado de EE.UU. en Oriente Medio para detener la expansión de la Revolución Iraní.
El Cóndor II fue un misil de alcance intermedio, es decir hasta mil kilómetros y con capacidad de transportar una bomba de 1 tonelada, impulsado por el ex jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Ernesto Crespo con la autorización de dos decretos secretos del ex presidente Raúl Alfonsín. Estaba construido sobre la base de los Persing II de EE.UU. pero con aportes científicos argentinos como el combustible sólido.
En base al Cóndor II, Irak desarrolló el Badr-2000 con la idea de reemplazar a sus viejos Scud soviéticos.
En 1989, el ex presidente Carlos Menem tuvo la intención de venderlo, pero un año después cuando se alineó su política exterior a la de EE.UU. y envió dos buques de la Armada a la guerra del Golfo contra Irak, decidió suspender el proyecto misilístico y en 1991 enviar los misiles que quedaban a la base de Rota, España, donde quedaron a disposición de técnicos norteamericanos.
Además, la Argentina colaboró con la investigación de la ONU sobre el proyecto Delta e inspectores de la UMOVIC visitaron en forma reservada la planta de Falda del Carmen para conocer sus partes y luego controlar su réplica en Irak llamada Sa'ad 16. En Irak, los inspectores encontraron y destruyeron doce motores del Cóndor II.
Menem desmanteló el proyecto y echó a todos sus técnicos, entre ellos al "cerebro" del Cóndor II, el brigadier con un master en el MIT, Miguel Guerrero. E intentó poner en marcha un proyecto espacial con fines pacíficos, que al principio no funcionó. Hasta que nombró al físico Conrado Varoto, el padre de la planta de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu que le permitió a la Argentina dominar el ciclo completo de la energía nuclear.
Si bien las máquinas de la planta de Falda del Carmen que se usaban para construir el Cóndor II, no sirven para aplicaciones de uso civil, Varoto montó allí una estación terrena para recepción y control de satélites, como el SAC-C. Parte de la estación es manejada por INVAP, la empresa que está construyendo un reactor de investigación nuclear para Australia. Allí también funciona el Instituto de Estudios Espaciales Avanzados y una zona para "incubar" empresas de alta tecnología porque el Cóndor II, a pesar de todo, dejó una infraestructura de avanzada.